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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Contra la incertidumbre, moderación monetaria

Los bancos centrales saben que seguir endureciendo su política en un entorno de desconfianza financiera puede ser el golpe de gracia que lleve a una recesión

CINCO DÍAS
Banco de España
Fachada del Banco de EspañaPablo Monge

La incertidumbre parece haberse convertido en un factor fijo y permanente en la mayor parte de las previsiones macroeconómicas. A los efectos desestabilizadores de la guerra de Ucrania, de la crisis de la energía y de la terquedad alcista de la inflación, se han sumado ahora las grietas abiertas en los mercados tras el colapso de Silicon Valley Bank (SVB) en EEUU y el rescate de Credit Suisse en Europa. Una marejada de riesgos de contagio, en principio controlados, pero no extinguidos, a la que no es ajeno el Banco de España, que ayer publicó su último informe trimestral y de proyecciones sobre la economía española. Un análisis en el que augura un fortalecimiento progresivo de la actividad económica en los próximos meses, pero en el que advierte también sobre el posible efecto adverso que pueden tener en la actividad las turbulencias financieras, pese a ser pronto para cuantificarlo. El informe estima que el PIB crecerá este año un 1,6%, frente al avance del 5,5% de 2022, lo que supone tres décimas más que las últimas proyecciones realizadas a final de año. Sin embargo, corrige, y lo hace a la baja, el crecimiento previsto para 2024. Los números para 2025 se mantienen sin cambios.

Como reconoce el propio supervisor, cualquier cuadro de previsiones está ahora mismo condicionado por lo que ocurra con la crisis de confianza que planea desde la última semana sobre los mercados. Los efectos que pueda tener una ola de inestabilidad financiera sobre el crecimiento y la inflación –a la que podría contribuir a doblegar– constituyen un interrogante que todavía es demasiado pronto para despejar.

La batalla contra las tensiones alcistas en los precios llevada a cabo por el BCE con su senda de subidas de tipos han moderado ligeramente, pero no han logrado controlar todavía la presión de la inflación. El discurso de Christine Lagarde, que ayer volvió a insistir en que la hoja de ruta del BCE no está cerrada en ningún sentido y que dependerá de la evolución de las circunstancias, y la moderación mostrada ayer por la Fed estadounidense, demuestran que los bancos centrales son muy conscientes de lo delicado de la situación y de la necesidad de actuar con prudencia en el manejo de la política monetaria. Aunque Lagarde insiste en que luchar contra la inflación no es incompatible con combatir la inestabilidad financiera, continuar endureciendo la política monetaria en un entorno de incertidumbre financiera puede ser el golpe de gracia que lleve a una recesión económica, algo con lo que ningún banco central quiere ni debe colaborar.

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