Inversión

Acciones meme, criptos o NFT: los activos de alto voltaje de la pandemia se resisten al olvido

Cuatro años después de la pandemia, las opciones de inversión más agresivas intentan resurgir al calor del bitcoin y en un entorno muy distinto, donde el miedo a quedarse fuera puede más que los tipos altos

Imagen de una exhibición NFT en una galería de arte generada en 3D.

El estallido de la pandemia marcó un antes y un después en la economía global, con ecos que se dejan sentir a día de hoy. La contundente inyección de liquidez con que los bancos centrales respondieron ante la parálisis de actividad fue el caldo de cultivo en el que pocos meses después florecieron fenómenos de inversión hasta entonces completamente minoritarios y marginales. Esa inmensa liquidez, y quizá también el exceso de tiempo libre en épocas de confinamientos y restricciones al movimiento, invitaron a una toma de riesgos que algunos inversores asumieron de forma irracional

La pandemia originó movimientos financieros como el auge de las criptomonedas, las SPAC, las acciones meme, los NFT o un bum por las acciones tecnológicas. Ni mucho menos todos estos activos han sobrevivido al paso del tiempo, pero algunos sí parecen estar viviendo una radiante segunda oportunidad, pese a que el escenario económico actual no invite con claridad a la toma de riesgos.

Hoy las Bolsas mundiales revalidan día a día máximos históricos. Y a esos niveles récord han terminado por sumarse esta semana el bitcoin y el oro. Cara y cruz de lo que podría considerarse un activo refugio. Tal y como advierten desde Citi, “una serie de microburbujas han ido estallando bajo la superficie de los mercados estadounidenses desde 2020, pero el riesgo de que estallen más persiste en la actualidad. El riesgo de microburbujas es especialmente grave para las inversiones en las temáticas más populares”.

El récord del bitcoin ha disparado a las criptodivisas meme, defenestradas en los últimos años

Prueba del desconcierto actual en buena parte del mercado son los máximos del oro: hay quien los atribuye a una búsqueda de refugio ante la posible corrección de una Bolsa en máximos –factor que se suma a la demanda de oro de los consumidores chinos y de los bancos centrales– y quien descarta razones de peso y justifica el récord del metal precioso por el simple contagio del máximo del bitcoin.

Así, el optimismo domina en el mercado a pesar de que el entorno esté plagado de incertidumbres. Los tipos de interés han subido en los dos últimos años a una velocidad no vista en más de 40 años y, a la espera de que empiecen a bajar, el coste de la deuda y el precio para obtener financiación van a mantenerse elevados. El mercado actual está lejos del ecosistema de tipos cero que alimentó el despegue de los criptoactivos y de otros activos de riesgo hace cuatro años. Entonces, encajado el shock inicial del confinamiento, y a medida que la economía iba poco a poco recuperando la normalidad, la consigna que guiaba a los inversores era TINA, el acrónimo en inglés de there is no alternative. Con los tipos al cero, no había más remedio que tomar riesgo en la Bolsa y en activos aún más atrevidos para obtener rentabilidad.

‘Fear of missing out’

El péndulo se ha movido y la consigna actual que permea buena parte del mercado es FOMO (fear of missing out). El miedo a perderse la fiesta que está resucitando no solo al bitcoin, sino a otros activos que parecían muertos y enterrados. Así, la fiebre por el bitcoin está impulsando una nueva ola especulativa entre las acciones meme –títulos sin soportes sólidos por fundamentales y que se disparan únicamente al calor de las redes sociales, que tienen como gran exponente a la empresa de videojuegos GameStop– y entre las divisas digitales meme, su réplica en el mundo virtual. Dogecoin, una criptodivisa con la imagen de un perro que surgió en redes sociales como una broma, se revaloriza en lo que va de año más del 100% y ha alcanzado estos días un valor comparable al de Telefónica.

Los NFT (tokens no fungibles, por sus siglas en inglés), otra de las fiebres que surgieron en 2020 al aplicar tecnología blockchain para crear archivos informáticos únicos y no replicables, se hudieron de forma irremediable en 2023, y muchos de ellos pasaron a no valer nada. Pero desde los rescoldos de la industria de NFTs algunas firmas están intentando recuperar esta actividad, a medias entre la inversión, la especulación más agresiva y el coleccionismo. El temor a quedarse fuera del rally alcista también está detrás del ascenso en Bolsa de los valores relacionados con la inteligencia artificial, en un ascenso imparable en el que algunos ven similitudes con burbujas del pasado, pero que está demostrando tener asideros contantes y sonantes. Los resultados de Nvidia han revalidado el bum bursátil para el conjunto de la inteligencia artificial. El gigante de los microprocesadores superó las previsiones y anunció un incremento de los ingresos del 126% en el año, hasta los 60.922 millones de dólares, y del 581% en el beneficio, hasta los 29.760 millones.

Logo de GameStop en un panel de la Bolsa de Nueva YorkBrendan McDermid (REUTERS)

“Las empresas tecnológicas lo hicieron muy bien en Bolsa durante la pandemia, ahí se empezó a gestar el fenómeno de los siete magníficos. Gracias también al descenso en los tipos de interés. Ahora el viento a favor es por motivos distintos: se espera que los tipos bajen y ha irrumpido la inteligencia artificial. Es una nueva revolución digital, quizá superior a la de los ordenadores personales o los móviles inteligentes. Y todos ellos han sido fenómenos extremadamente rentables”, explica Víctor Alvargonzález, director de estrategia de la firma de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance. Javier Pino, analista de Afi, puntualiza que el bum por la inteligencia artificial, uno de los fenómenos de mercado más exuberantes en la actualidad, no tiene que ver con el de las puntocom en el inicio del siglo. “Aquello fue una gran expansión de múltiplos, pero no había beneficios. En cambio, la inteligencia artificial ya tiene beneficios patentes y un impacto y una adopción generalizadas”, explica.

Reddit, la red social que encumbró a GameStop, prepara su salida a Bolsa en Wall Street

Las acciones de Nvida se han disparado cerca del 90% en lo que va de 2024 y un 280% en el último año. Su capitalización bursátil ya supera los dos billones de dólares, en un ascenso meteórico que bate récords. Con la publicación de sus resultados, logró el mayor aumento de valor en Bolsa conseguido por una empresa en un solo día, superando el récord de 204.500 millones de dólares de Meta.

La empresa fundada y dirigida por Mark Zuckerberg es otro de los siete magníficos que más despuntan en Bolsa este año, más del 40%. Pero el mercado ya empieza a establecer claras diferencias entre las empresas que forman parte del famoso septeto tecnológico. “Ya no tiene sentido llamar a las conocidas hace unos meses como siete magníficas. Sin ir más lejos, hoy en día Microsoft vale casi cinco veces más en Bolsa que Tesla. Parece que los sectores ganadores en el corto plazo son la inteligencia artificial y la salud”, sostiene Juan José del Valle, analista de Activotrade. Tesla cae en el año casi el 30%; Alphabet, el 5%, y Apple, el 9%, debilitado por las dudas sobre las ventas de su producto estrella, el iPhone.

En Citi recuerdan que el liderazgo del mercado está concentrado en un estrecho grupo de valores y temáticas y advierten de la elevada dispersión que se aprecia en torno a los resultados. “Insistimos en un enfoque temático y de selección de valores basado en el apalancamiento operativo, junto con el crecimiento a un precio razonable y la visibilidad de los beneficios”, explican en el banco estadounidense. Es su receta con la que afrontar, según explican, “un entorno en el que muchas microburbujas aún se están deshaciendo o están a punto de hacerlo”.

El declive de las SPAC

Las SPAC son un claro ejemplo de esas microburbujas que surgieron con la lluvia de liquidez de la pandemia y que se han desinflado después. Se trata de vehículos que salen a Bolsa con el solo propósito de fusionarse posteriormente con una empresa, en una operación que dé rentabilidad al inversor. Funcionan como una suerte de cascarón vacío, partiendo de un cheque en blanco que concede el inversor a la espera de que ese vehículo adquiera un negocio prometedor, que habrá encontrado así la manera de cotizar en Bolsa.

Las SPAC alcanzaron su punto culminante en 2021, con un volumen de 162.500 millones en el mercado estadounidense, en más de 600 salidas a Bolsa. El año anterior, el volumen ya había sido de 83.400 millones, en casi 250 operaciones, muy lejos de los 13.600 millones de 2019, antes de la pandemia. Pero el fenómeno el año pasado no llegó a los 4.000 millones, con solo una treintena de salidas a Bolsa, que en lo que va de año se limitan a cuatro en Wall Street, según datos de SPAC Analytics. El SPAC Index se desfonda el 40% desde los máximos de 2021 y si bien remonta el 20% desde octubre, cerca de sus mínimos, también deja un reguero de vehículos en pérdidas o que han tenido que cerrar sin haber cumplido su propósito de hacer una compra, en perjuicio para sus accionistas. La SEC ha anunciado cambios regulatorios que se prevé entren en vigor el 1 de julio y que establecerán un marco más restrictivo para las SPAC, lo que ha contribuido aun más a su declive, más allá del final del dinero barato.

Estos vehículos fueron símbolo de una época ya pasada de dinero gratis que incluso llegó a poner en jaque a Wall Street. Sucedió en enero de 2021 con GameStop, el valor por el que apostó una abundante comunidad de pequeños inversores que se organizaron en la red social Reddit y que desbarataron toda la apuesta bajista contra la empresa de vídeojuegos de los gigantes de Wall Street, que sufrieron pérdidas millonarias. Más de tres años después, GameStop sobrevive como compañía cotizada y Reddit se dispone a salir a Bolsa, ofreciendo a sus propios usuarios participar en la OPV. Tres o cuatro años después, el eterno retorno del que habló hace más de dos mil años el filósofo Heráclito se repite. Ahora nadie quiere quedarse fuera de las ganancias, aunque los tipos estén al nivel más elevado de las últimas décadas.

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