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Japón claudica ante la tensión de su deuda y los rendimientos a más largo plazo se relajan en todo el mundo

El bono de EE UU a 30 años cae del 5% después de que el gobierno nipón asuma que debe rebajar las emisiones de más duración

japon economia
Nuria Salobral

La volatilidad que las políticas de Donald Trump están inyectando en el mercado de deuda está poniendo en apuros a Japón. El alza de rentabilidades de los bonos ha intensificado la fragilidad de la economía nipona, que soporta un enorme volumen de deuda equivalente a cerca del 240% del PIB. El rendimiento de los bonos nipones a más largo plazo se ha disparado en las últimas jornadas a máximos históricos y han saltado las alarmas en las emisiones de deuda: la subasta a 20 años de la semana pasada registró la menor demanda en una década. Ese ha sido el detonante que ha llevado a las autoridades niponas a preparar con cuidado el terreno para evitar un fracaso en la subasta a 40 años de este miércoles, y que tendría un considerable potencial destructor sobre la sostenibilidad de su deuda. Su iniciativa ha calmado de forma notable a los bonos nipones y se extiende al conjunto de la deuda soberana de más largo plazo, con el bono de EE UU a 30 años por debajo del 5%.

El ministerio de finanzas japonés ha estado tanteando a los creadores de mercado, las entidades que participan activamente en la búsqueda de financiación en el mercado de capitales, para consultarles sobre el volumen adecuado que emitir en la subasta a 40 años de mañana. Y la conclusión, forzada por las condiciones de mercado, es que Japón previsiblemente reducirá el importe que venderá en el mercado. Es la forma más directa de evitar un peligro cierto para sus bonos, lo que ha traído alivio no solo para la deuda nipona sino para el conjunto de bonos soberanos a largo plazo, bajo presión con la política comercial y fiscal de EE UU.

El rendimiento del bono nipón a 40 años, la referencia que se subasta mañana, ha llegado a caer hoy 25 puntos básicos; la rentabilidad del bono japonés a 20 años ha descendido del 2,6% del viernes al 2,3% y la del bono a 30 años, ha retrocedido en 18 puntos básicos, al 2,855%. Dejan así atrás los máximos históricos alcanzados la semana pasada. El rally de su precio, en paralelo a la caída de rentabilidades, se ha contagiado a la deuda estadounidense y europea. Así, el bono de EE UU a 30 años retrocede hoy por debajo del 5%, al tiempo que el dólar se precia el 0,3%, en camino de la que puede ser su mejor sesión en dos semanas.

Para los activos estadounidenses, la iniciativa japonesa de intentar rebajar la presión sobre sus bonos soberanos es un punto de apoyo después de que las decisiones de Trump hayan agitado de nuevo el nerviosismo del mercado sobre la sostenibilidad de la deuda estadounidense. EE UU ha perdido definitivamente la máxima calificación financiera, la triple A, tras la rebaja decidida de Moody’s, que llega años después que las adoptadas por S&P y Fitch. A los inversores les vuelve a inquietar la escasa disciplina fiscal de EE UU, más aún después de que el Congreso estadounidense haya dado luz verde a una reforma fiscal -que aún debe ser tramitada en el Senado- que apunta a disparar el déficit en 3,8 billones de dólares a lo largo de una década, según los cálculos independientes de la oficina Presupuestaria del Congreso (CBO). La inquietud también se disparó la semana pasada en EE UU tras la menor demanda registrada en la subasta de deuda a 20 años.

La opción por la que parece optar Japón de vender menos volumen es una alternativa para rebajar presiones. No en vano, el mercado japonés es el segundo mayor del mundo entre las economías desarrolladas, lo que explica su influencia global de hoy en las rentabilidad a largo plazo de bonos de otras geografías. Además, según explican operadores de mercado, para quienes buscan comprar deuda a largo plazo, la menor oferta de bonos del Estado japonés podría obligarles a dirigir su atención hacia los bonos estadounidenses. Y si reciben más demanda, subirá su precio y bajará su rentabilidad.

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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