Unidos por el agua: la necesidad de invertir
La UE obligará a medir y reducir la huella hídrica, y los mercados deberán atender los riesgos asociados
Cada año, el World Economic Forum analiza en el informe The Global Risk Report el mapa de riesgos mundiales. En él, se valora tanto su probabilidad como el posible impacto. Y año tras año, la crisis hídrica aparece entre ellos como tal, o asociada a otros riesgos como el clima extremo, el fracaso en la lucha contra el cambio climático o los desastres naturales, que están, en su mayoría, asociados al agua.
El crecimiento de la población, el proceso de urbanización y el desarrollo económico traerán un aumento de la demanda. El cambio climático, la contaminación, la ineficiencia en la gestión o la falta de inversión añadirán estrés hídrico.
Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos es el sexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y, al menos, otros 12 de los 17 acordados por Naciones Unidas están estrechamente vinculados con el agua. El periodo 2018-28 fue declarado Decenio Internacional para la Acción Agua para el Desarrollo Sostenible, con el fin de acelerar las actuaciones necesarias para alcanzarlo. Y, en marzo de este año, se celebró en Nueva York la segunda Conferencia Mundial del Agua de Naciones Unidas, ¡casi 50 años después de la anterior!, buscando una Agenda de Acción para el agua…
Las cifras globales pueden ser tan desconocidas para muchos como alarmantes deben ser para todos: más de 2.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable segura, y 3.600 millones, a saneamiento en condiciones óptimas. El 80% del agua vuelve al medioambiente sin estar debidamente tratada.
El objetivo que debe perseguirse, tanto a nivel local como mundial, es disponer de agua para preservar ecosistemas sanos y los servicios que nos prestan; así como disponer de agua de calidad para las necesidades de las personas y de las actividades económicas, sustento de nuestro desarrollo socioeconómico y de nuestra calidad de vida. También de nuestra soberanía.
Recientemente, un estudio de la Global Commission on the Economic of Water, organismo auspiciado por la OCDE, concluía que estamos unidos por el agua y no solo a través de ríos y lagos transfronterizos. También a través del ciclo global del agua, que todos debemos contribuir a equilibrar.
El documento requería tarificar el agua de modo que incentive un uso más eficiente, se generen rentas que permitan que se invierta en sistemas de agua y que apoyen la implementación de innovaciones para ahorrar agua, algo esencial para gestionar la demanda. Adicionalmente, recomendaba corregir la falta de inversión, también en países desarrollados, que debería multiplicarse por tres, tanto en infraestructuras verdes, como grises; así como favorecer la colaboración público-privada.
Es mucho lo que hay que hacer a nivel local, nacional y mundial. Muchas las brechas que cerrar: gobernanza; know-how; marcos regulatorios sectoriales; alertas tempranas; digitalización; infraestructuras verdes, soft y grises; economía circular; conservación y restauración de ecosistemas; protección de las masas de agua; reducir la contaminación; aumentar la acción climática… Todo ello requiere mucha financiación, y será inalcanzable sin la debida colaboración público-privada.
El agua deberá estar cada vez más presente en las estrategias de sostenibilidad de las empresas. En la Unión Europea, en 2024, muchas tendrán nuevas obligaciones de reporte a este respecto. La Comisión ha presentado recientemente la taxonomía referida al uso sostenible y la protección de los recursos hídricos y marinos. La medición y la reducción de la huella hídrica cobrarán relevancia. Los participantes en los mercados financieros deben tener políticas relativas a los riesgos de sostenibilidad: los asociados al agua no desaparecerán, al menos a corto y medio plazo.
En España, llevamos siglos de construcción de nuestro sistema de agua. Quedan aún en pie presas y trasvases romanos. Hemos sido pioneros en el desarrollo de infraestructuras con empresas punteras a nivel mundial; también en gobernanza, pues nuestras Confederaciones Hidrográficas datan de 1926, mientras hasta el año 2000 la Unión Europea no requirió a los Estados miembros una planificación a nivel de cuenca hidrográfica.
Pero mejorar la gestión de los recursos hídricos sigue siendo uno de los grandes retos de nuestro país, y se requiere una acción prioritaria e ininterrumpida, consciente de que en España no hay un problema de agua, sino muchos y muy diversos. Que no hay una única respuesta, sino la suma de respuestas asociadas a las distintas realidades.
La agenda de sostenibilidad es, en gran medida, una agenda de inversiones. Cuando la solidaridad de la Unión Europea ha puesto a disposición recursos para la transición ecológica, para la digitalización, para el desarrollo y cohesión económicos; cuando declaramos la emergencia climática, estas deben venir acompañadas de la acción debida, como culminar la depuración devolviendo el agua debidamente tratada a la naturaleza, o aprovechar el reglamento comunitario de reutilización del agua favoreciendo nuevos recursos hídricos y fomentando la economía circular.
También hay que culminar la modernización de regadíos con un ahorro potencial de 1.000 hectómetros cúbicos, sin poner en peligro la capacidad productiva de los sectores agrarios, pues el regadío es una de las mejores herramientas contra la despoblación y contribuye al desarrollo social en las zonas con mayores dificultades.
Otras acciones necesarias son el ahorro y la mejora de la eficiencia; la mejora de la transparencia, la gobernanza… y tantas más... Con las limitaciones ambientales debidas, con la consideración de todos hacia todos, sin desechar ninguna opción a priori.
Todos estamos afectados, todos debemos sentirnos interpelados. Los Estados, las empresas, los ciudadanos. Es responsabilidad de todos abordar tantas medidas como sean precisas para que el agua no sea un factor limitante de nuestra prosperidad, bienestar y desarrollo futuros.
Isabel García Tejerina es enior advisor de EY y exministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente
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