¿A prueba de balas?: la guerra pasa factura a la economía de Rusia después de tres años
La reciente inestabilidad del rublo y los movimientos en la política monetaria del Kremlin parecen indicar que la estabilidad económica rusa se tambalea. Los expertos, sin embargo, consideran que mientras Moscú siga teniendo el ingreso por exportaciones energéticas, la caída tardará en llegar
Tras resistir casi tres años de guerra contra Ucrania, las finanzas de Rusia finalmente parece que se tambalean. En las últimas semanas, las variaciones en el precio del rublo han hecho evidente que las arcas del Kremlin sufren cada vez más, y que aliados como China son incapaces de compensar el vacío de consumo que dejaron los países europeos en sectores tan relevantes como la exportación de gas natural. En este contexto, los expertos se plantean una cuestión: ¿cuánto más podrá resistir el Gobierno de Vladimir Putin en el poder antes de que las élites económicas le den la espalda?
Desde la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, el Consejo de Europa ha adoptado 14 paquetes de sanciones contra Rusia y Bielorrusia (el último, en junio de este año). Según informan fuentes oficiales de Bruselas, las sanciones están orientadas a “debilitar la capacidad de Rusia para financiar la guerra y se dirigen específicamente a la élite política, militar y económica responsable de la invasión”.
Dicho esto, las fuentes aclaran que las medidas restrictivas no se dirigen contra la sociedad rusa y que sectores como la alimentación, la agricultura, la salud y los productos farmacéuticos quedan excluidos de las medidas restrictivas impuestas. Así, desde 2022, las exportaciones de la UE a Rusia han disminuido un 58% y las importaciones procedentes de Rusia, un 86%, aunque se calcula que exportaciones valoradas en unos 3.000 millones logran evadir las sanciones.
No obstante, las mencionadas medidas no han tenido el resultado esperado. Si bien el PIB ruso cayó un 2,5% tras el inicio de la guerra y con las primeras sanciones, en 2023 creció un 3,6%, y se estima que a finales de 2024 haya crecido entre un 3% y un 4%. Las principales fuentes de ingresos del país siguen siendo la exportación de materias primas y su industria armamentista (beneficiada por el conflicto). Cabe destacar que numerosos expertos han criticado la veracidad de estos pronósticos de crecimiento.
Justamente, son los sectores vinculados a la guerra los que han permitido al Gobierno de Moscú mantener su economía a flote. Sin embargo, los expertos cuestionan que este modelo pueda continuar mucho tiempo “El Ministerio de Finanzas de Rusia estima que el apoyo fiscal por sí solo ascendió al 11% del PIB entre 2022 y 2024, lo que representa una marcada ruptura con la política presupuestaria anterior”, asegura Heli Simola, economista del Banco de Finlandia, en una publicación reciente. “Esta estrategia es insostenible a largo plazo, incluso si Rusia hasta ahora no enfrenta desafíos financieros serios gracias a las subidas de impuestos, el aumento del endeudamiento interno y el drenaje del ahorro nacional”, enfatiza la experta.
A pesar de esto, Rusia ha redoblado la apuesta y planea aumentar significativamente su gasto militar una vez más en 2025. A inicios de diciembre, Putin aprobó su mayor presupuesto de defensa hasta la fecha, que abarcará cerca de un 32,5% del gasto total del Gobierno. En 2025, el Kremlin asignará unos 126.000 millones de dólares (28.000 millones más que en 2024) a este sector, lo que equivale al 32,5% del gasto gubernamental.
¿A prueba de balas?
Si bien la economía rusa ha logrado resistir las presiones impulsando el gasto militar, los expertos destacan que tanto la producción de armas como el reclutamiento de soldados son cada vez más caros. “En los últimos dos años, la fuerte demanda gubernamental ha desencadenado un auge bélico en partes de la economía rusa. Los ingresos han aumentado y hay un nuevo optimismo sobre la economía. Sin embargo, debido a la escasez de mano de obra y el impacto de las sanciones occidentales, el crecimiento económico se ha estancado este año, mientras que la inflación se ha mantenido obstinadamente elevada”, indica Janis Kluge, investigador del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas en alemán), resalta en un análisis reciente.
Otro síntoma de que algo no va bien en la economía rusa fue la decisión de elevar los tipos de interés al 21% hace un mes, un aumento récord en los último 10 años. “Esta vez parece que los tipos de interés altos van a durar mucho más tiempo. El actual ciclo de subidas de tipos comenzó en agosto de 2023 tras el debilitamiento del rublo y la creciente inflación. Los tipos han subido un 5%, hasta el 21% actual, desde que alcanzaron el 16% a principios de 2024″, apunta Alexandra Prokopenko, investigadora de Carnegie Endownment for Peace, en un análisis reciente.
Prokopenko enfatiza que, a medida que los tipos suben, los líderes empresariales han vuelto sus ataques contra el banco central. Según la experta, un ejemplo de esto serían el multimillonario Oleg Deripaska, que ha criticado repetidamente los aumentos, y el magnate del acero Alexei Mordashov se quejó de que se estaba sofocando el desarrollo empresarial. Asimismo, recuerda que Sergei Chemezov, jefe del conglomerado Rostec, dijo que Rusia podría verse obligada a detener las exportaciones de armas.
“Las recientes críticas han sido particularmente notables porque han venido acompañadas de una propuesta concreta, presentada por el RSPP [la patronal de empresarios rusos], de que el banco central debería estar obligado a conseguir que el Gobierno firme un documento importante, las Direcciones principales de la política monetaria, en el que el regulador explica su toma de decisiones, ofrece pronósticos y justifica las predicciones anteriores”, señala Prokopenko.
“El fuerte impulso actual del gasto público en las ramas relacionadas con la guerra enmascara las consecuencias negativas a largo plazo de la guerra y de las políticas rusas. El crecimiento económico ruso se limita en gran medida a las actividades relacionadas con la guerra. En el resto de la economía, el desarrollo ha sido modesto. Cabe destacar que parte del crecimiento de la producción y la inversión asociado con el esfuerzo bélico se destruye rápidamente en el campo de batalla, lo que hace poco por mejorar el bienestar de la sociedad rusa. Las cifras del PIB ruso muestran un cambio hacia la actividad militar-industrial y la canibalización de las redes de bienestar social y de protección del consumidor a largo plazo”, sentencia Simola.
En este contexto, el Ejecutivo de Moscú parece reconocer que algo ha cambiado. El ministro de Economía ruso, Maxim Reshetnikov, indicó recientemente que su país tendrá que hacer algunos ajustes para navegar la actual situación. “Es evidente que será necesaria una adaptación a las nuevas sanciones antirrusas, incluidos cambios en los mecanismos bancarios y en los canales de entrada de divisas al mercado ruso”, afirmó Reshetnikov ante las reciente variaciones en el precio del rublo.
El factor energético
A pesar de las mencionadas complicaciones, los expertos coinciden en que mientras el Kremlin siga teniendo el respaldo de sus ingresos por exportaciones de materias primas, podrá seguir demorando (o por lo menos amortiguando) su debacle. Así, la derrota económica de Rusia parece distante mientras este ingreso no se reduzca. “Para debilitar la maquinaria de guerra de Putin, Occidente necesita imponer restricciones adicionales y, al mismo tiempo, explorar formas de mejorar la implementación”, comenta Oleksiy Zagorodnyuk, investigador de Atlantic Council en una publicación reciente. Zagorodnyuk destaca que en 2023 los ingresos del petróleo y el gas representan más de un tercio del presupuesto ruso, pero que las sanciones no están siendo efectivas.
“Desde el inicio de la invasión rusa, la medida más importante impuesta a las exportaciones energéticas rusas ha sido el tope de precios. Esta medida tenía por objeto limitar los ingresos rusos por las ventas de petróleo sin interrumpir el suministro global al restringir el precio que Rusia recibía por barril. Sin embargo, se ha hecho evidente que la eficacia del tope de precios depende en gran medida de la aplicación y la selección de los objetivos”, apunta el investigador.
Zagorodnyuk detalla que Moscú ha podido eludir las restricciones occidentales vendiendo a clientes importantes como China e India. “Para ayudar en este proceso, el Kremlin ha desarrollado una red de alrededor de 1.400 petroleros que operan fuera de la supervisión occidental. A esto se le suele llamar flota en la sombra. Abordar los desafíos creados por la capacidad de Rusia para sortear las restricciones marítimas requerirá considerable creatividad y determinación”, añade el experto.
“La UE aún no ha impuesto sanciones a las importaciones de gas ruso y gas natural licuado [GNL] porque las sanciones requieren el consentimiento unánime de todos los Estados miembros, y Hungría ha bloqueado sistemáticamente tales medidas. No obstante, las importaciones de gas ruso en Europa han caído del 40% a menos del 15% del suministro total incluso sin sanciones oficiales”, afirman los investigadores del think tank estadounidense Wilson Center en una publicación reciente.
Caber resalta que, en agosto, la empresa nacional de gas de Ucrania (Naftogaz) indicó que a partir de 2025 dejará de transportar los flujos de gas a Europa que hasta ahora tenía que enviar por su contrato con la rusa Gazprom. En este contexto, Moscú posiblemente se quedará sin la última parte de su ingreso europeo en un 50% (unos 6.000 millones de dólares) y solo quedará aquello que se pueda transportar de forma irregular a través de su flota fantasma.
El mercado europeo del gas natural es uno de los más grandes del mundo, con un consumo anual de aproximadamente 400.000 millones de metros cúbicos (bcm), y los competidores de Rusia han ganado cuota de mercado. Desde el inicio de la invasión, las importaciones de GNL han ganado terreno. Estados Unidos incrementó sus exportaciones a la UE de 18,9 bcm en 2021 a 56,2 bcm en 2023. Por su parte, el gas por gasoducto de Noruega, que aumentó de 79,5 bcm a 87,7 bcm durante el mismo periodo, y otras fuentes siguen siendo importantes.
¿Es China suficiente para sostener las ventas al exterior de Rusia?
Tras el inicio de la guerra en Ucrania, el Kremlin ha intentado apoyarse en su más grande aliado para posicionar sus exportaciones. Las importaciones rusas desde China el año pasado ascendieron a 110.970 millones de dólares, un 46,9% más que en 2022, y las exportaciones rusas a China aumentaron un 12,7% interanual, a 129.130 millones de dólares en 2023, según indicaron desde la agencia estatal de aduanas de Pekín.
Los expertos coinciden en que el gran sector que ha impulsado el comercio entre Rusia y China es la energía. De hecho, estas exportaciones hacen que los rusos sean una de las pocas naciones a nivel global que tienen una balanza comercial a su favor con el gigante asiático.
Tras la invasión a Ucrania y las sanciones occidentales, el Kremlin ha dedicado todos sus esfuerzos a posicionar el excedente de gas y crudo que antes iba hacia Europa en el continente asiático. En este contexto, un informe reciente de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) indica que las importaciones chinas de gas por gasoducto se incrementaron aproximadamente un 17%. Fueron impulsadas por “un aumento continuo” de las entregas rusas a través del gasoducto Power of Siberia y por una recuperación de las importaciones desde Asia Central.
La empresa estatal rusa de gas, Gazprom, ha asegurado que las exportaciones hacia China seguirán creciendo y que se pretende desarrollar nueva infraestructura gasista que conecte a ambas naciones a través de Mongolia. De hecho, en febrero indicó que se calculaba que el volumen de exportaciones por el gasoducto Power of Siberia se ha duplicado desde 2022, y que se espera que alcance su máxima capacidad de transporte en 2025. No obstante, recientemente Gazprom reportó un déficit anual de unos 6.450 millones de euros, sus primeros números rojos en 20 años. En esta línea, un análisis de Atlantic Council calcula que los precios rusos del gas exportado podrían estar más de 80 dólares por debajo de los precios pactados, algo que estaría generando grandes pérdidas a Moscú.