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Inversión
Tribuna
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Recesión a la vista: el mercado laboral de EE UU empieza a desmoronarse

Cada vez hay más señales de que la economía estadounidense se está frenando

Un trabajador en una fábrica de Estados Unidos.
Un trabajador en una fábrica de Estados Unidos.MEGAN JELINGER (REUTERS)

Esta es, a todas luces, la recesión más pronosticada de la Historia. No lo digo yo, lo dice la encuesta que la Reserva Federal realiza a los economistas (Survey of Professional Forecasters) y que ha llegado a otorgar una probabilidad mayor al 40% de recesión económica en los próximos 12 meses, un nivel que no se ha alcanzado desde el inicio de esta encuesta en 1968, que ya es decir. Por otro lado, The Conference Board, una entidad sin ánimo de lucro dedicada al estudio y análisis del ciclo económico desde 1916, otorga una probabilidad de recesión del 99% según sus modelos. De hecho, su propio y popular indicador adelantado sobre la economía estadounidense, declina a tasas negativas desde hace meses, algo que típicamente ocurre antes y durante las recesiones.

Incluso la curva de tipos de interés, por ejemplo el diferencial entre los bonos soberanos de los Estados Unidos a 2 y 10 años, lleva claramente invertida desde julio de 2022, un fenómeno que también suele darse antes de las recesiones.

Todo señala recesión; casi todos piensan que habrá recesión; incluso los economistas de la Reserva Federal, que no su jefe Jerome Powell, piensan así. Pero la pregunta interesante en estos momentos es ¿cuándo llegará la recesión? Y otra pregunta aún más importante es ¿realmente importa desde un punto de vista del inversor en acciones?

Mucha gente piensa que una recesión es cuando se encadenan al menos dos trimestres de crecimiento negativo en el producto interior bruto. El National Bureau of Economic Research, que es el organismo encargado de datar oficialmente el comienzo y final de las recesiones económicas en los Estados Unidos, ni siquiera tiene una definición exacta de qué es una recesión, y simplemente señala que son un declive sustancial de la actividad económica que es generalizado en el conjunto de la economía y que se extiende más allá de unos pocos meses. De esta manera, el organismo se reserva no pillarse nunca los dedos y ser capaz de señalar, ex post y con toda facilidad, cuando fueron las recesiones.

Sin embargo, desde mi experiencia, lo que realmente señala el comienzo de una recesión, es cuándo se empieza a destruir empleo y, en concreto, según lo que muestra el dato mensual laboral de la llamada establishment survey. Cuando este dato pasa de creación a destrucción de empleo, todo el mundo acepta, por fin, que efectivamente se está en un proceso contractivo de la economía.

Es más, ese dato en concreto es el que desata un tsunami en los mercados financieros, porque una vez que se empieza a destruir puestos de trabajo, la Reserva Federal se ve obligada atender a la segunda parte de su mandato legal, que es mantener la máxima creación de empleo posible, lo que viene a significar que probablemente los tipos de interés oficiales tengan que reducirse para conseguir dicho objetivo.

Ahora bien, con una cifra de 253.000 puestos de trabajo creados durante el mes de abril, parece difícil pensar que según esta métrica estemos cerca de una recesión. Sin embargo, este dato suele ser retrasado y otros indicadores alternativos y más adelantados del mercado de trabajo, han empezado a mostrar la alerta roja de que, más pronto que tarde, lo probable es que comience a destruirse empleo.

Por el ejemplo, el Employment Trend Index que calcula la ya mencionada The Conference Board, y que se basa en ocho subindicadores considerados adelantados del mercado laboral, lleva declinando con claridad desde mitad de 2022 e históricamente este indicador ha empezado a declinar antes que el dato oficial de empleo una media de ocho meses.

En otro ejemplo, el número de puestos de trabajo ofrecido por las empresas ha caído ya más de un -15% desde máximos, algo que, al menos desde la Segunda Guerra Mundial, sólo se ha producido en los momentos iniciales de todas y cada una de las recesiones económicas en los Estados Unidos.

Y, por último pero no menos relevante, las solicitudes continuas de paro ya repuntan el 25% interanual, una cifra que desde el comienzo de la serie en 1968, siempre ha coincidido con la entrada de la economía en recesión. Como se puede ver, puede que el dato oficial todavía muestre expansión en el mercado laboral, pero tras la amabilidad de ese dato se esconden indicios contundentes de pronta recesión. Y, en concreto, estos datos nos estarían diciendo que es probable que, o bien la recesión ya haya comenzado, o bien que lo hará durante el verano.

Contestada la primera pregunta, ahora lo relevante es contestar la segunda, la de si, desde un punto de vista inversor, realmente importa saber que estamos entrando en recesión.

Mi respuesta es que probablemente no, o al menos que no va a tener las consecuencias que muchos esperan. Los mercados son mecanismos de descuento de expectativas y cuando hablamos de la recesión más anunciada y pronosticada de la historia, es muy probable que los mercados ya la hayan descontado antes que nadie.

De hecho, las fuertes caídas bursátiles de 2022 se produjeron porque los mercados adelantaron que las rápidas subidas de tipos de interés por parte de los bancos centrales, darían lugar a una recesión económica. Tal y como expresé en esta misma columna el pasado 27 de febrero, mi opinión es que cuando por fin se destruya empleo, eso será un factor muy alcista para las Bolsas de valores, ya que los mercados celebrarán que, por fin, se podrán bajar los tipos de interés oficiales. Y a menor precio del dinero, mayores valoraciones se podrán aceptar por las acciones.

Hugo Ferrer es gestor de carteras en GPM SV y director Club Bursátil Confidencial

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