Moscú alimenta su economía de guerra: entramados de compañías ficticias y trampas en aduanas
La tecnología clave para esfuerzo militar sigue llegando a las fronteras rusas pese dos años de sanciones de Bruselas y Washington. Los expertos señalan que hace falta cooperación internacional para reforzar las medidas
A pocas semanas de cumplir dos años de la invasión a gran escala de Ucrania, parece que las sanciones no han logrado todo sus objetivos. La economía rusa crecerá un 2,6% a lo largo de 2024, de acuerdo con las nuevas proyecciones del FMI, y según las propias cifras del Kremlin, un 3,2%. Todo esto a pesar de la devaluación de la moneda rusa y la escalada de los precios al consumo. Estas perspectivas positivas se deben en mayoría al gasto en defensa, que está previsto que aumente un 29% a lo largo del año, así como a los controles de capital que han rescatado un rublo débil. También a los esfuerzos cada vez más sofisticados de Moscú para eludir al escrutinio financiero de la Unión Europea, el G7 y Estados Unidos.
El duodécimo paquete de sanciones de la UE, publicado a finales de diciembre, busca soluciones comerciales para frenar las técnicas de evasión de importaciones y exportaciones que se transmiten entre Estados castigados como Rusia, China y Corea del Norte y otros terceros. Varios expertos consultados por CincoDías han señalado que una compleja red de sistemas financieros clandestinos, redes bancarias en la sombra y comercio entre oscuros intermediarios han permitido a la economía del Kremlin mantenerse a flote a pesar del endurecimiento de las sanciones.
Nuevas lagunas comerciales
Marañas de compañías ficticias están facilitando esta violación de sanciones, según considera Gonzalo Saiz, un analista para el Centro de Crímenes Financieros de The Royal United Services Institute for Defence and Security Studies (RUSI). “Estos métodos se están volviendo increíblemente complejos. Antes comprobamos dos niveles de propiedad para encontrar evasión de sanciones, ahora tienes treinta niveles de propiedad y tienes que arar a través de un sinfín de empresas fantasma” ha calculado.
Joshua Shrager, vicepresidente de Kharon, una firma de análisis de datos liderada por antiguos funcionarios del Tesoro estadounidense, ha rastreado el comercio ruso para identificar crímenes financieros desde el estallido de la guerra. “Está claro que hemos visto un repunte en la evasión de sanciones en los últimos meses” ha señalado el experto a CincoDías, pero matiza que depende en gran medida del sector privado cerrar estas lagunas, un proceso costoso que depende de colaboración entre regímenes aduaneros. Además, Shrager ha alertado que el Kremlin ahora mantiene más cautela y ejecuta órdenes en cantidades pequeñas a la hora de importar bienes desde países restringidos. Para evitar ser detectados, envía los bienes a varios países terceros a la vez a través de intermediarios con diversas sedes fiscales.
Eludir las restricciones comerciales puede ser así tan sencillo como cambiar seis dígitos esenciales al comercio: los códigos del sistema armonizado (SA), un sistema que facilita la distribución de bienes entre aduanas. Saiz sugiere que los bienes europeos pueden terminar en Rusia con solo manipular una cifra: “Si cambias un código, puede servir como camuflaje del producto y obscurecer el cliente final”, ha sugerido el experto, y añade que los funcionarios no disponen de la capacidad para verificar cada código.
¿Cuál es el siguiente paso para asegurar que las sanciones estén funcionando? Los expertos consultados coinciden en que hay una necesidad de reforzar la aplicación en lugar de introducir nuevas medidas, que pueden cansar y sobrecargar al sector privado. Las sanciones europeas sólo son vinculantes para entidades dentro de la UE, lo que no criminaliza el negocio entre Rusia y otros actores internacionales. Otro problema que han señalado es que las tarifas a intermediarios por violar sanciones aún son demasiado leves.
Papel del dragón rojo
El país se ha apoyado de algunos viejos socios comerciales, entre ellos, China, para hacer frente a la caída exponencial de importaciones provenientes de países como Australia, Canadá y Estados Unidos. Las exportaciones de China a Rusia se han disparado hasta alcanzar máximos históricos en este último año, y casi ha alcanzado los 100.000 millones de dólares en productos exportados al cierre de 2023, según los propios datos del Silverado Policy Accelerator, un think-tank geopolítico en Washington.
Andy David, vicepresidente de investigación para el Silverado Policy Accelarator, ha explicado a este periódico que sus datos señalan que el gigante asiático ha estado abasteciendo la economía de la guerra rusa con tecnología necesaria. “Vemos muchos productos diferentes: electrónica, vehículos, vehículos de pasajeros, así como otros equipos de construcción y minería, han llenado los vacíos de esos productos” ha detallado. Las importaciones de China han superado incluso los flujos provenientes desde estados postsoviéticos que alcanzaron máximos en 2022.
El think-tank observó también un aumento en las importaciones chinas de tecnología como semiconductores y productos aeroespaciales. Entre enero y mayo de 2023, más de 17.000 semiconductores de Texas Instruments, sancionados por Washington, llegaron a compañías rusas desde firmas en Hong Kong, según datos de Bloomberg.
El aumento más considerable fue en piezas de aeronaves utilizadas en aviones comerciales, que alcanzaron máximos de tres años en el tercer trimestre de 2023. “China cubre las carencias de piezas de aviones, aunque su suministro es limitado,” añadió David. Estos datos coinciden con investigaciones llevadas a cabo por algunos medios independientes rusos, que recogen que Moscú ha estado suministrando, manteniendo y reparando las flotas de su principal compañía aérea, Aeroflot, y sus filiales, Rossiya y Pobeda, desde el comienzo de la guerra. Dicho esto, el gobierno ha gastado 12.000 millones de dólares en préstamos estatales para llenar el hueco de materiales necesarios para el mantenimiento de su flota, según Reuters.
Las estadísticas oficiales sugieren que los sectores más importantes de la economía rusa se han estabilizado a lo largo de 2023, tras el choque inicial al estallido de la guerra, en mayoría debido a gasto en defensa. Esta normalización se observa en industria, fabricación, el sector gasista, salvo en el sector de minería, que sigue en mínimos. La producción industrial se moderó al 4,3% y la fabricación al 8,1% en noviembre, lejos de sus máximos del año, aunque representa una mejora con respecto al año pasado.
Pese las exportaciones de terceros, a medida que la guerra entra en su tercer año, los precios al consumo se resienten: el precio los de huevos de gallina subieron un 61% en 2023, según el Servicio de Estadísticas Estatales en Moscú. También se encarecieron esenciales como frutas y hortalizas, que antes provenían de Lituania y Alemania, así como la carne y el pollo.
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