El próximo aceite de oliva al ir a la compra: naranjas, zanahorias, patatas y manzanas
Frutas y verduras suman aumentos por encima del 20% en tasa interanual. Las naranjas no bajarán de precio y se sitúan un 23% más caras que otros años
No hay día en el que alguien no se lleve las manos a la cabeza cuando se encuentra frente al lineal del aceite de oliva y comienza a mirar las etiquetas marcadas por los supermercados. El precio del oro líquido cotiza al alza ante la falta de estocaje y unas producciones que, por el momento, seguirán sin ser suficientes para provocar bajadas importantes. Los datos hasta agosto del Índice de Precios de Consumo (IPC) no dan lugar a dudas: respecto al mismo mes en 2022, el precio ha aumentado un 59,5%. Y aunque todavía están lejos de ese nivel, hay una serie de productos que acumulan incrementos por encima del 20% y ni cosechas ni previsiones ni situación internacional apuntan a una relajación. Naranjas, zanahorias o patatas pueden ser el próximo aceite de oliva.
Ya pasa lo mismo con el azúcar. España importa la mayoría de la sacarosa que consume y las tensiones globales, unidas –de nuevo– a las malas cosechas, han impulsado su valor un 42,5%. Aceite y azúcar son los productos que, con diferencia, más suben de precio en España en un año. Pero las tensiones al alza se acumulan en frutas y verduras.
Según los datos de la evolución de precios en ocho cadenas de supermercados, recogidos por la asociación de consumidores Facua, alimentos como la naranja, la manzana, la zanahoria y la patata han experimentado un aumento desde el 30 de diciembre de 2022 de más del 20%, con algunos supermercados donde el coste final en lo que va de año se acerca más al 40%. Traducido al IPC, se refleja un aumento anual del 12% en el grupo general de las frutas frescas, un 14,2% en el de las hortalizas y un 22% en las patatas.
A pie de campo
Las razones de estas subidas son diversas. Desde la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) y la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) coinciden en destacar que los productores no se benefician de estas subidas tan agresivas, por lo que son los primeros interesados en que esta dinámica cambie.
Por el momento, para los agricultores centrados en el cultivo de la naranja, no parece que esto vaya a cambiar. La llegada fuera de temporada de variedades de otros países marca unos precios que, junto a una campaña que será la más corta en 11 años –según datos del Ministerio de Agricultura–, no van a acompañar al descenso de costes. Al arrancar la campaña, ya está un 23% por encima de la media de los últimos cinco años.
Andrés Góngora, secretario general de COAG-Almería cree que, aunque la cosecha va a ser “similar a la del año pasado”, el descenso del 30% que se va a producir en Andalucía, la mayor región productora en España, lastrará unos precios que, como poco, se mantendrán. Pasa algo parecido con la manzana. El mercado nacional se ve condicionado por las exportaciones italianas que, según Diego Juste, portavoz de UPA, no dejan margen de maniobra en el campo.
El de la zanahoria es un caso curioso. Las exportaciones (128.600 toneladas) no suponen ni un tercio de la producción nacional (407.700 toneladas) y se prevé que esta permanezca estable, según Juste. Pero Góngora cree que una posible respuesta a su encarecimiento radica en que los agricultores han dejado de sembrarla y cosecharla. Los motivos, siempre según el secretario provincial de COAG-Almería, son que las empresas conserveras y congeladoras, que reciben más de la mitad de las zanahorias producidas en España, no han cumplido sus contratos y los agricultores no ven beneficios en la recolección de esta hortaliza.
La producción de la patata también se mantiene estable y, de hecho, aumentó en 2021 según los últimos datos disponibles ofrecidos por Mercasa, pero las razones de su aumento de precio son simples: van asociadas a la inflación.
En cualquier caso, el campo no deja de mirar al cielo. Una buena temporada de lluvias ayudaría a que la carestía de los alimentos comenzara a reducirse. Como no dejan de recordar, unas buenas cosechas supondrán un –casi– automático descenso de precios.
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