Ermira Marika (Pictet AM): “Las mayores oportunidades están en deuda de bancos e inmobiliarias”

Prevé que los bonos con grado de inversión logren retornos del 5% en 2025. Considera que el mayor riesgo a futuro es el repunte de la inflación

Ermira Marika, directora de crédito para mercados desarrollados en Pictet AM, posa en sus oficinas en Madrid. ANDREA COMASAndrea Comas

Con la inflación moderándose, los bancos centrales han comenzado a bajar los tipos para evitar un enfriamiento mayor de la economía. En un contexto en el que efectivo empieza a pagar menos y las Bolsas acumulan revalorizaciones de más del 10% en el año, la renta fija es vista como alternativa menos volátil que la renta variable. Ermira Marika, directora de crédito de mercados desarrollados en Pictet AM, cree que las mayores oportunidades se encuentran en la deuda empresarial de países desarrollados. Licenciada en Administración de Empresas y en Economía y Finanzas por la Universidad de Ginebra y certificada CAIA en inversiones alternativas, Marika dirige un equipo que gestiona más de 26.200 millones de euros en crédito.

Pregunta. En un momento de moderación del crecimiento económico como el actual, ¿la deuda corporativa gana a la soberana?

Respuesta. Ahora que los tipos bajan el efectivo ya no remunera tanto. Ese dinero puede volver a la renta fija. Un entorno de crecimiento moderado como el actual crea las condiciones perfectas para incrementar la exposición al crédito privado, que paga una prima sobre la deuda de gobierno. Las conclusiones del último estudio realizado por Pictet demuestran que en los momentos en los que mejor se ha comportado la deuda corporativa es cuando el ISM se ha situado ligeramente por debajo de los 50 puntos. Esto contribuye a mantener las expectativas de recorte de los tipos. A largo plazo, la relación entre rentabilidad y riesgo en el crédito puede ser una opción más atractiva que la deuda de gobierno y la deuda high yield puede comportarse mejor que la renta variable. La Bolsa, además, depende de muchos más factores entre los que está el riesgo político.

P. ¿Ve el riesgo de impago como una amenaza a medio plazo?

R. No esperamos un aumento de los impagos. Según nuestras estimaciones, la tasa de impago prevista para 2025 rondaría el 3% para la deuda de alto rendimiento (la de más riesgo). Si se redujera al 1%, las primas serían muy reducidas y no compensaría, mientras que si suben al 7% se estaría poniendo en precio un riesgo sistémico. Los bonos grado de inversión experimentan tasas de impago casi inexistentes. Si se combina con el high yield, la tasa general de impago se situaría en torno al 0,8% en Europa.

P. ¿Esperan que se aceleren las rebajas de rating en la zona euro como consecuencia de la ralentización económica?

R. Las empresas cuentan a día de hoy con unos balances más sólidos. A diferencia de los gobiernos, que aprovecharon los tipos cero y las compras de activos de los bancos centrales para endeudarse, las empresas siguieron trabajando para reducir el endeudamiento y aceleraron las refinanciaciones a largo de plazo. En los dos últimos años las empresas optaron por invertir el efectivo. Así que han estado pagando menos en términos de cupones a los tenedores de su deuda que lo que estaban recibiendo por el efectivo. Esto mejoró aún más los balances. La crisis del Covid, además, contribuyó a la desaparición de empresas que ya estaban muy afectadas. Ahora el sistema está más limpio y el apalancamiento parte de niveles particularmente buenos.

P. ¿Dónde ve las mayores oportunidades? ¿Cuáles son sus sectores preferidos?

R. Las mayores oportunidades las vemos en el sector financiero que se encuentra en una situación mucho mejor. La solidez de los balances ha permitido que los eventos aislados, como el rescate a Credit Suisse y las quiebras de la banca regional en EE UU, no tengan el impacto global que tuvieron durante la crisis financiera. Junto al financiero también vemos oportunidades en el sector inmobiliario. Hay suficientes nombres buenos en el sector inmobiliario como para sobreponderarlo y beneficiarse de la bajada de los tipos de interés, que es lo que favorece a esta industria. Los servicios públicos y la sanidad son otros de los sectores que nos parecen atractivos, aunque están más regulados. En la deuda híbrida corporativa mantenemos posiciones en telecomunicaciones y energía.

P. ¿Dentro de la deuda financiera cuáles son los formatos que más les gustan?

R. Depende del apetito por el riesgo y de cuánto tiempo quieras mantener la inversión. La deuda AT-1 [cocos en la jerga] es una opción atractiva si existe apetito por el riesgo y se trata de una inversión a largo plazo, pues proporciona un plus sobre la deuda senior.

P. ¿Han aprovechado la rebaja de tipos y la caída de las rentabilidades para aumentar la duración de sus carteras?

R. Hemos aumentado duración en vencimientos a corto y largo plazo, pero menos en vencimientos medios. De todos modos, en algunos equipos se han centrado menos en duración y más en la normalización de las curvas de la deuda. Es decir, tipos más bajos a corto plazo y más altos cuanto mayor es el vencimiento.

P. ¿Qué previsiones de rendimientos manejáis para 2025?

R. En bonos con grado de inversión hay oportunidades para lograr retornos del 5% y en deuda high yield de hasta del 7%.

P. ¿Qué impacto prevén que tengan las elecciones estadounidenses en el mercado de deuda?

R. A corto plazo podría introducir mayor volatilidad, pero no creemos que muevan en exceso el mercado del crédito a menos que ocurra algo importante en términos de política monetaria. Es decir, que cambien las perspectivas que los inversores tienen de la rebaja de tipos en EE UU. La política fiscal tiene un efecto directo en la inflación y esto podría alterar los planes de la Reserva Federal. Esto sí que tendría un impacto en el crédito. No creo que a largo plazo el resultado de las elecciones vaya a cambiar las perspectivas en el mercado de deuda corporativa.

P. Descartado el resultado de las elecciones como un riesgo a medio plazo, ¿cuáles son los principales riesgos?

R. El principal riesgo que debemos seguir vigilando es la inflación. Eso no quiere decir que preveamos un aumento del IPC como hace dos años, pero un mercado laboral tan ajustado como el actual y unos precios de las materias primas más altos debido a las tensiones geopolíticas podrían ser una amenaza para la estabilidad de los precios. Una inflación en el entorno del 5-7% sería el mayor riesgo, pero las probabilidades que damos a este escenario están entre el 10% y el 20%. Es decir, no son suficientes para modificar nuestra visión.

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