El conflicto de Disney con el activista Peltz tendrá secuela
Batallas anteriores en DuPont y P&G sugieren que es posible que consiga entrar en el consejo, después de todo
El inversor activista Nelson Peltz suele jugar a largo plazo. Por eso, su tregua con Disney proclamada hace casi dos semanas, tras un breve intento de conseguir un puesto en el consejo, podría parecer poco habitual. Pero batallas anteriores en DuPont y Procter & Gamble sugieren que tales giros de la trama no están fuera de lo común, y aumentan las posibilidades de que Peltz aún pueda conseguir lo que pidió.
El presidente ejecutivo de Disney, Bob Iger, desveló el día 9 recortes de costes por valor de 5.500 millones de dólares, en la presentación de resultados del cuarto trimestre. A primera vista, fue suficiente para que Peltz, que se había quejado de las exageradas prácticas de retribución de Disney y de la “falta de disciplina general en materia de costes”, desistiera. “La lucha por el poder ha terminado”, dijo un portavoz de su empresa Trian Fund Management. Disney agradeció la decisión.
El problema es que Peltz solo ha conseguido la mitad de lo que normalmente quiere. El activista neoyorquino lleva por su oficina una taza en la que se lee: Ventas al alza, gastos a la baja. Pero el reto de conseguir que la línea superior de Disney crezca más rápido, que Peltz esbozó en una presentación en una web ahora no disponible, restorethemagic.com, no se ha abordado del todo. Aunque los ingresos de 23.500 millones en el primer trimestre fiscal del año fueron un 8% superiores a los del ejercicio anterior, los abonados a Disney+ cayeron ligeramente. Los ingresos de la división que gestiona las cadenas de TV tradicionales, como ABC y ESPN, bajaron un 5% respecto al mismo trimestre del año anterior, hasta los 7.300 millones.
Arreglarlo no es nada sencillo. Disney+ se enfrenta a la seria competencia de Netflix. En conjunto, la empresa de Iger fundió más efectivo el trimestre pasado que un año antes. Es cierto que tiene opciones. Otro activista, Dan Loeb, ha sugerido la venta de ESPN. Iger tampoco ha descartado la venta de Hulu, otra plataforma de streaming en la que Disney posee un 66%. Por ahora, Peltz está aparentemente dejando que Iger decida si encoger es la mejor forma de crecer.
Lo que lo hace más difícil –y donde Peltz podría haber marcado la diferencia– es que la gobernanza de Disney deja que desear. Iger aún tiene que encontrar un sustituto para sí mismo. Aunque ha aceptado marcharse en dos años, Disney tiene un mal historial en materia de sucesión. En su anterior etapa como CEO, Iger pospuso su jubilación cuatro veces, pasó a jugar un nuevo papel como presidente, y volvió a su antiguo puesto cuando su sucesor, Bob Chapek, fue destituido.
Por supuesto, Peltz ya ha ganado lo suficiente en Disney como para justificar el enfriamiento de sus reactores. La decisión de recortar costes es significativa, y le da una victoria fácil. La acción ha subido un 25% en lo que va de año. Por un lado, eso significa que Peltz probablemente haya obtenido un buen retorno. Por otro, corría el riesgo de perder la lucha proxy si hubiera presionado mucho más, ya que los accionistas tienen menos de qué quejarse que cuando empezó. Ganar, visiblemente, es algo que realmente importa a los activistas como Peltz.
Para los accionistas que siguen desanimados por los resultados de la empresa –la acción ha subido un 3% en los últimos cinco años, mientras que el S&P 500 lo ha hecho un 50%– aún hay esperanza. El historial de Peltz demuestra que no necesita estar en la sala de juntas para agitar las cosas. Un ejemplo es la química DuPont. Peltz reveló por primera vez una participación en 2013, y dos años más tarde hizo una oferta para entrar en el consejo. Perdió. Pero se aferró a las acciones y presionó desde la barrera, y al final consiguió lo que quería: el regreso del jefe Ed Breen y una fusión con Dow.
También está la guerra de Peltz con P&G. Su enconada candidatura a un puesto en el consejo acabó en fracaso después de que los accionistas votaran en su contra, o al menos eso pareció en un principio. Un nuevo recuento sugirió que había ganado, y la empresa empezó a impugnar este nuevo resultado, pero se rindió y lo nombró consejero. Incluso después de todo eso, el entonces CEO David Taylor trabajó estrechamente con Peltz para remodelar P&G. Hace unos años, ambos ejecutivos bromearon en la CNBC diciendo que iban juntos a comprar muebles.
¿Podría Peltz acabar en el consejo de Disney? No es descartable. Su batalla habría sido un primer test de un nuevo sistema de votación para las empresas de EE UU, por el que los candidatos de los activistas para el consejo pueden aparecer en la misma tarjeta de votación que las propias opciones de la empresa. Antes, los accionistas tenían que elegir entre una lista u otra. Disney sigue siendo una fortaleza difícil de asaltar, debido a su dispar base de accionistas y a su muy querida marca, pero si resulta que el nuevo modelo da éxitos a los activistas en otras empresas este curso, puede dar a Peltz la oportunidad de reavivar su lucha más adelante.
Por ahora, parecer un jugador de equipo no es malo para este veterano. Otros activistas también intentan cada vez más tomar caminos más amistosos: Bill Ackman ha dicho que intenta trabajar de forma más colaborativa con sus empresas objetivo. Una tregua basada en los esfuerzos de Disney mejora la reputación de ser razonable, mientras que perder una batalla proxy podría haber tenido el efecto contrario. Pero si los resultados de Disney no mejoran, es probable que la Casa del Ratón no haya oído el último rechinar de dientes de su huésped no invitado.
Comcast y Hulu
Iger dice que todo está “sobre la mesa” en torno a la plataforma de streaming Hulu. Es un cambio notable respecto a hace seis meses, cuando Chapek indicó que la empresa estaba ansiosa por comprar el 33% que no posee, en manos del operador de cable Comcast. El CEO de esta, Brian Roberts, tiene buenas razones para hacerse con el control de Hulu en enero de 2024 (o incluso antes), cuando venza un preacuerdo sobre la propiedad, por un valor mínimo de capital de 27.500 millones. Por un lado, las raíces de Comcast están en la distribución, aunque la tecnología haya evolucionado. Hulu produce programas originales, pero en realidad es otro canal por el que se transmiten programas y películas.
Comcast ya llega a unos 15 millones de clientes de cable de EE UU. Posee además el streaming de NBC Universal, Peacock, que tiene 20 millones de abonados, pero Hulu cuenta con 48 millones. Peacock generó unos 2.000 millones en ingresos en 2022; Hulu ganó más que eso solo con los clientes que pagan 88 dólares al mes por un paquete que incluye TV en directo. El resto paga una media de 12 dólares. En total, unos 11.000 millones al año. Usando el múltiplo medio de ventas de 3,5 veces al que cotizan Netflix y Warner Bros Discovery, la empresa Hulu valdría unos 39.000 millones.
Iger ya está limitado por una larga lista de cosas en los que gastar su menguante efectivo. Mantiene la previsión de que Disney+ obtenga beneficios en septiembre de 2024, y planea reiniciar el dividendo. Goldman Sachs prevé que el flujo de caja libre sea de 2.000 millones este año, un 80% menos que hace cinco.
Eso brinda una oportunidad a Roberts. Si Iger está dispuesto a dar licencias de uso sobre el contenido de Disney que se emite en Hulu, Comcast controlaría una plataforma de entretenimiento general con una buena marca. Hay 10 servicios de streaming en EE UU, así que se espera una concentración en el sector. Cuanto antes, mejor.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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