¿Puede la magia de Tesla sobrevivir sin su mago?
La gestión financiera de Tesla bajo el mando de Kirkhorn desde marzo de 2019 ha sido crucial para la transmutación de la firma
Los antiguos reyes medievales no eran nada sin la ayuda de sus sabios consejeros. Quizás ya no haya castillos en la ecuación, pero esto no dista mucho de lo que sucede en el Silicon Valley de la actualidad.
Elon Musk -oficialmente, según los documentos de la compañía, el “Tecnorey y consejero delegado de Tesla”- acaba de perder al hombre que portaba un título digno de Juego de Tronos, su ya ex “Maestro de la moneda y director financiero”, Zachary Kirkhorn.
En un negocio tan inequívocamente asociado a la figura de su consejero delegado, podrías pensar que esto no supondrá una gran diferencia para la compañía. Lo cierto es que la gestión financiera de Tesla bajo el mando de Kirkhorn desde marzo de 2019 ha sido crucial para la transmutación de la firma. De ser un caso perdido a unas pocas semanas de la bancarrota a convertirse en un disciplinado fabricante automovilístico con una abundante caja.
A lo largo del último año, Tesla ha resistido la tormenta de unos tipos de interés subiendo hasta el 5,25% combinada con un gasto de capital que perdía los frenos. Aunque la altísima valoración de la empresa ha caído a 74 veces los beneficios futuros, los mercados no se han asustado. Según el consenso de expertos recogido por Bloomberg, el porcentaje de analistas que recomiendan vender las acciones de Tesla bajó al 11,4% el pasado mes de noviembre, el nivel más contenido desde 2015. Cuando Kirkhorn asumió su cargo en marzo de 2019, este porcentaje era del 42%. Pese a que ha repuntado hasta el 18,4% actual desde el pasado mes de noviembre, las acciones acumulan una revalorización del 28% desde entonces.
En esta mejora de la confianza de los analistas ha jugado un papel clave la sólida dirección financiera capitaneada por Kirkhorn. En el segundo trimestre de 2023, las ventas explicaban el 95% del capital circulante, superando el 80% de General Motors y a mucha distancia del 24% de Ford, evidenciando con ello que Tesla está utilizando sus activos corrientes de forma tan eficiente como cualquiera de sus competidores. El retorno del capital invertido está muy por delante de los costes de financiación, siendo el único de los tres grandes fabricantes de automóviles estadounidenses que ha logrado este hito.
El gasto de inversiones en capital de Tesla es de aproximadamente 7.800 millones de dólares al año ahora, casi seis veces el nivel que cuando Kirkhorn comenzó su trabajo. Sin embargo, en contraste con esa era, cuando el gasto se financiaba casi en su totalidad con deuda, ahora está siendo respaldado por una reserva de efectivo de 17.000 millones de dólares. Ese colchón comenzó a acumularse con un timing exquisito, justo antes de que la Reserva Federal comenzara a subir las tasas de interés el año pasado, lo que hace que el efectivo en mano sea una forma mucho más atractiva de financiar el crecimiento.
El lado más positivo de la marcha de Kirkhorn es que su sucesor, el anterior director de contabilidad, Vaibhav Taneja, es que ambos están hechos de la misma pasta. Ninguno de estos dos hombres tuvo un cargo relevante antes de ser ascendido a director financiero y ambos tenían experiencia en consultoría antes de entrar en las entrañas del motor financiero de la compañía. Taneja, en todo caso, es más mayor y tiene un historial profesional más dilatado que su predecesor.
El lado negativo aflora al preguntarse el por qué de la misteriosa marcha de Khirkorn. Trabajar para Tesla le ha hecho poseedor de una fortuna de 590 millones de dólares que ha acumulado a lo largo de los 13 años que ha trabajado en diferentes posiciones en la empresa, un periodo de tiempo que copa la inmensa mayoría de su carrera laboral, de 17 años de duración en total. La falta de capacidad de concentrarse en una sola cosa de su jefe dejó a Khirkorn ejerciendo como consejero delegado de facto. El comunicado oficial que Tesla compartió a la SEC no da ni una sola pista más allá del dato de que dejó el cargo el 4 de agosto y de que permanecerá de manera provisional hasta final de año para facilitar la transición. Un vistazo al post que puso Khirkorn en LinkedIn es igual de poco concluyente que el comunicado.
En una empresa con un nivel decente de buen Gobierno, estas transiciones no tienen por qué decepcionar a nadie. La marcha de un veterano ejecutivo debería de estar telegrafiada con meses de antelación, con sucesores definidos listos para asumir el puesto. En Tesla, -cuyo consejo de administración está compuesto por el hermano de Elon Musk, Kimbal Musk, históricos socios de la firma procedentes de Silicon Valley como Ira Ehrenpreis y Jeff Straubel, y, por alguna razón, James Murdoch- las cosas son mucho menos predecibles.
Taneja quizás sea capaz de seguir los pasos de Kirkhorn a la hora de mantener a Tesla a punto mientras Musk se entretiene con peleas en jaulas con Zuckerberg, lanzamientos de SpaceX y bromas en las redes sociales. O quizás no sea capaz. Simplemente, no hay manera de que la gente ajena a Tesla lo sepa.
Sea como sea, una cosa sí está clara: Musk tiene muchos más juguetes entre manos que hace cuatro años. Su negocio de neurotecnología Neuralink, su startup de inteligencia artificial xAI y su red de satélites Starlink estaban o bien en pañales en aquel entonces o ni siquiera existían cuando Kirkhorn agarró el volante financiero.
Los inversores bajistas cuentan solo con un 3,4% de todas las acciones circulantes en su poder, una proporción más baja que la de Ford. Kirkhorn deja las llaves de las finanzas de Tesla en buena forma y a punto. Si Taneja puede evitar que su errático jefe tome el volante, todavía puede quedar viaje tranquilo por delante.
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