Vuelta al cole: hora de replantearse los objetivos de inversión
Para preservar el capital hay que comprar buenos negocios que coticen a buenos precios
La vuelta del verano no es una fecha más. Viene acompañada de una sensación de cambio de curso que nos sigue acompañando a pesar de haber dejado los estudios ya hace años. Es un buen momento para apuntarse a un gimnasio, intentar perder peso o incluso iniciar una colección por fascículos. Pero también es un momento para dar una vuelta a nuestra cartera de inversión y pensar si estamos en disposición de cumplir nuestros objetivos.
Como inversores, el nuevo curso que nos encontramos viene cargado de asignaturas difíciles. El entorno macroeconómico y geopolítico es desalentador. Las guerras, los aranceles y el exceso de deuda son espadas de Damocles, o al menos se perciben como tal.
Por otro lado, las valoraciones del mercado en términos generales no son atractivas. Muchos mercados en máximos históricos y con recuperaciones asombrosas desde la corrección que vimos tras el anuncio de los aranceles. Si miramos con un poco de detalle, el cuadro no ha cambiado demasiado en lo que llevamos de año. Estados Unidos sigue liderando el mercado (al menos si no tenemos en cuenta la depreciación del dólar) y dentro del mercado americano las grandes tecnológicas marcan el ritmo. Europa va mejor pero ha perdido parte de la fuerza de los primeros meses del año en lo que se refiere al impulso político.
Lo primero que tenemos que tener claro como inversores es cuáles son nuestros objetivos. Ya sabemos que el largo plazo y la paciencia son fundamentales. Marcarse como objetivo una rentabilidad para este final de año es como apostar a quien va a ir ganando en los primeros 15 minutos de un partido. Al fin y al cabo, la mayoría de las carteras buscan un equilibrio entre la protección del capital y la rentabilidad a largo plazo. La pregunta es por tanto cómo podemos proteger el capital y cómo podemos al mismo tiempo generar rentabilidad a largo plazo. Nuestra respuesta es que precisamente, se consiguen las rentabilidades a largo plazo gracias a la protección del capital.
La protección del capital a largo plazo solo tiene un camino, que es la renta variable. La renta fija, nunca es fija y a veces no es ni renta. Solo nos garantiza que, en el mejor de los casos, perdemos poder adquisitivo. Pero ¿cómo proteger el capital invirtiendo en renta variable?
Lo primero que tenemos que tener claro es que proteger el capital no es lo mismo que evitar la volatilidad. Esto último, en activos cotizados, es imposible. Los mercados cotizados nos brindan la inestimable ventaja de la liquidez (puedo vender o comprar cuando quiero y a un precio conocido de antemano) pero nos obligan a soportar los sube y baja de las cotizaciones en función de multitud de variables. Si no somos capaces de soportar la volatilidad, lo mejor es no invertir.
Proteger el capital significa no incurrir en pérdidas permanentes o irrecuperables. El inversor en renta variable tiene dos caminos para lograrlo: La calidad del negocio que compra y el precio que paga por ello. Un buen negocio es una protección en sí misma. De la misma manera que también lo es un precio bajo. Imagínese que va a comprar un piso. Una buena zona, una buena casa y unos buenos acabados garantizan que la inversión no será un fracaso. Un precio muy barato también. ¿Lo ideal? Bueno, bonito y barato. ¿Lo real? Bueno y barato (pero no bonito) o bueno y bonito (pero no barato). Invertir en algo malo, aunque sea barato, no suele salir bien.
Hay muchas definiciones de lo que es un buen negocio. Charlie Munger, socio de Warren Buffett, decía que tienes que encontrar un negocio que hasta un idiota sepa gestionar… porque inevitablemente algún día llegará un idiota a gestionarlo. Nosotros somos de la opinión de que hay buenos negocios y/o buenos gestores. Lo ideal es que coincidan las dos cosas, pero hay veces que solo una de ellas nos vale.
Por ejemplo, la compañía británica Next, que opera en un sector tan complicado como el de la moda, pero que gracias a su consejero delegado, Simon Wolfson, ha conseguido no solamente transicionar hacia el mundo digital, también ha aumentado su negocio y ha diferenciado entre lo que hace y vende (marcas propias) frente a lo que solamente vende (marcas de terceros), pudiendo ser el paso previo a una división empresarial formal de ambos negocios. Algo parecido a lo que hizo su tío abuelo, que fundó Great Universal Stores para luego dividirlas en Experian y Home Retail Group . No es casualidad que Simon Wolfson siga teniendo una cantidad importante de la compañía, lo que alinea sus intereses con los accionistas.
La otra forma de protección está en el precio, es decir, comprar cuando algo está barato. Pero ojo, no todo el mundo está preparado. Comprar algo a buen precio significa comprarlo en un momento delicado. Las cosas no están baratas cuando todo parece que va a salir bien. Están baratas cuando parece que casi todo va a salir mal. Cuando o bien la compañía, o todo el sector en el que opera, atraviesa un problema o un momento débil del ciclo. Por ejemplo, en el sector del automóvil. La transición al motor eléctrico, la competencia de los fabricantes chinos y la política arancelaria de Estados Unidos han sembrado de dudas el futuro de los fabricantes europeos.
BMW por ejemplo, llegó a cotizar hace un par de años por encima de 110 euros para hace apenas unos meses estar a poco más de la mitad. A esa cotización BMW era una gran inversión dado que los beneficios que alcanza en un año normal son casi una cuarta parte del total de su valor de mercado ajustado por liquidez. Pero ojo, cuando uno compra barato, tiene que tener en cuanta que casi siempre compra frente a la opinión generalizada, y que no puede esperar que la rentabilidad venga de manera inmediata ni de forma lineal. Es necesario tener algo de paciencia y mucha convicción en lo que uno hace.
El curso que viene es muy exigente para los inversores. Cuando los riesgos conviven con valoraciones (de media) elevadas hay que preparar bien las carteras. Buscar oportunidades en tesis de inversión sencillas, poca deuda y buenos precios. Y paciencia.
Gustavo Trillo es consejero delegado de Panza Capital

