El dato de empleo añade presión a la Fed: el mercado aplaza el recorte de tipos y reduce su alcance
La institución podría hacer una pausa en diciembre, un movimiento que no implicaría el fin del ciclo de recortes


La maquinaria estadística del Gobierno estadounidense empieza a arrancar tras el parón, pero el regreso a la normalidad será más lento de lo que desearían los mercados. Tras mes y medio sin referencias clave para tomar el pulso a la economía, los gestores siguen cada dato con una mezcla de impaciencia y nerviosismo. El informe de empleo de septiembre —que debía haberse publicado el 3 de octubre— tampoco ha ayudado a despejar las dudas. Además de ofrecer datos ya desfasados, presenta señales contradictorias: aunque se crearon 119.000 empleos, superando los 51.000 previstos, se trata de la cifra más baja para un septiembre desde la pandemia. Al mismo tiempo, la tasa de paro repunta al 4,4%, su nivel más alto desde octubre de 2021.
Ante estas señales en apariencia discrepantes, los futuros de los fondos federales (tipos de interés de referencia en EE UU) experimentaron fuertes oscilaciones en cuestión de minutos. Primero se fijaron en el empleo, luego en el paro: las probabilidades de una rebaja en diciembre cayeron por debajo del 30% para estabilizarse en el 40%. En todo caso, muy lejos del 98,8% estimado hace un mes, cuando se daba por hecha la tercera reducción del año, un movimiento que explica, también el peor tono de las Bolsas. “La falta de claridad sobre la salud del mercado laboral en octubre y noviembre podría inclinar la balanza hacia un enfoque más prudente y mantener los tipos sin cambios”, señalan los analistas de MUFG.
A esta incertidumbre se suma la limitación de datos disponibles. El Departamento de Trabajo canceló el informe de nóminas de octubre, por lo que habrá que esperar al dato de noviembre, que se conocerá el 16 de diciembre, seis días después de la reunión de la Fed. Así, la institución solo dispondrá de las cifras de septiembre para tomar decisiones. Estos datos, además de anticuados, son lo suficientemente resilientes como para inclinar la balanza a favor de mantener sin cambios las tasas. El mercado se prepara para que, como pronto, la próxima reducción del precio del dinero llegue en la cita de enero. “Si la Fed no recorta los tipos el mes que viene, creemos que todavía hay muchas posibilidades de que lo haga en enero”, afirma Tiffany Wilding, economista en Pimco. Pero el recorrido es limitado: los futuros de los fondos federales dan una probabilidad del 50% al recorte en el inicio de año, pero no contemplan reducciones adicionales en su escenario principal.
Otras señales económicas aportan matices al panorama. “Las encuestas empresariales, como el informe de empleo privado que elabora ADP o los indicadores del sector manufacturero, dibujan un contexto más sombrío, pero necesitaremos ver aún más debilidad para que la Reserva Federal actúe dentro de tres semanas. Esto sugiere que el organismo tendrá más trabajo por hacer en 2026”, apuntan los analistas de ING. Hace apenas unas semanas, cuando el temor a un enfriamiento mayor de la economía ganaba fuerza, los analistas del banco holandés anticipaban una rebaja para final de año y otras dos en las primeras reuniones del próximo ejercicio.
Los analistas de MUFG creen que si la Fed omite la bajada el próximo 10 de diciembre, se trataría de una pausa temporal y no del fin del ciclo de los recortes. Las actas de la pasada reunión evidenciaron que, pese a que varios miembros alertaron sobre presiones inflacionistas, la mayoría consideró apropiado continuar la flexibilización monetaria a largo plazo. Este matiz refuerza la idea de que, a corto plazo, la prudencia seguirá siendo la guía de la política monetaria. A diferencia del BCE, centrado únicamente en la estabilidad de precios, la Fed tiene un doble mandato: contener la inflación y velar por la salud del mercado laboral.
Una rebaja apresurada de los tipos podría ser contraproducente para la estabilidad de precios, pero la inacción también tiene riesgos. Además de frenar aún más el crecimiento económico en un entorno de aranceles y restricciones, podría provocar un shock en los mercados. En los últimos meses, el furor por la inteligencia artificial, la solidez de los resultados corporativos y las expectativas de tasas más bajas han ayudado a prolongar la fiesta en las Bolsas. Los inversores deberán seguir vigilando los indicadores económicos para calibrar la estrategia de la Fed.
En este contexto de incertidumbre estadística, tensiones comerciales y señales económicas mixtas, el margen de maniobra del banco central se estrecha. Hasta que el flujo de datos se normalice, será el mercado quien marque el compás, atento a cada cifra para anticipar si la pausa de diciembre será un simple paréntesis o el preludio de un 2026 más exigente. Hacer previsiones para el próximo año también se antoja complicado. El presidente de la Fed, Jerome Powell, ha resistido las presiones procedentes de la Casa Blanca, pero su mandato expira en mayo. La cautela del banco central a la hora de bajar los tipos ha servido como ancla de estabilidad financiera en medio del ruido político y la escasez de información.
Sobre la firma


