9.000 empleos al día no pueden ser malos
El paro está en el 11,6%, en el nivel más alto desde que estalló la burbuja inmobiliaria en 2008 aunque con cifras mucho más equilibradas
Mucho hay que afinar para encontrar las sombras en el dato de empleo que ha publicado la EPA este jueves. Los arraigados (y justificados, al menos en parte) temores a una catástrofe económica a causa de la crisis energética se demostraron excesivos ya a final de 2022. En este 2023 la moderación de la inflación y la recuperación de la actividad en los servicios (particularmente turísticos) han deparado el mejor trimestre para la creación de empleo desde que se elabora la encuesta, con 603.900 nuevos ocupados, casi 9.000 al día (quitando fines de semana). El empleo crece a un ritmo del 2,88% interanual, cifra que es coherente con un PIB que crecía al 4,2% a cierre de marzo pero que cerrará el año en el entorno del 2,5%.
El paro está en el 11,6%, en el nivel más alto desde que estalló la burbuja inmobiliaria en 2008, si bien con cifras mucho más equilibradas: entonces había 2,6 millones de empleados en construcción (12,6% del total) y ahora son 1,36 millones (6,5%). En ocho comunidades la tasa de paro está por debajo del 9%, muy cerca del pleno empleo.
En términos de calidad del empleo, dos de cada tres nuevos empleados son son indefinidos y los contratos a tiempo parcial son menos del 10% de los nuevos. El empleo se reparte casi al 50% entre hombres y mujeres, y destaca la fuerte creación de empleo entre los jóvenes. Un nubarrón es el sector industrial, que pierde 60.000 empleos dentro de una dinámica que no es exclusiva de España, como indican las previsiones del FMI o los índices de actividad PMI. Y hay más aspectos que urgen mejora, como las tasas de paro en Andalucía, Extremadura o Canarias (más del 15%) o que un 4,7% de los hogares españoles, casi un millón, tengan a todos sus miembros en paro.
El empleo es, vía consumo, el mejor sostén de la actividad económica. Precisamente hoy el Banco de España lo destaca, pues atribuye la solidez del crecimiento a la confianza de los hogares: las positivas expectativas laborales eleva su propensión al gasto, lo que anima la actividad y, en paralelo, el empleo. Medidas de corte laboral como los ERTE o la conversión de temporales a fijos discontinuos son capitales en esa percepción de los trabajadores.
Afortunadamente el INE ha publicado la EPA después, y no antes, de unas elecciones. Ello permite calibrar los datos, objetivamente positivos, en su justa medida, evitando llevar al barro político de medias verdades y desmentidos algo tan importante para los ciudadanos como tener, o no, un trabajo.
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