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En colaboración conLa Ley

La abogacía madrileña pone pie en pared contra la violencia a las letradas: el 67% de las amenazas van dirigidas a ellas

El ICAM crea un área específica de atención a las mujeres y registrará cualquier tipo de agresión que denuncien las profesionales

Isabel Winkels, vicedecana del ICAM, y Estela Martín, presidenta de la sección de Igualdad, escuchan el testimonio de una abogada que ha sufrido amenazas.
Isabel Winkels, vicedecana del ICAM, y Estela Martín, presidenta de la sección de Igualdad, escuchan el testimonio de una abogada que ha sufrido amenazas.

El Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) ha presentado este miércoles un plan para proteger a las letradas que sufren acoso y violencia en un encuentro organizado en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se celebra el próximo 25 de noviembre. Muchas abogadas tienen que ejercer su profesión con miedo y angustia tras recibir mensajes amenazantes y advertencias intimidatorias que bien podrían servir para el guion de cualquier película de terror. Es el caso de Eva Papadopulos, que llegó a recibir varias amenazas de muerte al más puro estilo del clásico del cine El Cabo del miedo, cinta en la que un hombre que sale de la cárcel tras ocho años encerrado por un delito sexual acosa y amenaza al abogado que testificó en su contra.

Tal y como cuenta Eva Papadopulos con pasmosa serenidad, un día recibió un mensaje de WhatsApp de un número desconocido con un enlace a una publicación de Facebook. Al abrirlo, se veía la imagen de una mujer que estaba siendo estrangulada por un hombre y un pie de foto en el que se advertía que eso mismo podría pasarle a ella. Días después, a través de otro mensaje de texto, el emisor le informó de que había salido de prisión y reunido el suficiente dinero para “hundirle la vida”. Al poco tiempo, “casualmente apareció rajada una de las ruedas de mi coche”.

“En varias ocasiones han aludido a mi condición de mujer cuando he recibido amenazas”, asegura Papadopulos. En esos casos, “he pedido respeto por mi profesión de abogada informándoles de que renunciaría a su defensa si persistían en su conducta, pero se han terminado jactando de que nunca una mujer les había dejado”.

Dar la cara

Esta escena deja patente la vulnerabilidad y la desprotección de las mujeres abogadas en demasiadas ocasiones. Son situaciones más habituales de lo que puede parecer. El 67% de las incidencias reportadas en lo que va de año al ICAM por amenazas a profesionales de la abogacía, corresponde a mujeres. “Han estado silenciadas muchos años, pero afortunadamente cada vez hay más compañeras que denuncian”, asegura esperanzada Amparo Martínez. Una sororidad que puede romper las cadenas que atan a muchas víctimas.

La letrada alerta sobre la realidad: “en el siglo XXI todavía tenemos que aguantar toda suerte de micro machismos, como que se nieguen a que les defienda una mujer, que, en ocasiones, se tornan en violencia”. Martínez estuvo soportando durante dos años a un acosador que la tenía sometida: “Es una situación que no identificas hasta que te pones en manos de un especialista. Lo asemejo a la violencia de género, porque paraliza y solo quieres salir de ese momento”.

Poner freno a estas flagrantes y lamentables vulneraciones a la integridad física y moral de las profesionales es el objetivo del plan presentado por el Colegio de la Abogacía de Madrid. Los responsables del ICAM denuncian las diferentes formas en que la violencia afecta a las letradas en el desempeño de sus funciones profesionales. Desde el acoso físico o virtual hasta las agresiones directas o el trato vejatorio, el colegio madrileño ha identificado hasta diez tipos de violencia ejercida contra las abogadas. Muchas de ellas se producen en la defensa letrada del turno de oficio, un ámbito en el que las profesionales están asegurando los derechos ante la justicia de personas sin capacidad económica o vulnerables.

“Esta junta de gobierno está comprometida con la defensa de las mujeres abogadas frente a cualquier tipo de trato desconsiderado y, en particular, frente a cualquier tipo de violencia. Esta abarca muchas formas que, en ocasiones, las propias profesionales pueden no tener identificadas. El objetivo de esta campaña es, en primer lugar, que se reconozca que se está siendo víctima de una situación que como profesionales no debemos tolerar y, en segundo lugar, que se denuncie para que el colegio actúe”, explica Isabel Winkels, vicedecana del ICAM.

Tipos de violencia (decálogo)

“Cualquier abogada tiene derecho a no ser víctima de agresiones físicas o psíquicas o de conductas amenazantes, intimidatorias, que limiten o impidan la libertad o independencia consustanciales al derecho de defensa”. El decálogo del ICAM sobre los tipos de violencia a la mujer abogada comienza con esta declaración que es necesaria aún en día. Tampoco tienen que sufrir ningún “trato irrespetuoso o carente de consideración” ya provenga de un funcionario, cliente, compañero o autoridad.

Desde el acoso físico o ciberacoso, pasando por amenazas, trato intimidatorio o trato desconsiderado, ya sean en sala o en los escritos judiciales, discriminaciones, insultos, vejaciones y agresiones, el decálogo de la Abogacía madrileña describe todas las formas de violencia contra las mujeres abogadas para que cualquiera que pueda estar viviendo alguna de estas situaciones lo denuncie.

Entre las prácticas discriminatorias que se consideran violentas se incluyen las demoras injustificadas en la tramitación de un proceso y los obstáculos a las profesionales por el simple hecho de ser mujeres, como las trabas para poder entrevistarse con clientes privados de libertad.

Denuncia

El ICAM recomienda dejar constancia por escrito de la incidencia y comunicarlo al departamento de Defensa de la Abogacía, aportando copias documentales cuando proceda. En este momento se activará donde se activará de manera inmediata el protocolo de actuación en situaciones de acoso, amenazas y/o agresiones a profesionales de la abogacía.

Si bien los casos denunciados normalmente provienen de poderes públicos y sus agentes o funcionarios, se han detectado situaciones de acoso generadas por los propios clientes, la parte contraria o terceros de su entorno. Frente a estos supuestos, el departamento de Defensa de la Abogacía tramita solicitudes de amparo colegial.

Recientemente, la Junta de Gobierno del ICAM aprobó el amparo para una colegiada que sufrió “trato vejatorio y de la conducta acosadora” por parte de un cliente. Según se recoge en el informe de Defensa de la Abogacía del ICAM, “la situación de acoso padecida, no solo por las numerosas intromisiones en su libertad como directora técnica del procedimiento en el que había sido designada, sino también por las continuas amenazas que coartan y condicionan su actuación profesional, le han provocado una situación de malestar psicológico que le ha impedido desarrollar su labor profesional con normalidad”.

“Los profesionales de la abogacía estamos expuestos a situaciones incompatibles con la dignidad de la profesión y que, además, en muchos casos impiden y obstaculizan nuestro trabajo. En el caso de las mujeres, a estas situaciones hay que añadir las que sufren por razón de género: que pueden ir desde un trato vejatorio hasta el acoso físico u online. Es gravísimo, porque no solo afecta a su dignidad personal y a sus derechos, sino que vulnera el derecho de defensa. Ante estas situaciones el Colegio dispone de recursos para actuar, y la prueba son los amparos que aprobamos de forma constante. Pero para poder actuar es necesario que primero se denuncie”, señala Javier Mata, diputado responsable de Defensa de la Abogacía.

Registro

El Colegio de la Abogacía de Madrid va a empezar a registrar cualquier tipo de violencia ejercida contra las letradas en su desempeño profesional, creando un área específica de atención a las mujeres abogadas.

“Es un problema que nos preocupa. Se pueden estar dando estas situaciones sin que tengamos conocimiento de ello: los datos de los que disponemos actualmente no lo reflejan y necesitamos que, si ocurre, emerjan para poder actuar como, de hecho, hacemos cuando tenemos conocimiento de ello”, afirma Isabel Winkels, vicedecana del ICAM.

Datos 2023

De los 24 casos de amenazas sufridas en el ejercicio profesional reportados este año al ICAM, el 67% afectan a mujeres letradas, la mayoría con edades comprendidas entre los 41 y 50 años.

“No podemos quedarnos solo en los datos, porque a veces la visibilización es importante, y en materia de acoso es una cuestión absolutamente trascendental”, señala la presidenta de la sección de Igualdad del ICAM, Estela Martín. Porque estos episodios suceden y se comentan entre las abogadas, “pero muchas veces no se da el paso de denunciar “porque no conoces muy bien cómo lo puedes hacer, o incluso en algunos casos porque llegas a normalizar determinadas conductas que no tienen en absoluto nada normal. Por eso es tan importante visibilizar estas cuestiones”, recalca.

También son ellas las que mayoritariamente denuncian los obstáculos para ejercer la abogacía derivados de la falta de flexibilidad de los juzgados para conceder suspensiones en casos de baja por maternidad o por enfermedad, que se les deniega en un mayor porcentaje. Esto quiere decir que la condición de mujer es una traba en situaciones que afectan por igual a todos los profesionales.

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