Carteras blindadas para sobrevivir a la montaña rusa de Trump

El sector de la defensa y el lujo, las cotizadas pequeñas de EE UU y el sector de las infraestructuras permitirán reducir la volatilidad

Un parque de atraccionesDiego Simón Sánchez (CUARTOSCURO)

La Bolsa mundial se ha subido en una montaña rusa de emociones tras la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. El sentimiento de mercado se ha vuelto ciclotímico. Puede pasar en solo unas horas de la euforia por el enfoque pro negocios de la nueva administración norteamericana, al miedo cerval por las consecuencias imprevisibles de una guerra comercial a gran escala o por su política internacional agresiva. No en vano, en Rusia, a las atracciones de fuertes subidas y bajadas no las llaman “montañas rusas”, sino Amyerikánskiye gorki —montañas americanas—. Fueron los estadounidenses quienes universalizaron esta afición por las emociones fuertes hace más de un siglo, al igual que fue en EE UU donde se popularizó la inversión en Bolsa. Para quienes no disfrutan tanto de estos vaivenes bursátiles pero quieren seguir sacando rédito a sus ahorros, hay algunas compañías y sectores que pueden amortiguar los golpes en la cartera de inversión.

Descifrar la lógica trumpista se han convertido en el nuevo arcano de los analistas de Wall Street. Un buen ejemplo se ha vivido esta semana a propósito de la imposición de nuevos gravámenes del 25% a las mercancías importadas desde Canadá y México, y del 10% para las que vienen de China. Antes de que las tarifas para sus vecinos del norte y del sur entraran en vigor, el mandatario estadounidense habló con sus homólogos Trudeau y Sheinbaum, y acordó aplazarlas un mes. ¿Cómo evaluar entonces cuál será su impacto? ¿Se acabarán poniendo finalmente en marcha? ¿Por qué importe? ¿A qué más países afectará?

Ronald Temple es estratega jefe de mercado de la gestora de activos Lazard, que administra más de 200.000 millones de euros. Este reputado economista recuerda que, de acuerdo a un estudio del Peterson Institute for International Economics, los aranceles de Trump sobre México, Canadá y China, junto con los aranceles de represalia de esos países, “podrían eliminar entre 1,5 puntos porcentuales del crecimiento del producto interno bruto (PIB) de EE UU en 2025 y otros 2,1 puntos porcentuales en 2026 “. Temple duda mucho de que las tarifas se lleguen a aplicar en los términos iniciales y recuerda que “Trump ya utilizó la amenaza de nuevos gravámenes contra México como arma de negociación en su primer mandato, pero al final se acabaron incluso reforzando sus relaciones y el país se convirtió en el primer socio comercial”.

A pesar de la gran incertidumbre que caracteriza la forma de actuar de Trump, sí que hay patrones evidentes. Por una parte, parece claro que en los próximos años habrá más gravámenes y restricciones a la inmigración, lo que supondrá tensiones inflacionistas; una exigencia de mayor gasto en defensa a los socios de la OTAN; una desregulación generalizada, que beneficiará especialmente al sector bancario; y una apuesta por las compañías que producen en Estados Unidos —el famoso eslogan de campaña America first (EE UU, primero)—, que impulsará a compañías de maquinaria y ligadas al sector industrial.

Francisco Quintana, director de estrategia de inversión de ING, explica que “en general somos bastante optimistas respecto a la Bolsa de Estados Unidos”, en cuanto a aquellos sectores que podrían estar menos expuestos a los bandazos y la agresividad de Trump, el experto menciona “el sector petrolero, aunque ya ha recogido en buena medida el efecto Trump, y también su industria auxiliar”. También menciona a los bancos norteamericanos, otro sector que tiene un sesgo defensivo en las carteras. Además, Quintana se muestra muy positivo respecto al potencial de las compañías estadounidenses de pequeña y mediana capitalización. “Tienen un desfase de capitalización enorme respecto a las grandes, y creemos que las políticas proteccionistas y de fomento del consumo doméstico, van a acabar beneficiándolas, porque suelen ser empresas que tienen unos ingresos muy concentrados en Estados Unidos”. Además, este tipo de empresas más pequeñas tienden a depender menos de las cadenas de producción internacionales, por lo que no les afectaría tanto un encarecimiento de las importaciones de suministros.

Desde la gestora norteamericana MFS —creadora del primer fondo de inversión hace 101 años— consideran que también puede haber otros sectores en los que el impacto de las tarifas sea prácticamente nulo. En concreto, mencionan las empresas de software, los medios de comunicación y entretenimiento; y las de servicios al consumidor. Del mismo modo, “las industrias con un fuerte poder de fijación de precios y productos escasos o no sustituibles estarán mejor posicionados para hacer frente a las repercusiones”. Un buen ejemplo son las compañías del sector del lujo, en las que la imagen creada alrededor de la marca es un foso defensivo que les permite marcar los precios.

Exposición a empresas militares

Otra de las certidumbres más claras dentro de esta nueva era Trump 2.0 es que los países miembros de la Alianza Atlántica van a tener que ampliar su gasto militar. El mandatario norteamericano ha presionado muchísimo para que se alcance un nivel mínimo del 2% del PIB y ha llegado a sugerir que debería subir hasta el 5%. Beltrán de la Lastra, el presidente y director de inversiones de Panza Capital, cree que este movimiento es muy claro “y va a obligar a muchos países a tener que comprar más armamento, lo que puede beneficiar a algunas compañías europeas como la británica Babcock [que tiene contratos de mantenimiento de submarinos nucleares y fragatas con el Ejército de Reino Unido] o las cotizadas francesas Dassault Aviation y Thales”. La gestora Goldman Sachs lanzó ya hace dos años un fondo que apuesta, en parte, por esta temática. En 2024 se revalorizó un 27%.

Este tipo de compañías, además, suele tener contratos a largo plazo con administraciones públicas, otra característica muy apreciada por los inversores en momentos de incertidumbre. Lo mismo ocurre con las empresas de infraestructuras, como las que gestionan autopistas, parques energéticos o sistemas de suministro de agua. En estos contratos, se recogen cláusulas en las que se revisa el dinero que cobran en función de la evolución de los precios, por lo que son una buena oportunidad en momentos de inestabilidad política y riesgo de escalada de la inflación.

Uno de los sectores vinculado a las infraestructuras que más va a crecer durante el mandato de Trump son los centros de datos, imprescindibles para la nueva carrera por el liderazgo de la inteligencia artificial (IA). Ross Cartwright estratega jefe de Bolsa en la firma MFS recuerda que “se prevé que los hiperescaladores [como Amazon o Alphabet] inviertan más de 200.000 millones de dólares en infraestructuras e I+D relacionadas con la IA en 2025″. Esto puede ser una gran oportunidad para empresas que fabrican sistemas de refrigeración, o simplemente para firmas especializadas maquinaria industrial.

Para aquellos inversores a quienes la inversión en Bolsa ya les parezca asumir riesgos excesivos, tienen todavía una oportunidad atractiva en los bonos, que aún pagan rentabilidades atractivas. Connor Fitzgerald, gestor de carteras de renta fija en Wellington Management explica que ahora “puede ser un buen momento para que los inversores consideren el papel de los bonos del Tesoro de EE UU en sus carteras de renta fija”. A su juicio, “los bonos del Tesoro de cinco a diez años ofrecen una oportunidad potencialmente atractiva de rentabilidad total ajustada al riesgo en comparación con duraciones más cortas y más largas”. A día de hoy, el retorno del bono americano a 10 años está en el 4,45%, bastante por encima del dato de inflación.

Konstantin Veit, gestor de carteras de Pimco, argumenta que en Europa es probable que los tipos de interés oficiales “continúen su descenso de forma gradual”. Dado que la inflación se ha normalizado en gran medida, invertir en bonos con plazos más largos se ha vuelto a convertir en una forma de atenuar el riesgo de las carteras. “La renta fija de alta calidad parece atractiva y, en concreto, los bonos a largo plazo en Europa ofrecen una buena alternativa para mitigar el riesgo de las carteras a un precio razonable, por lo que seguimos recomendándolos”, explica el experto en un reciente informe.

Otra opción dentro del ámbito de la renta fija son los bonos emitidos por empresas. Flavio Carpenzano, director de inversiones del gigante estadounidense Capital Group recuerda que “los diferenciales de crédito corporativo siguen estando por debajo de sus medias históricas”. Este experto considera que aún es posible encontrar oportunidades, especialmente en emisiones de compañías europeas. También recomienda los bonos del sector financiero.

El activo refugio por antonomasia es el oro. En los últimos tres años el metal precioso ha vivido una sólida escalada de precios, que podría continuar durante 2025. Diego Franzin, director de estrategias de cartera Plenisfer (parte de Generali Investments), cree que la tendencia positiva se mantendrá “en parte por un posible resurgimiento de la inflación impulsado por las políticas fiscales y comerciales del nuevo presidente Trump”. El inversor subrayan que, independientemente de las tendencias de los precios a corto plazo, “el oro seguirá desempeñando varias funciones clave en una cartera de inversión”, como es la descorrelación respecto a activos de más riesgo.

A la espera de cuáles serán las próximas curvas en la montaña rusa (o americana) bursátil, la apuesta por compañías defensivas, ligadas a la administración o de pequeña y mediana capitalización, unida a una parte de la cartera que se invierta en deuda de calidad a largo plazo, parecen una opción más o menos a resguardo para evitar los sobresaltos.

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