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Lagarde da por terminado un ciclo de estabilidad y apunta a otro de “inestabilidad permanente”

La presidenta del BCE considera que los riesgos geopolíticos “conducen inevitablemente” a una mayor inflación

Christine Lagarde presidenta del BCE
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en la rueda de prensa del 16 de marzopicture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)

La “relativa” estabilidad disfrutada tras la Guerra Fría “podría estar dando paso a uno de inestabilidad permanente” que reduzca el crecimiento económico, incremente los costes y suma al comercio internacional en la incertidumbre, ha alertado este lunes la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, en una conferencia en el ‘Council on Foreign Relations’.

La francesa ha advertido de que la fragmentación de la economía mundial en bloques opuestos es, paradójicamente, un fenómeno global. Lagarde ha afirmado, citando un estudio reciente, que los riesgos geopolíticos “conducen inevitablemente” a una mayor inflación, un menor dinamismo económico y a una contracción del comercio.

Una situación que ha contrastado con la vivida con el orden posterior a la ‘Guerra Fría’, que permitió el “florecimiento de las instituciones internacionales”, la expansión del comercio, y a los bancos centrales “centrarse en estabilizar la inflación ajustando la demanda sin tener que preocuparse en exceso por la oferta”.

Así, Lagarde ha animado a desarticular esta tendencia impulsada por la nueva realidad geopolítica “reforzando y diversificando las cadenas de suministro, o ahorrando energía” para crear un “círculo virtuoso” que reduzca la volatilidad, contenga la inflación y espolee la inversión.

Por otro lado, la presidenta del BCE ha exhortado a los países europeos a abordar “proyectos largamente postergados” como la profundización e integración de los mercados de capitales, que deben afrontarse de forma holística, y no solo desde una óptica puramente nacional.

Lagarde ha asegurado que culminar la unión de mercados de capitales a nivel europeo será “crítico” para saber si el euro continuará siendo en el futuro una de las principales divisas del mundo, o cederá el testigo al yuan chino o la rupia india, por ejemplo.

En política monetaria, ha defendido las subidas de tipos de interés acometidas por parte del BCE como “útiles”, porque “están empezando a funcionar”, si bien también ha reconocido que el efecto base estadístico, la caída de los precios del petróleo y las menores disrupciones en las cadenas de suministro han jugado un papel a la hora de contener la inflación.

De cara a 2023, la proyección del alza de precios será del 5,3%. A este respecto, Lagarde ha afirmado “que no hay ninguna razón para modificar el objetivo [actual de inflación] a medio plazo del 2%”. “Los bancos centrales deben proporcionar estabilidad en una época en la que hay de todo menos estabilidad”, ha resumido.

Lagarde se ha mostrado también optimista sobre la capacidad de los europeos para superar estos desafíos, citando como ejemplo la rapidez con la que se ha desprendido de su dependencia del gas ruso, ahorrando más allá del 15% de gas propuesto inicialmente por la Comisión Europea.

Lagarde ha defendido la cooperación entre Estados Unidos y Europa como una que “trascienda la pura definición de amistad” y que se materialice en lazos y proyectos conjuntos, como aquellos destinados a localizar y explotar de forma conjunta tierras raras. Preguntada sobre si esto puede hacerse sin medidas proteccionistas, Lagarde ha afirmado que sí es posible, pero sin elaborar cómo.

También ha abanderado la cooperación a nivel más general, “porque somos interdependientes”; “lo que pasa en EEUU importa en el resto del mundo, [...] lo que pasa en Europa también puede afectar al resto del mundo”, ha señalado.

En referencia a China, Lagarde ha estimado que el papel de Pekín en el sistema financiero internacional puede ser útil para la reestructuración de deudas de países de bajos ingresos y frágiles.

Igualmente, integrar al país asiático en el sistema financiero internacional es razonable, pues “no puede ser que algunas de las grandes economías emergentes [...] obtengan una parte relativamente pequeña del pastel”. Además, esto evitaría el refuerzo y creación de instituciones que rivalicen con las ya existentes, fragmentando más la economía.

La presidenta del BCE se ha referido a las criptomonedas, sobre las que ha dicho que “no son divisas” y que aquellas que aseguran ser “activos son más bien pasivos”. A título personal, la gala “tiene sus dudas sobre si deberían siquiera ser reguladas”.

“No quisiera dotarlas de regulación cuando, desafortunadamente, la ciberseguridad se está quedando atrás”, ha razonado. “No debemos pretender dotarlas [...] de una credibilidad y prestigio que ni merecen ni demuestran”, ha añadido.

Asimismo, Lagarde ha asegurado que “respeta que la gente quiera crear instrumentos especulativos”, siempre que estén preparados para perder su inversión. Similarmente, ha expresado su preocupación por el interés que las criptomonedas despiertan en unos jóvenes “que realmente no entienden dónde se están metiendo”.

En este sentido, la francesa ha defendido el euro digital como un medio de pago seguro respaldado por el un banco central que protegerá los derechos de privacidad de los ciudadanos y que se adaptará a una sociedad cada vez más digital.


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