Lagarde sostiene que necesita asegurarse de que la inflación baja más antes de reducir los tipos de interés
La tasa de inflación de la eurozona en enero ha bajado una décima, hasta el 2,8%
Al Banco Central Europeo (BCE) le consta que la caída de la inflación sigue y espera que mantenga la tendencia durante este año. Pero tampoco tiene previsto aflojar la presión de los tipos de interés rápido. Su presidenta, Christine Lagarde, no ha dado muchas esperanzas este jueves en el Parlamento Europeo en Bruselas. No ha sido explícita. Los banqueros centrales no suelen serlo, pero sí que puede leerse en palabras que la jefa de la política monetaria en la zona euro todavía presta más atención al nivel de precios que a la debilidad económica europea: “Los tipos de interés se sitúan en niveles que, mantenidos durante un período suficientemente prolongado, contribuirán sustancialmente a garantizar que la inflación vuelva a situarse oportunamente en nuestro objetivo a medio plazo del 2%. Esperamos que el actual proceso desinflacionista continúe, pero el Consejo de Gobierno debe confiar en que nos conducirá de forma sostenida a nuestro objetivo”.
Con estas palabras, Lagarde no da la señal de cambio sobre los tipos de interés, es decir, seguirán en el 4,5%. La presidenta refuerza así las palabras de su número dos, Luis de Guindos, que el día anterior ya había avisado de que el BCE no debe adelantarse para tomar decisiones y que “pasará un tiempo” antes de recabar datos para dar el paso que le piden. “No queremos correr el riesgo de que se revierta, lo que sería un desperdicio de todo lo que hemos hecho y nos llevaría a tener que tomar aún más medidas”, ha justificado Lagarde.
El BCE, con esta posición, sigue su tradicional línea de prudencia y cautela para tomar decisiones, una forma de actuar que suele costarle muchas críticas. Ya pasó en 2022, cuando se dispararon los precios. Entonces esperó hasta julio, cuando la demanda para que subiera tipos ante una inflación disparada por el encarecimiento de la energía era casi un clamor. Ahora, de nuevo, está optando armarse de datos y paciencia antes de desandar el camino recorrido en estos casi dos años.
Las previsiones económicas presentadas también este jueves por la Comisión Europea ponen más presión sobre Fráncfort. Las perspectivas de la zona euro, su área de Gobierno monetario, han empeorado. Ya en otoño el crecimiento de la actividad pronosticado era anémico, pero el revisado ahora en invierno puede calificarse de raquítico. Y una de las causas es, evidentemente, el endurecimiento de las condiciones crediticias que llegan de la mano de unos altos tipos de interés. La medicina monetaria ha controlado la inflación (a largo plazo), pero las contraindicaciones son considerables.
Ante los parlamentarios, en la comisión de Economía y Finanzas de la Eurocámara, Lagarde ha quitado hierro al repunte que hubo en el último mes del año: “El repunte de diciembre se esperaba ampliamente, pero fue más débil de lo previsto. El aumento reflejó efectos de base en el componente energético debidos a medidas excepcionales de apoyo a los precios del gas en Alemania y a una importante caída de los precios de los combustibles en diciembre de 2022″. Es decir, se debió más a un efecto estadístico que a la evolución real de los precios.
También la presidenta del BCE ha destacado que “la inflación de los alimentos siguió disminuyendo hasta el 5,7% en enero, debido a una menor tasa de inflación de los alimentos transformados”. Esta frase tiene su importancia porque el banco central no solo observa el índice general de los precios. También pone mucha atención sobre el índice subyacente, en el que se eliminan de la estadística los efectos que tiene sobre los precios la evolución de los productos más volátiles como la energía, los productos frescos, el alcohol y el tabaco.
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días