Europa y Reino Unido, una relación económica por reconstruir
Las barreras arancelarias y burocráticas han golpeado duramente la relación comercial británica con la Unión Europea. En este contexto el gobierno laborista de Keir Starmer busca estrechar los lazos con Bruselas, aunque rechaza posibles concesiones en el campo aduanero o la movilidad
Un nuevo inicio para las relaciones entre el Reino Unido y Europa. Ese es uno de los objetivos que persigue el nuevo gobierno británico encabezado por Keir Starmer. Tras vencer a los promotores del Brexit en las elecciones, los laboristas pretenden moderar el daño económico ocasionado por el divorcio de la Unión Europea (que le costó un 4% del crecimiento del PIB según estimaciones). El interés es recíproco: Starmer ya ha sido invitado a una cumbre informal de líderes de la UE en febrero (la primera de este tipo para un líder británico desde su salida de la UE). Si bien el tema principal del encuentro será la seguridad y las posibles respuestas al nuevo gobierno estadounidense, los expertos anticipan que puede ser una oportunidad clave para que los británicos reconstruyan puentes con su principal socio comercial.
El Brexit supuso un golpe colosal para la que antes era una de las economías más fuertes y dinámicas de Europa. De hecho, los analistas consideran que, si bien los británicos se han logrado recuperar en ciertos aspectos, su antiguo brillo ya no está presente. “¿Cómo calificaríamos la economía del Reino Unido en los últimos años? No es demasiado controvertido decir que se ha parecido mucho al buffet de una fiesta navideña de oficina: gris y poco apetecible. Sin duda, ha hecho su trabajo, pero le ha faltado sabor”, sentencia Alex Everett, director de inversiones de Abrdn.
En el tercer trimestre de 2024, el crecimiento británico fue de 2,9% (por debajo del 4,6% de media de la Eurozona). La OCDE proyecta que en 2025 crezca un 1,7%, el FMI un 1,5% y Goldman Sachs un 1,2%. Por este motivo, mejorar la relación comercial con Europa se vuelve crucial para evitar el estancamiento.
En este contexto, Everett pondera que, en su primer presupuesto, el Gobierno de Starmer añadió algunos “sabores relativamente atrevidos” a la receta económica. “Incluía aumentos del endeudamiento, el gasto y los impuestos, con un firme compromiso de prudencia fiscal. Con todos estos ingredientes, sin embargo, nosotros y el mercado no estamos del todo seguros de cómo sabrá el plato final”, expresa el analista de Abrdn.
Ante esta situación, diversos líderes políticos han solicitado mayor integración con la UE para potenciar la economía, entre ellos el alcalde de Londres, Sadiq Khan. Algunos expertos calculan que la capital perdió unos 40.000 profesionales financieros a causa del Brexit, siendo Irlanda la principal beneficiada, junto a Milán, París y Ámsterdam.
Aranceles y burocracia
Los británicos reconocen que, en parte, el coste económico se debe a los nuevos muros burocráticos. Si bien existe un acuerdo de comercio y cooperación (TCA por sus siglas en inglés) con la UE, que entró en vigor en 2021 para evitar los aranceles, los exportadores deben realizar una serie de trámites para demostrar que sus productos cumplen con las normas de origen y que no proceden de terceros países para poder beneficiarse. Este proceso ha sido calificado por el Gobierno británico como “oneroso”, argumentando que muchas empresas prefieren pagar los aranceles que invertir tiempo en realizar los procedimientos.
“El TCA no incluía aranceles, pero sí barreras al comercio, como controles y trámites aduaneros, requisitos de normas de origen, impuestos especiales, controles sanitarios y fitosanitarios sobre el movimiento de animales y plantas, y la necesidad de que los exportadores demuestren que sus productos cumplen con las regulaciones en su mercado de destino”, indica un estudio de London School of Economics publicado recientemente, donde se detalla que las más golpeadas han sido las pequeñas empresas.
De forma similar, un estudio reciente de Aston Business School (ABS) revela fuertes caídas en las exportaciones (27%) e importaciones (32%) del Reino Unido con la UE entre 2021 y 2023. “La contracción del comercio se atribuye a reducciones tanto en la variedad de bienes exportados [33%] como en el margen intensivo de las importaciones [28%]”, asegura la investigación.
En 2023, las exportaciones de bienes y servicios del Reino Unido ascendieron a unos 1,039 billones de euros y las importaciones a unos 1,057 billones de euros según cifras oficiales. La UE representó el 41% de las exportaciones de bienes y servicios británicos y el 51% de las importaciones en el mismo año. El déficit comercial con la UE fue de unos 114.660 millones de euros en 2023, según cifras oficiales del gobierno británico.
El estudio de ABS agrega que el TCA ha causado “graves perturbaciones” en la cadena de suministro entre el Reino Unido y la UE, en particular en bienes de consumo e intermedios. “Las diferencias sectoriales sugieren que las economías más pequeñas de la UE se han visto más afectadas por la reducción de las variedades de exportaciones del Reino Unido, mientras que las más grandes, como Alemania y Francia, han experimentado caídas menores. Las medidas no arancelarias, especialmente en productos agroalimentarios, textiles y de fabricación basada en materiales, han afectado significativamente a las exportaciones”, afirman los expertos de Aston Business School.
“La UE es el socio comercial más importante del Reino Unido en el mundo. Pero cuatro años después de que terminara el período de transición del Brexit y de la implementación del Acuerdo de Comercio y Cooperación, está claro que el comercio transfronterizo y la producción económica están siendo frenados. Lo que se necesita es un reinicio pro-crecimiento y pro-empresarial de nuestra relación económica. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria ha respaldado repetidamente su conclusión central de que la intensidad del comercio ha caído un 15% desde 2021, con un impacto del 4% en el PIB del Reino Unido a largo plazo como resultado”, expresa un informe reciente de la Asociación de Cámaras de Comercio Británicas (BCC por sus siglas en inglés).
¿Un nuevo comienzo?
En este contexto, la Canciller de Hacienda de Reino Unido, Rachel Reeves, enfatizó a inicios de diciembre el deseo de su país de impulsar y “reiniciar” los vínculos entre su país y Europa: “Creo que una relación económica más estrecha entre el Reino Unido y la UE no es un juego de suma cero. Se trata de mejorar nuestras perspectivas de crecimiento. El restablecimiento de las relaciones consiste en hacer lo que sea mejor para nuestras economías compartidas y para quienes dependen de ellas. Eso significa derribar barreras al comercio, crear oportunidades de inversión y ayudar a nuestras empresas a vender en los mercados de cada una de ellas”, declaró durante una presentación frente al Eurogrupo a inicios de diciembre.
Sin embargo, por parte de Bruselas no parece haber intención de modificar las condiciones a menos que Londres haga concesiones significativas. Distintos líderes europeos han reiterado que los británicos no pueden recibir condiciones similares a las que tenían cuando pertenecían a la UE tras haber renunciado a la membresía. “La perspectiva de la UE es de no admitir una selección privilegiada de acceso con menos fricciones al mercado único. La posición del gobierno del Reino Unido es la de no establecer una unión aduanera ni un acceso al mercado único que requiera la libre circulación de personas. Pero hay muchas áreas claras en las que es posible mejorar la relación comercial transfronteriza; las empresas piden”, ponderan desde BCC.
Dicho esto, todo indica ni el Reino Unido ni la UE consideran que sea el momento adecuado para una revisión a fondo del TCA. “Las líneas rojas del gobierno del primer ministro Keir Starmer [no a la libre circulación de personas, no a un mercado único, no a la unión aduanera] son notablemente similares a las establecidas en 2017 por la entonces primera ministra Theresa May como objetivos de negociación del Brexit del gobierno”, comenta Ignacio García Bercero, investigador de Bruegel, en un análisis publicado recientemente.
No obstante, García Bercero resalta que el contexto geopolítico podría obligar a Europa y Reino Unido a encontrar una solución: “La política comercial también debe considerar ahora cómo promover la seguridad económica en un contexto de competencia geopolítica entre Estados Unidos y China, cómo contribuir a las transiciones climática y digital y cómo asegurar una articulación adecuada entre las políticas comerciales e industriales, al tiempo que se aumenta la productividad y el crecimiento”, indica el experto de Bruegel.
Efecto Trump
A pesar de que por ahora se ha declarado “neutral” (y de que los pronósticos auguran un crecimiento superior a la UE en 2025), los expertos coinciden en que, durante los próximos años, Reino Unido tendrá que decidir si cede ante Europa o decide seguir navegando el escenario internacional por su cuenta. Los posibles aranceles del 20% impuestos por gobierno de Donald Trump podrían costarle a los británicos hasta 26.550 millones de euros en exportaciones anuales, según han estimado algunos analistas. En esta línea, el gobierno de Starmer debe elegir si profundizar los lazos con su principal aliado comercial o apostar por la nueva administración estadounidense.
“Dada la apertura de la economía británica, un cambio global hacia mayores aranceles podría perjudicar las perspectivas de crecimiento del país. Por otra parte, informes recientes han indicado que Estados Unidos podría considerar ofrecer al Reino Unido un acuerdo de libre comercio a cambio de posibles cambios en las normas alimentarias y un mayor acceso al mercado para las empresas de atención médica estadounidenses”, indica un informe de Goldman Sachs.
En cuanto a la UE, las ventajas de fortalecer sus relaciones con Reino Unido no son solo económicas, sino que se alinean con sus estrategias energéticas y de seguridad “Para la UE, fomentar vínculos más fuertes con el Reino Unido no es solo una cuestión de pragmatismo económico. También se trata de mantener valores compartidos y un compromiso con el liderazgo mundial en áreas como la sostenibilidad, la transformación digital y la resiliencia en las cadenas de suministro”, expresa Peter Bell, Presidente del Comité Ejecutivo de BCC.
“El Reino Unido también podría buscar vínculos más estrechos con la UE: el gobierno planea alcanzar un acuerdo veterinario y la canciller Rachel Reeves ha insinuado una armonización regulatoria en el sector químico. Pero el impulso al crecimiento que generarían estos avances no sería suficiente para reducir significativamente los costes del Brexit y podría ir en contra de unas relaciones comerciales más estrechas con los EE UU”, apuntan desde Goldman Sachs.
Probablemente, en los próximos meses se vean mayores indicios sobre la posible posición de Reino Unido frente a la UE. Por el momento, uno de los avances más recientes en la relación ha sido la aprobación en diciembre de un acuerdo con el Reino Unido sobre las posibilidades de pesca de más de “80 totales admisibles” (monto máximo de capturas en una región) para las poblaciones que gestionan conjuntamente la UE y el Reino Unido en virtud del Acuerdo de Comercio y Cooperación entre la UE y el Reino Unido. “El acuerdo garantiza a los pescadores de la UE los derechos de pesca para 2025 en el Atlántico y el mar del Norte, y su celebración en tiempo oportuno asegurará estabilidad y seguridad para los pescadores de la UE y para el sector”, afirmaron fuentes oficiales de Bruselas. Este era uno de los rezagos pendientes del Brexit que más interesaban a los británicos.
“A medida que Estados Unidos se vuelve cada vez más aislacionista, se centra en la competencia total con China y abandona el multilateralismo y el libre comercio en favor de una doctrina más proteccionista, la asociación con la UE resultará mucho más natural para el Reino Unido. Dejando de lado los valores más cercanos, la realidad geográfica de Gran Bretaña hace que acercarse a la UE y a sus miembros sea menos una opción que un imperativo estratégico, incluso si corre el riesgo de provocar la ira de Trump”, expresó Anand Sundar, investigador del think-tank ECFR en un análisis reciente.