Calviño enfrenta el reto de movilizar 80.000 millones anuales en un BEI en pleno cambio
El mayor prestamista multilateral del mundo vive el doble desafío de adaptar sus operaciones para hacer frente a la crisis climática sin perder influencia en el resto del mundo
Evolucionar a los 65 años puede ser una tarea difícil, más aún en el contexto burocrático de la Unión Europea. Ese es el principal desafío de Nadia Calviño, la flamante nueva presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), que en enero del próximo año tomará las riendas de un gigante algo envejecido, pero con tareas más urgentes que nunca. “Contribuir al desarrollo equilibrado y constante del mercado común en interés de la comunidad”, reza la misión de esta institución, que prevé movilizar un promedio de 80.700 euros anuales entre 2023 y 2025.
El mayor prestamista y prestatario multilateral en el mundo reconoce en su plan de trabajo aprobado este año que vive “un entorno operativo desafiante”. Esta frase se repite a lo largo de todas las instituciones financieras internacionales que viven el doble desafío de adaptarse a la urgencia climática mientras que aumenta la influencia de otros prestatarios como China y los países árabes. El Banco espera que la mitad de sus préstamos apunten a acciones climáticas y sostenibilidad ambiental para 2025. De momento, esta métrica se limita al 46%.
El mandato de cuatro años de Calviño buscará reforzar la posición del BEI como la gran banca para la transición verde de la Unión Europea. A pesar de su limitada visibilidad, la hasta ahora vicepresidenta del Gobierno estará detrás de la implementación de importantes planes de inversión, desde InvestEU hasta parte de los fondos Next Generation.
La institución, conformada por 4.000 funcionarios, destaca que para esto “deberá asumir mayores riesgos” a través de instrumentos financieros que garanticen el impacto y la adicionalidad esperada. Aquí, el BEI enfrenta el dilema de abrazar una mayor incertidumbre sin dañar su calificación crediticia, lo que le permite financiarse de forma barata.
La otra dificultad es que los riesgos suelen llevarse mal con la estructura de gobernanza del BEI. Los 27 estados miembros de la UE son accionistas del BEI, con Alemania, Francia, Italia con un 18% y España por detrás con un 11%. Esto contrasta con las mayorías más claras que controlan otros organismos de créditos a nivel global y hace que las prioridades nacionales puedan chocar con los planes del organismo. Por ejemplo, la nueva presidenta del BEI deberá considerar el pedido francés para que el prestamista europeo financie proyectos nucleares, algo que actualmente tiene prohibido por sus estatutos.
El plan de operaciones también destaca el renovado “trabajo en alianza” con otras instituciones, especialmente la Comisión Europea. Allí, el interrogante será si Ursula von der Leyen repetirá en su cargo a partir de 2024 o el BEI deberá entenderse con un nuevo equipo de comisarios en Bruselas. Cualquier cambio en el Ejecutivo comunitario puede afectar al éxito del BEI para movilizar la inversión privada.
Más allá de las grandes cifras, el Parlamento comunitario ha subrayado la importancia de los servicios de asesoramiento del BEI para que las ayudas verdes europeas realmente lleguen a las pequeñas empresas “con baja capacidad administrativa”.
El juego de las expectativas
Calviño, quien contará con un salario de algo más de 375.000 euros al año, deberá evitar los pasos en falsos de sus predecesores en materia de promesas imposibles. Por ejemplo, el actual presidente del BEI, el alemán Werner Hoyer, hizo un llamado por “un nuevo plan Marshall” para reanimar la economía europea tras asumir en 2012. Este pedido lo repitió tras la crisis sanitaria de 2020 y en 2021 tras la invasión rusa a Ucrania. Sin embargo, el brazo de préstamos de la UE sigue esperando su gran oportunidad.
“El BEI tendrá un papel aún más importante en el futuro para financiar la transición verde, proporcionar apoyo financiero para la reconstrucción de Ucrania y también respaldar el papel del euro”, ha repetido en varias ocasiones Calviño, lo que prevé un mandato de expectativas más cautas.
En ese sentido, resaltan las inversiones en España, donde el BEI financia proyectos desde 1981 por un total de 233.250 millones de euros. España recibe en torno al 15% de las inversiones totales del grupo y mantiene la tercera posición como el país que más inversión ha recibido desde la institución gracias a las inversiones energéticas.
Calviño también deberá hacer materializar los intentos de la Comisión Europea por contrarrestar la influencia china en los países en desarrollo, especialmente en América Latina. Bruselas y el BEI anunciaron en mayo la concesión de fondos por 18.000 millones de euros con cargo a Global Gateway, la alternativa europea a la Iniciativa de la Franja y la Ruta china.
“Debería ser motivo de preocupación que un número creciente de países en desarrollo más pequeños, especialmente en África, estén buscando el apoyo de países como China y otras naciones de mercados emergentes en lugar de las instituciones tradicionales occidentales”, comentaba Hoyer en septiembre a la agencia Reuters.
La todavía vicepresidenta primera del Gobierno de España intentará aplicar las mismas respuestas que durante su paso por la cartera de Asuntos Económicos. Recientemente, en un foro de empresas en Madrid, respondió a una pregunta vinculada al BEI con los éxitos en la implementación de los fondos de Recuperación en España. “Ya estamos a velocidad crucero con la implementación”, argumentó a finales de noviembre. La pregunta es si en cinco años, al terminar su primer mandato en Luxemburgo, repetirá las mismas respuestas.
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