Vicorva, la cosmética fundada por un par de amigos con dos millones de pesetas
Comenzó en 1995 como un negocio de venta de envases para las farmacias. Hoy fabrica marca blanca y propia de belleza, cuidado facial, capilar y corporal

Química Farmacéutica Vicorva nació de la amistad entre Arturo Ortiz, que trabajaba en un bufete de abogados, y Vicente Córcoles, empleado en una firma de químicas que fabricaba perfumes: empezaron a comercializarlos juntos entre sus conocidos, con bastante aceptación.
El éxito de su iniciativa, unido a la inconsciencia propia de sus 27 y 25 años, los llevó a montar su propio negocio de cosmética y perfumería. Vicorva (acrónimo de Vicente Córcoles Valencia) arrancó en Cheste (Valencia) en 1995. Treinta años después, emplea a 38 personas y terminará el ejercicio superando los cuatro millones de euros de facturación.
Córcoles se ríe ahora al rememorar por videollamada los orígenes, pero lo cierto es que fueron duros. Cada socio pidió un préstamo de un millón de pesetas, con sus más que reticentes padres como avalistas. Al principio compraban envases de cosmética y perfumería al por mayor y se los vendían a las farmacias de toda la Comunidad Valenciana para que enfrascaran en ellos sus fórmulas magistrales. “Íbamos con dos maletas gigantes de muestras; no había dinero para catálogos”, recuerda.
Con 38 trabajadores, terminará 2025 con más de cuatro millones facturados
En 2001 contrataron a la que hoy es su directora técnica, y montaron un pequeño laboratorio de 60 metros cuadrados del que salía una crema de manos y una leche corporal, rememora el cofundador. Las ofrecían, como marca blanca, a las oficinas de farmacia. La empresa se fue convirtiendo en un fabricante de cosmética para terceros, con la particularidad de que entregaba al cliente el producto ya envasado y con su packaging. “Un producto llave en mano”, lo describe.

Evolución
Fue en 2010 cuando lanzaron su propia marca, Vicorva —“Nuestros hijos nos piden un poco más de originalidad”, bromea Córcoles—, que ya supone un 40% del negocio, calcula. Eso sí, la fabricación a terceros sigue siendo su fuerte, “lo que nos da el músculo para poder desarrollar nuestros proyectos”, admite.
Las instalaciones se dividen entre los 2.000 metros cuadrados en Cheste, donde está el laboratorio, y otros 3.000 del centro logístico en Buñol, donde se concentran los envases; cuentan con dos máquinas en línea y una producción de 12.000 a 20.000 unidades al día. Sirven a más de 2.000 clientes.
La exportación supuso el 1% de las ventas en 2023, el 1,85% en 2024 y el 4,25% en 2025
La empresa lleva creadas entre 2.000 y 2.500 fórmulas de productos de higiene, tratamientos capilares y cosmética facial, labial, corporal o para hombres. Con un 70%-90% de materia prima de origen natural, declara en su etiqueta. Aloe, rosa mosqueta, aceite de caléndula, aceites esenciales. “Ahora estamos innovando con principios activos de algas del mar. La industria cosmética siempre está buscando nuevos productos, valor añadido y diferenciación”, incide Córcoles.
Vicorva seguía trabajando con distribución farmacéutica, más clientes de venta online, cuando llegó la pandemia. “Nos dimos un buen tortazo”, reconoce su cofundador. De aquella crisis salió un plan estratégico a 10 años, con dos grandes apartados por mejorar: la exportación y el comercio electrónico.
La primera apuesta es, a su juicio, una cuestión de mucho “pico y pala” en terreno latinoamericano, “donde nos interesa estar”: representó el 1% del total de la facturación en 2023, el 1,85% en 2024 y el 4,25% en 2025. La segunda arrancó en 2022, pero es ahora cuando empiezan a darle impulso. “El ecommerce es una de las patas que van a sujetar a la compañía en el futuro”, adelanta.

“Invertir en I+D es vital para nosotros”, afirma el fundador
“Hace ya años que nos dimos cuenta de que para nosotros invertir en I+D era vital”, manifiesta Vicente Córcoles. Desde esta convicción, Vicorva tiene en marcha un departamento con dos personas dedicadas exclusivamente a formular nuevos productos: en la última década ha desarrollado cosmética antipolución, para pieles sensibles o sometidas a tratamiento oncológico.
Ha impulsado una línea pionera de cosmética natural, con el apoyo del CDTI Innovación y fondos europeos Feder, que persigue reducir el uso de agua dulce, sustituyéndola por aguas vegetales recicladas, e incorporar materias primas de origen natural obtenidas mediante procesos de reaprovechamiento. Sus envases y packaging cuentan con certificación cero residuos. El cofundador asegura que pueden competir en calidad; también en rapidez a la hora de atender los pedidos: “Tenemos más de un millón de euros en stock”, anuncia. “Pero estamos un poquitín peor en marketing; no somos capaces de llegar donde llegan las grandes firmas”, admite.
Observa con temor la concatenación de crisis y conflictos internacionales que encarecen los precios de las materias primas y amenazan las cadenas de distribución globales. Los socios quieren ampliar su capacidad productiva, “y aumentar el número de trabajadores antes de jubilarnos”, acota. “Ambos tenemos una ambición enorme por continuar, y nuestros hijos se están curtiendo fuera de la empresa, pero llegado el momento nos encantaría que hicieran el relevo generacional”, confiesa.

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