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EiDF afronta un nuevo día de caídas en Bolsa tras pulverizar 1.200 millones de euros

La acusación de posible falsedad documental tumba la confianza de los inversores y presiona a la compañía

Nuria Salobral
EiDF

El veredicto de los inversores sobre EiDF ha llegado más de cuatro meses después de la suspensión cautelar y ha sido demoledor. La compañía de energía fotovoltaica volvió ayer a cotizar al BME Growth y sufrió un desplome del 70%. Las órdenes de venta triplicaron prácticamente durante toda la jornada a las de compra, lo que hacía imposible casar un precio de cotización. Al cierre, esa brecha se había ampliado aún más: órdenes de venta por 161.644 acciones frente a órdenes de compra por 34.827 títulos. El precio de cierre, en los 8,93 euros, quedó fijado de acuerdo a la caída máxima establecida por BME Growth en el rango de cotización para el valor, del 70%.

En solo un día, EiDF ha visto evaporarse 1.200 millones de euros de capitalización bursátil, el resultado de pasar de forma drástica de ser el valor estrella del mercado español de pymes –en preparativos para dar su salto a la Bolsa, con un valor de 1.721 millones de euros en el momento de la suspensión– a una compañía bajo sospecha de falsedad documental. Y ante un desfase entre oferta y demanda que duró toda la jornada –ha sucedido con alguna debutante de BME Growth, pero por desequilibrio a favor de las órdenes de compra frente a las de venta–, la sangría bursátil apunta a prolongarse en la jornada de hoy. El rango de fluctuación del valor podría sin embargo verse reducido significativamente, al 25%, según señalan fuentes de mercado, con lo que el desplome sería inferior al de ayer.

La CNMV decidió el pasado 14 de abril la suspensión de cotización de EiDF, que no había presentado en plazo sus cuentas de 2022 y que posteriormente se comprobó recogían diversas irregularidades. La empresa comunicó el 17 de agosto su reformulación y se hizo pública la opinión de su auditor PwC, que ya avisó en ese momento de que “en el curso de nuestro trabajo de auditoría se han puesto de manifiesto incidencias relevantes que suponen la existencia de debilidades significativas en el modelo de gobierno corporativo y el sistema de control interno de la sociedad dominante, las cuales afectan, esencialmente, al área de gestión de contratos, seguimiento de proyectos y partes vinculadas”. Y apuntó además a “la existencia de una incertidumbre material que puede generar dudas significativas sobre la capacidad del grupo para continuar como empresa en funcionamiento”.

Según PwC, EiDF había cerrado 2022 con un fondo de maniobra negativo de 20,93 millones de euros, una cifra que la propia compañía enmendó solo días después al asegurar que había quedado corregida hasta quedar en positivo en los 3,3 millones de euros gracias a las medidas tomadas cinco meses más tarde del cierre del ejercicio, en especial gracias a la reclasificación como deuda a largo plazo de forma temporal de uno de sus préstamos.

Aunque el gran varapalo para credibilidad de EiDF llegó la semana pasada, cuando la CNMV desveló el contenido el forensic realizado por Deloitte y que “incluye un relato de hechos y evidencias de gran trascendencia para los accionistas de EiDF. De entre todas, destacan las evidencias de posible falseamiento de documentos por parte de la compañía”. Asimismo, se señalaba que todos los deudores incluidos en el alcance del forensic presentaban una vinculación directa e indirecta con Fernando Romero, el máximo accionista del grupo. Según el informe, “se identifican numerosas incidencias relativas, entre otras cuestiones, a facturas y pagos por servicios que podrían no haberse prestado o no estar justificados, así como a la falsificación de documentos”.

Desconfianza

La avalancha de órdenes de venta sobre EiDF registrada ayer pone de manifiesto la fuerte desconfianza que han sembrado entre los inversores las advertencias lanzadas en sus informes por los auditores PwC y Deloitte. Pese al desplome bursátil, fuentes próximas a la compañía insisten en defender la viabilidad de EiDF, que cerró 2022 con una facturación de 369,9 millones de euros y un resultado operativo de 33,7 millones. Así consta en las cuentas reformuladas y aprobadas por PwC, aunque el auditor también se quiso curar en salud y apuntó que más adelante podrían “surgir otras cuestiones que pudieran suponer otros posibles errores”.

El largo período de suspensión en Bolsa de la compañía, que rodeó de incertidumbre las cuentas de EiDF durante más de cuatro meses, la dureza de los comentarios lanzados por los auditores PwC y Deloitte y el desplome bursátil de la cotización en la sesión de ayer están poniendo en una difícil situación a la empresa, que había cerrado un 2022 triunfal en Bolsa. El pasado ejercicio se anotó un alza del 478,8%. El valor en Bolsa de EiDF había crecido como la espuma hasta alcanzar un tamaño más propio de la Bolsa que de un mercado de pymes como BME Growth, en el que los requisitos de transparencia e información para las compañías no tienen los mismos estándares que se aplican a las compañías de más capitalización. Los 1.721 millones de valor en Bolsa que alcanzó EiDF antes de su suspensión la situaron por encima de la capitalización de hoy en día de Solaria y Meliá, miembros del Ibex.

Junta de accionistas

EiDF tiene previsto, según comunicó el 21 de agosto, la celebración de una junta general ordinaria de accionistas el 21 de septiembre, en la que figura como primer punto del orden del día el examen y aprobación de las cuentas individuales y consolidadas de 2022 y la aprobación del nombramiento de cuatro nuevos consejeros. La compañía también ha iniciado un profundo cambio en su gobierno corporativo, con la búsqueda de un nuevo consejero delegado y un nuevo director financiero. El control ejecutivo de la compañía está en todo caso en manos de Fernando Romero, presidente, fundador y primer accionista de EiDF, con el 72% del capital, que según señala Deloitte en su informe sobre las cuentas de 2022, participaba de primera mano en la práctica totalidad de las decisiones del grupo.

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Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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