El ojo del dueño engorda el caballo
Aboga por compañías cuyos dirigentes sean disciplinados con el uso de la deuda y que no se dejen llevar por el cumplimiento de las expectativas trimestrales
El dicho “el ojo del amo engorda el caballo” hace referencia a la importancia de la supervisión y el liderazgo efectivo para el éxito de cualquier empresa. Esto aplica a gobiernos, compañías y familias. Un buen liderazgo marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.
La degradación política puede tardar en manifestarse. Un claro ejemplo de ello es Reino Unido. Tras una salida de la Unión Europea no meditada, años de aumento del gasto público y déficits elevados, ahora está pagando el precio. La libra se ha acercado a mínimos históricos, la deuda pública es muy elevada y tiene que hacer frente a una crisis del coste de la vida aun mayor que en otros países del entorno. Todo ello es síntoma de un liderazgo poco disciplinado durante años.
Lecciones de Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores de Estados Unidos y fundador del Tesoro, entendió bien la importancia de la disciplina fiscal. Promovió el uso prudente de la deuda pública cuando fuera necesario, en momentos de crisis y guerra, pero abogó por contener el déficit en épocas de bonanza. Tal como dijo, “los recursos del crédito público siempre disponibles, pero no necesariamente empleados”. Sus políticas sentaron las bases de la prosperidad estadounidense durante generaciones. Como se muestra en el aclamado musical Hamilton, disponible en plataformas de streaming, su vida y obra tienen mucho que enseñarnos hoy sobre liderazgo responsable.
En épocas de crisis tanto los gobiernos como los bancos centrales respondieron de manera enérgica y entendible. En la crisis financiera global de 2008 el balance de la Reserva Federal de EE UU creció un 150% y en la pandemia (2020) otro 120%. Lo malo no es esto, sino que gastamos más de lo que debemos en los tiempos que tocaría ahorrar. El balance de la Fed aumentó otro 80% entre 2010 y 2019 y el déficit americano en 2024 permanecerá entorno al 7%. En España también gastamos mucho cuando hacía falta (emergencia entendible), pero no ahorramos para prepararnos para la próxima crisis. Ha faltado visión y disciplina fiscal por parte de los líderes políticos o lo que viene a ser “el ojo del amo”.
Frente a este sesgo cortoplacista de políticos y bancos centrales, existen alentadores ejemplos en el sector empresarial de “propietarios comprometidos” que piensan en lustros en lugar de trimestres. Uno de ellos es la cadena británica de pubs Wetherspoon, participada en 320 millones de libras por su presidente y fundador Tim Martin. Durante la pandemia solicitó préstamos por valor de 190 millones de libras para superar el cierre obligatorio de sus 900 establecimientos. Pero una vez reabiertos y con la caja volviendo a fluir, ya ha devuelto toda esa deuda y 160 millones más.
Otro caso es el de Ryanair y su mediático consejero delegado Michael O’Leary, que con una participación próxima a los 900 millones de euros es su mayor accionista individual. Gracias a una gestión financiera muy conservadora durante los últimos 30 años, Ryanair afrontó la pandemia con uno de los balances más saneados del sector y con todos sus aviones en propiedad. Esto le permite invertir en tener la flota más moderna (y más eficiente) del mercado agrandando su ventaja competitiva.
En el sector minorista tenemos el caso de la cadena británica Next, participada en 160 millones de libras por su consejero delegado Lord Simon Wolfson, bisnieto del fundador. Además de su estrategia de precios full price, que evita promociones constantes, Next ha sabido adaptarse desde el tradicional modelo de venta puramente físico a un enfoque omnicanal, a día de hoy dominado por el canal digital, que ha sido muy exitoso en las últimas dos décadas. La visión de su “propietario comprometido” ha sido clave para impulsar la transformación digital de Next sin perder su esencia y posicionamiento como referente de moda accesible en Reino Unido. Gracias a esta vigilancia constante, Next ha conseguido multiplicar por diez su cotización en las últimas dos décadas hasta alcanzar máximos históricos.
Estos propietarios diligentes saben que los problemas difíciles casi nunca se arreglan rápido. Toman decisiones que buscan incrementar la capacidad de generación de caja futura haciéndola sostenible en décadas. Esto contrasta con el cortoplacismo que con frecuencia se encuentra en empresas con propiedad dispersa y también en propietarios no diligentes. Sus directivos se centran excesivamente en cumplir expectativas trimestrales, o en satisfacer sus egos.
Ante la falta de disciplina de nuestros dirigentes en el uso de la deuda, los inversores pueden proteger su ahorro a largo plazo mejor en compañías donde el “ojo del amo” vigila, supervisa y toma decisiones buscando éxito en el largo plazo, no cegado por intereses especulativos ni presiones. Estos “caballos vigilados” suelen llegar más lejos, y lo que es más importante, no suelen morir en el intento.
Beltrán de la Lastra es presidente y director de inversiones de Panza Capital
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