La división en la Fed está servida: Bowman exige tipos más bajos y Powell pide prudencia
El presidente de la Reserva Federal reconoce que el camino no es sencillo con riesgos al alza para la inflación y de un enfriamiento en el empleo


Los inversores que confiaban en que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, diera alguna pista sobre los próximos pasos a seguir se han quedado con las ganas. El mercado descuenta dos rebajas de tipos en lo que queda de año, pero la máxima autoridad monetaria no lo ve tan claro. En un discurso ante la Cámara de Comercio de Greater Providence, en Rhode Island, Powell ha apelado a la prudencia al reconocer que la situación que enfrenta la Fed es “desafiante”.
Descifrar la ecuación no será sencillo. El banquero central ha advertido de que “los riesgos a corto plazo para la inflación se inclinan al alza y los riesgos para el empleo, a la baja: una situación complicada”. En otras palabras, si la Fed sigue adelante con los recortes de tipos, corre el peligro de alimentar una espiral inflacionista. Pero si opta por esperar, afronta la amenaza de un aumento del desempleo.
Más allá del dilema expuesto por el presidente, la falta de unidad dentro de la Reserva Federal es un hecho evidente. Aunque la reciente rebaja de tipos ayudó a calmar los nervios, las discrepancias entre los responsables de política monetaria están lejos de desaparecer. Las intervenciones del presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, y de la gobernadora Michelle Bowman también sirven como termómetro de estas diferencias: mientras Goolsbee apunta a la inflación como el factor clave, Bowman insiste en que lo más importante sigue siendo la salud del mercado laboral.
A diferencia del BCE, cuya prioridad es la estabilidad de los precios, la Fed tiene un doble mandato: controlar la inflación y velar por el empleo. Durante años, la tarea fue relativamente sencilla: con un mercado laboral ajustado, Powell solo tenía que preocuparse por los precios. Sin embargo, los últimos meses han cambiado el escenario. La revisión a la baja de las cifras de empleo ha obligado a la institución a moderar el tono y a aprobar un recorte de tipos, decisión que Powell calificó la semana pasada como “gestión de riesgos”.
En una entrevista a la CNBC, el presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, ha pedido cautela ante la euforia que han generado las últimas proyecciones. Según el diagrama de puntos, los funcionarios prevén dos rebajas en lo que resta de año y una para 2026. “Con la inflación por encima del objetivo durante cuatro años y medio consecutivos, y al alza, creo que debemos ser un poco prudentes y no ser excesivamente agresivos de entrada”, apuntó. No obstante, Goolsbee no da la batalla por perdida y subraya que las tasas podrían bajar de manera puntual siempre y cuando se consiga disipar la estanflación, escenario que combina un estancamiento económico y elevada inflación.
Powell ha recogido el guante y ha insistido en la necesidad de permanecer vigilantes ante la posibilidad de que los aranceles eleven las presiones sobre los precios. A su juicio, el impacto tardará en trasladarse a las cadenas de suministro, con el riesgo de que los repuntes puntuales se extiendan durante varios trimestres.
Michelle Bowman, por su parte, ha adoptado un enfoque más tajante. En agosto, cuando la Fed defendía la estrategia de esperar y ver, ya había manifestado su apoyo a tres rebajas de tipos este año. La máxima responsable de supervisión bancaria de la institución advierte ahora que corren el riesgo de quedarse rezagados y que es necesario actuar para evitar un mayor deterioro del empleo. En la reunión de junio, Bowman y Christopher Waller, ambos designados por Trump, votaron en contra de mantener los tipos sin cambios.
Durante su intervención en la convención anual de la Asociación de Banqueros de Kentucky, Bowman ha señalado que, tras muchos meses de deterioro en las condiciones del mercado laboral, ha llegado el momento de que el comité actúe de forma decisiva y proactiva para las señales emergentes de fragilidad. “A mi juicio, los datos recientes, incluidas las revisiones de las estimaciones de empleo, muestran que corremos un serio riesgo de estar ya por detrás de la curva a la hora de afrontar el deterioro del mercado laboral”, añadió. Las proyecciones dadas a conocer la semana pasada apuntan a una tasa de paro del 4,5% este año, en línea con las estimaciones de hace tres meses y reducen en una décima las previsiones para el próximo año (4,4%). A diferencia de Goolsbee y Powell, Bowman sigue esperando que los aranceles tengan un impacto pasajero en la inflación.
En un intento por buscar consenso y contener la división interna, el presidente de la institución ha reconocido que el enfriamiento del mercado laboral debe vigilarse de cerca. “Se ha producido una marcada desaceleración tanto en la oferta como en la demanda de trabajadores, un desarrollo inusual y desafiante”, admitió. “En este mercado laboral menos dinámico y algo más débil, los riesgos a la baja para el empleo han aumentado”. Como era de esperar, evitó dar pistas sobre los próximos pasos.
Con un mercado laboral que pierde fuelle, una inflación todavía por encima del objetivo y la presión añadida de la Casa Blanca, Powell y sus colegas afrontan un equilibrio cada vez más delicado. El camino hacia los próximos recortes de tipos promete estar marcado por más fricciones internas que consensos.
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