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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El cazador de la ‘ballena de Londres’ impulsa un activismo poco ortodoxo

Saba tiene ahora en el punto de mira tres fondos de BlackRock que cotizan por debajo del valor de sus activos

Sede de BlackRock en Manhattan.
Sede de BlackRock en Manhattan.CARLO ALLEGRI (REUTERS)

Resulta que la caza de ballenas es una profesión ajetreada. Boaz Weinstein, de Saba Capital Management, que apostó contra un trader de JP Morgan apodado ‘la ballena de Londres’ hace una década, ahora tiene en el punto de mira los vehículos de inversión gestionados por el goliat BlackRock, según notificaciones presentadas el viernes a la SEC, la Comisión de Mercados y Valores de Estados Unidos. El activismo de los fondos cerrados no llama tanto la atención como el de Carl Icahn. Pero con cientos de fondos cotizando muy por debajo del valor de sus activos, parece que las campañas contra los aliados típicos de los activistas van a cobrar fuerza.

Los fondos cerrados son instrumentos de inversión que cotizan en Bolsa y retienen el efectivo de los inversores para colocarlo en valores y activos de mayor duración. El valor de las inversiones de un fondo se expresa como valor liquidativo, o NAV. Dado que las acciones se negocian libremente, el valor que el mercado público atribuye a la cesta de activos puede no coincidir con el valor liquidativo: unos 242 fondos cotizan más de un 10% por debajo, según CEFConnect.

El planteamiento de los activistas es sencillo: cerrar la brecha, ya sea recomprando acciones o convirtiéndose en un fondo en el que las acciones se valoren exactamente al valor liquidativo, lo que se conoce como fondo de capital variable. Eso es lo que exige Saba a tres de los vehículos cotizados de BlackRock. Además, pretende elegir a sus propios candidatos a los consejos de administración de los fondos.

Tener un valor liquidativo como punto de referencia claro contrasta con el activismo corporativo ordinario, en el que calcular el valor de una empresa suele formar parte de la discusión entre los inversores y la dirección. Estas campañas también difieren en a quién se dirigen: BlackRock y los de su especie son votos decisivos que los activistas deben ganarse en las campañas corporativas. A menudo, accionistas de la talla de Icahn y Nelson Peltz necesitan ponerlos de su parte.

Aún así, especialistas como Saba y su homólogo Bulldog Investments llevan a cabo muchas campañas: Saba emitió demandas a ocho objetivos solo en 2022. De hecho, Saba y BlackRock se han enredado anteriormente: Saba demandó a la firma de Larry Fink allá por 2019 por peleas en el consejo.

Recelosos de perder el capital comprometido de forma permanente, los gestores contraatacan con fuerza, por lo que las demandas son frecuentes y feroces. Aun así, las campañas tienen una lógica clara para cualquiera que busque beneficiarse de un arbitraje rápido. Con tantos fondos cotizando con descuento respecto a los 252.000 millones de dólares en activos colectivos del sector, no será de extrañar que BlackRock no sea el único gigante que se vea sometido a presión.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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