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Tribuna
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un homenaje al inventor de la tasa anual equivalente (TAE)

El genial matemático José Luis Andrés Yebra, fallecido recientemente, fue una figura clave en la mejora de la información bancaria en España

Pareja firmando un  contrato
Pareja firmando un contratoRob Daly (Getty Images) (Getty Images)

El fallecimiento del matemático José Luis de Andrés Yebra por causa del Covid-19, a los 77 años de edad, no debería pasar desapercibido, dado que en 1985 inventó la TAE, tasa anual equivalente, que mejoró la información bancaria española desde 1990. Aun hoy pagamos TAE próximas al 50% (caso de muy pequeños, pero muchos saldos negativos a fin de mes) o al 25% en millones de tarjetas de crédito.

Importa además conocer la pérdida de este genial matemático español porque, décadas antes, De Andrés Yebra dedicó su tesis doctoral a la teoría de grafos, creada hace casi tres siglos por Euler y expresión de los actuales algoritmos de todas las redes, incluidas las interpersonales (y, por tanto, las sociales). Esos algoritmos, que condicionan cada día más nuestras vidas, no son más que números expresivos de puntos, líneas y relaciones estructurales entre esas sus tres partes. Mucho después, fue dos veces vicerrector de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), habitual colaborador de la asociación de usuarios de banca Adicae y generoso también en lo personal y en lo social, al participar en tres asociaciones profesionales y contribuir desde la izquierda a la actual moderación del independentismo catalán.

En su defensa de los consumidores, ejercida desinteresadamente a través de Adicae, participó en varios informes y actuaciones, e inició a partir de 1985 una denuncia reiterada de la forma, dispar y engañosa, de calcular los intereses de los créditos por parte de las entidades financieras españolas. Razonados cálculos e insistencia que introdujeron en España la noción de TAE. Honrado, generoso, acogedor, servicial y jovial hasta el ejemplo, siempre defendió en público como inadmisible tratar de evitar el IVA, como hizo la banca española desde el principio.

En su artículo académico de marzo de 1985, Un interés no muy desinteresado, Yebra describía las malas prácticas de las entidades financieras y aludía también a la responsabilidad del Banco de España como supervisor de la actividad bancaria en textos que difundió ampliamente: amigos, profesores universitarios de ese ámbito, periódicos, algunos políticos, defensor del pueblo, etc.

Le contestó largamente el defensor del pueblo de entonces, Joaquín Ruiz Jiménez, informandole de la inviabilidad de atender su reclamación “por no estar incluida entre sus competencias”, pero dos subdirectores del Banco de España decidieron informar a las más altas instancias del mismo. A partir del otoño, el tema empezó a aparecer en la prensa. La batalla con los bancos y cajas de ahorro duró casi cinco años, hasta septiembre de 1990, para que viese la luz una circular del Banco de España sobre Transparencia de las Operaciones Financieras y Protección de la Clientela que creaba las TAE.

A mitad de camino, en marzo de 1988, el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, ya reconocía en el Congreso la existencia de prácticas abusivas en el cobro de intereses por parte de las entidades bancarias…Esa circular del Banco de España obliga a los bancos a incluir en todos sus anuncios la TAE, además del interés nominal. “En lugar de TAE, yo hubiera preferido la denominación IBC, por Interés Bien Calculado, pero tendré que conformarme con haber llegado hasta ahí”, señaló.

Esa corrección del cálculo de intereses ha evitado numerosas y cuantiosas reclamaciones judiciales en todo el mundo, pero sobre todo en España, donde aún sigue vigente formalmente la Ley Peralta, de 23 de julio de 1908, sobre nulidad de los contratos de préstamos usurarios. Pero no llegó a tiempo de completar desde la información los esfuerzos europeos de mejorar el crédito al consumo ni hipotecario, centrados en armonizar las distorsiones de la competencia en el mercado común, aunque también se atendía a la protección social de la legislación crediticia: la directiva 87/102/CEE del Consejo, de 22 de diciembre de 1986, relativa a la aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros en materia de crédito al consumo. Sí influyó algo en la directiva 90/88/ CEE del Consejo, de 22 de febrero de 1990, que incluye por primera vez una fórmula matemática y la composición del porcentaje anual de cargas financieras. Y ya plenamente al derogar la actual directiva 2008/48/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de abril de 2008, al tratar de aproximar las TAE a la media europea y el crédito transfronterizo.

En resumen, hemos perdido a una persona sencilla y humilde que ha dejado una huella profunda y durable por la aplicación de sus valores a una labor profesional sólida, coherente y continuada. Claro que reunía dotes naturales previas, que siempre ayudan y nunca eximen en los permanentes esfuerzos por mejorar el mundo y su sostenibilidad.

Gustavo Matías es periodista y profesor titular de Estructura y Economía del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

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