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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España necesita que el BCE afloje el pistón

La clave de la reunión será la medida en que las palabras de Christine Lagarde apunten a que la subida de tipos que se prevé para julio sea la última del ciclo

CINCO DÍAS
Christine Lagarde
Christine Lagarde, presidenta del BCE.THILO SCHMUELGEN (REUTERS)

Los últimos datos de coyuntura en la zona euro han dado cuenta de una caída de la inflación más abultada de lo esperado en Alemania, España y Francia, además de una entrada en recesión técnica a raíz de la revisión de los datos. Sobre el papel, estas cifras podrían acelerar el final de etapa por parte del BCE: que los tipos dejen de subir después de haber pasado del 0% al 3,25% en menos de un año, antes del aumento de 25 puntos básicos que se da por seguro par a el jueves. La clave de la reunión será la medida en que las palabras de Christine Lagarde apunten a que la subida de tipos que se prevé para el mes de julio sea la última del ciclo.

En este punto, las sensibilidades son muy distintas, y no solamente por la clásica división entre halcones y palomas, que no ha perdido actualidad ni mucho menos. Así, aunque en España la inflación se ha moderado a un tolerable 3,2%, en la zona euro el IPC medio está en el 6,1%, y no lejos del doble dígito en varios países.

No es el único factor diferencial sobre la mesa. La vía por la que las subidas de tipos frenan la inflación es a través de la reducción de actividad, tanto porque los créditos bancarios son más caros como porque se conceden menos. En ambas variables, España va por adelantado. La mayoría de las hipotecas se han concedido a tipo variable y recogen las subidas del euríbor en cuanto toca la revisión (semestral, anual o trimestral). Y el sector bancario ha restringido el crédito tanto a empresas (-0,8% interanual) como a hogares (-0,6%), frente a medias de +2,5% y +4,6%, respectivamente, en la zona euro. Ni siquiera puede consolarse el ciudadano con sus ahorros (en caso de tenerlos), puesto que las entidades, en particular las grandes, arrastran los pies a la hora de trasladar a depósitos el dinero más caro.

El BCE, además, llegará a la cita después de que la Reserva Federal estadounidense haya decidido si sube o no los tipos de interés. El mercado prevé que no lo haga y que sí mueva el precio del dinero en julio. Pero ha rebajado mucho las expectativas sobre eventuales recortes futuros. Y tanto en Australia como en Canadá la persistente inflación ha forzado alzas de tipos que no estaban en las quinielas. El BCE tiene a su favor, al menos, el margen del tiempo. Asumiendo un alza esta semana y otra en julio, el banco quedaría con los tipos al 4,25% y margen hasta septiembre para aplicar o no una eventual subida adicional. Tiempo de sobra para calibrar si la zona euro lo necesita, anque España pueda decir desde ya que no en absoluto.

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