Conjura catalana para reescribir el guion de la gran evasión
El Sabadell asumió hace meses que necesita recurrir a todas las instancias posibles para defenderse de la ofensiva vasca


El Banco Sabadell asumió hace tiempo que contrarrestar la opa del BBVA implicaría desplegar una estrategia defensiva total. Su presidente, Josep Oliu, es poco aficionado al fútbol, pero lo mismo él que el consejero delegado de la entidad, César González-Bueno, han diseñado una táctica que ha priorizado evitar encajar y, si acaso, salir al contraataque si se da alguna oportunidad. La cúpula directiva del banco catalán modera sus manifestaciones en público, pero en círculos reducidos reconoce que recurre a toda la munición posible para evitar la absorción por parte del BBVA. “Hablar con quien convenga” manifiestan fuentes del cuadro de mandos del banco vallesano. Y eso implica contactos al más alto nivel político, toda vez que será el Gobierno quien, apelando al interés general, tendrá la última palabra y la potestad para endurecer o rebajar las condiciones. González-Bueno ya dejó claro hace unas semanas que la opa “pone en peligro el bienestar de España”.
Para el Sabadell no es nuevo entablar conversaciones con el Gobierno. El regreso de la entidad a Cataluña, oficializado el pasado mes de enero, se fraguó después de valorar el impacto político que implicaba la operación. Tras marchar a Alicante en 2017, en plena ebullición del procés independentista, la dirección de la entidad siempre estuvo atenta a la posibilidad de recorrer el camino de retorno.
En agosto del año pasado, el PSC recobró la presidencia de la Generalitat con Salvador Illa y el independentismo perdió la mayoría en el Parlament. El president se marcó como una prioridad devolver la “normalidad” institucional a Cataluña. En los despachos ejecutivos del Sabadell se activó una alerta para empezar a comprar billetes de vuelta. Pasaron meses, casi medio año, hasta dar con el momento oportuno. Hasta entonces, la mudanza se había despachado como si fuera un tema en el que no merecía perder el tiempo, en cada declaración pública de los responsables del Sabadell.
Pero, de pronto, pasó a ser la más “lógica” de las decisiones. “Estamos donde debemos estar llamándonos Banco Sabadell”, declaró González-Bueno al hacer la primera presentación de resultados en Sant Cugat del Vallès (Barcelona). “Nosotros, de los bancos españoles somos el catalán, y pese a que hemos pasado siete años en Alicante, hemos seguido siendo un banco catalán”, defendió Oliu en la junta de accionistas celebrada en marzo en Sabadell.
Cataluña es una pieza capital para el Gobierno de Pedro Sánchez, dadas las escasas picas que tiene el PSOE. Más allá de la Moncloa solo controla Asturias, Castilla la Mancha y Navarra, pero Sánchez se ha arremangado en Cataluña. Illa, su exministro de Sanidad, juega un papel fundamental en el puzle para reforzar el papel de partido de gobierno. La buena sintonía entre ambos es total e incluso el nombre de Illa surge, de momento en voz baja, cuando se hacen porras sobre quién podría tener opciones de relevar a Sánchez, si llegara el momento. Además, la aprobación de la ley de amnistía, reclamada por los partidos independentistas y con un consenso amplio en Cataluña, supuso una apuesta arriesgada para los socialistas. Mostrar ahora frialdad con un asunto catalán, y el futuro del Banco Sabadell lo es, podría menguar las complicidades ganadas. La reacción de Salvador Illa, el mismo miércoles por la noche, da a entender que queda tela por cortar: “Analizaremos con rigor el informe [de la CNMC] y todos los datos y análisis para actuar con coherencia, defendiendo por encima de todo los intereses de Cataluña”.
Con el regreso de las sedes sociales del Sabadell y de la Fundación La Caixa y de su sociedad de inversiones, Criteria, el gobierno socialista catalán ha hinchado el pecho e Illa ha presumido de que es “un síntoma de estar haciendo las cosas bien”. Ver cómo el Sabadell desaparece bajo la capa azul del BBVA no genera demasiados reparos en la CNMC, pero rompe muchos planes.
Josep Sánchez Llibre, presidente de Foment del Treball, ha vaticinado más regresos de compañías de peso a Cataluña. Pimec, la entidad que preside Antoni Cañete y que tiene a 150.000 pequeñas y medianas empresas asociadas, ha mostrado “preocupación y desacuerdo” por la aprobación de la opa sobre el Banco Sabadell y alerta de “riesgos persistentes para las pymes y la equidad territorial”.
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