Europa debe avanzar con una política industrial de ámbito europeo

La pérdida de fábricas, la pandemia y las tensiones geopolíticas han fomentado estrategias orientadas hacia la relocalización de empresas. El pulso comercial entre Estados Unidos y China obliga a Europa qa mover ficha para evitar que descarrile la transición energética

Europa debe buscar un lugar propio en el tablero geopolítico internacional, donde Estados Unidos y China mueven ficha en política económica hacia unas posiciones más proteccionistas, mediante políticas industriales más fuertes. La pérdida de actividad fabril, la pandemia y la guerra en Ucrania han impulsado a los países a reforzar su apuesta por la industria local. Rafael Myro Sánchez, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, cree que el continente europeo necesita desmarcarse con relocalización industrial y unas políticas robustas que apuesten por ella, en vista de reducir la actual dependencia ligada a la adquisición de bienes materiales procedentes del gigante asiático.

Sin ir más lejos, la balanza comercial de la Unión Europea (UE) con China presentó en 2022 un déficit de casi 249.000 millones de euros, y según Eurostat, casi uno de cada cuatro productos importados por los países miembros procedía de aquella superpotencia. Todo envuelto además en los coletazos, primero, de la citada crisis sanitaria; segundo, de la de suministros y, tercero, de la energética a raíz del conflicto en Ucrania. Acontecimientos que han plantean la pregunta de dónde está frontera entre políticas industriales y estrategias proteccionistas, una cuestión que el grupo de expertos de Foro Futuro, el observatorio de tendencias económicas de CincoDías y Banco Santander, se encargó ayer de analizar en un debate moderado por Amanda Mars, directora de CincoDías.

Santiago Carbó, catedrático de análisis económico de la Universitat de Valéncia y director de Estudios Financieros de Funcas, pone como ejemplo aquellos hitos a nivel comunitario como Airbus, “una historia de éxito como proyecto europeo y como proyecto proteccionista”, señaló. La alusión es clara, y la redirigió hacia la idea de repetirla, pero en ámbitos como el de la Inteligencia Artificial (IA).

La sensación es la de que a nivel individual cada país consigue establecer una hoja de ruta más clara: “Necesitamos una política industrial a nivel europeo”, reclamó Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia Pacífico en Natixis, profesora en la Universidad de Ciencias y Tecnología de Hong Kong e investigadora senior del think tank Bruegel. Sobre la idea de que aplicar políticas nacionales en la UE supondría un freno, la experta agregó que acabaría por “distorsionar ulteriormente el mercado económico” además de restarle competitividad a nivel global. “Las dos grandes potencias del mundo, China y EEUU, están haciendo políticas industriales masivas.

Europa no puede no hacerlas”, zanjó. Las alusiones de los analistas hicieron especial énfasis sobre la Inflation Reduction Act aprobada en agosto de 2022 por el gobierno estadounidense con los objetivos de reindustrializar, virar hacia una economía verde y apuntalar una nueva estrategia comercial; y las medidas chinas respecto a la limitación de las exportaciones de dos metales críticos en la construcción de semiconductores, telecomunicaciones y vehículos eléctricos.

García-Herrero advirtió además del peligro de la alta dependencia de un continente europeo inmerso en plena transición energética hacia energías más renovables: señaló que hasta el 89% de las importaciones de paneles solares en la UE provienen de China: “Europa tiene que reaccionar”, instó.

Todo queda impregnado por una época “con mucha tensión geopolítica”, describió Nacho Conde, catedrático de análisis económico en la UCM, y subdirector de FEDEA. Esta provoca desconfianza hacia países colindantes y el establecimiento de medidas más cautelosas, pero también ha redoblado los esfuerzos por las políticas industriales, “positivas” precisamente para “no depender del vecino”.

Si bien consideró que la UE ha sabido materializar “muy bien” unas políticas industriales basadas en la competencia. De igual manera es clave, observó Carmen Herrero, catedrática emérita de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Alicante y profesora investigadora del IVIE, que este reposicionamiento global no perjudique a “la identidad europea” debido al riesgo de que la UE actúe como “comparsa”.

Al respecto, aludió a la importancia de conservar la “idiosincrasia e identidad” de las políticas europeas, en especial las que protegen los derechos de los trabajadores. “Habrá una serie de personas en el limbo, y necesitamos tener esa protección”, aseveró.

Myro justificó la importancia de establecer una industria robusta que, a día de hoy, sigue jugando papel importante en exportación (en torno al 50% de los bienes industriales, aseguró) y porque además genera un empleo de más calidad.

A pesar de ello, la globalización repercutió inevitablemente en la merma de este tipo de empleos. Y los “buenos trabajos”, argumentó, tienen un peso relevante en la industria. La realidad, expuso el catedrático, es que hoy este sector se debería apoyar en la balanza junto a otros, como los servicios intermedios (que utilizan mano de obra cualificada de manera intensiva y muestran elevados crecimientos de la productividad).

En especial cuando se acomete una transición energética del calado de la que vive el espacio comunitario: las previsiones que maneja la UE pasan por el objetivo de producir, al menos, el 40% de sus tecnologías limpias clave (baterías, turbinas eólicas o biometano, entre otras). Además, plantea otros horizontes para 2030 como el de extraer hasta el 10% de las materias primas estratégicas que consume (hoy es el 3%).

Para García-Herrero el mensaje es claro: “Si pasa algo en China (como una catástrofe medioambiental), vamos a estar en una situación extremadamente difícil para nuestra transición energética”. Es tal la concentración en el mercado del gigante asiático que la experta habló de “un monopolio prácticamente”.

Una manera de contrarrestar esa coyuntura pasaría, propuso, por establecer un “ecosistema complementario al de China” mediante acuerdos con EE UU, productores de metales críticos (tierras raras, principalmente, pero no solo) y otros países que quieran refinar estas materias primas. Lo que denominó una política industrial basada en “una cadena de producción multi país”.

Carbó hizo énfasis en la importancia de la iniciativa de los Proyectos Importantes de Interés Común (IPCEI) impulsada por la UE, que permiten subvenciones públicas en tecnologías punteras, establecen limitaciones a las ayudas estatales y buscan relocalizar industrias y promover la sostenibilidad económica.

En su opinión, una política industrial con “elementos muy positivos” y que no concibe como una manera de proteccionismo, ya que “es lógico que intente hacer su propia política energética a partir de recursos renovables o, como se habla ahora, de tecnologías de hidrógeno. Son políticas industriales muy sanas”.

Encaje de bolillos

España registró en 2022 su máximo histórico en la balanza exportadora, alcanzando los 389.000 millones de euros. Ganó en cuota incluso a la potencia continental por excelencia, Alemania, recordó Alicia García-Herrero. Economista jefe para Asia Pacífico en Natixis, profesora en la Universidad de Ciencias y Tecnología de Hong Kong e investigadora senior del think tank Bruegel, quien además señaló que gracias a estos buenos resultados nuestro país “dentro de la UE no necesitaría políticas industriales porque le va bien en las exportaciones”.

Al respecto, Santiago Carbó, catedrático de análisis económico de la Universitat de Valéncia y director de Estudios Financieros de Funcas, agregó que la cuota española ha ido aumentando a nivel global en la última década, gracias en gran parte al aperturismo hacia el exterior. No obstante, mencionó otro de los aspectos que determinan estos últimos años: las ayudas europeas y el cómo las está utilizando en este caso nuestro país.

Rafael Myro Sánchez, catedrático de economía aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, destacó la habilidad de España en este sentido: “Creo que lo está haciendo muy bien con los fondos europeos”. Si bien para sacarles el máximo provecho consideró como pilar fundamental una buena cooperación público-privada que se base “en un sector público estable”. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) ha desplegado en los últimos años “inversiones verdes cuantiosas para hacer una política más cuidadosa del tejido productivo”, explicó Myro, para quien nuestro país debería potenciarlas aún más.

En paralelo, la competitividad recobra una nueva dimensión para poder estar al frente de un mercado volátil y cambiante, desde el punto de vista de Carmen Herrero, catedrática emérita de fundamentos del análisis económico en la Universidad de Alicante y profesora investigadora del IVIE.

Al contrario que Myro, Herrero detectó una cierta “dificultad” para gestionar los fondos europeos tanto en la gestión como en la implementación de las ayudas. Tanto a nivel público como privado, y en la combinación de la cooperación mixta donde la catedrática apreció “unas carencias impresionantes”.

Si bien hay sectores “punteros” que deberían recibir un empujón para ser aún más competitivos, mencionó, como puede ser la automoción. Sobre esta se disponen unas “buenas condiciones” para impulsar una mayor ventaja comparativa, por ejemplo, en cuanto a los salarios.

Lejos de un proteccionismo arancelario

Era Trump. Una cuestión que sí quisieron recalcar los expertos fue la de que este proteccionismo nada tiene que ver con aquel que la administración de Donald Trump materializó en forma de aranceles, cuyos efectos calificó Myro como “tremendos” para aquel país.

Subsidios. ¿Sí, o no? Fue otro de los temas de debate. Por un lado, el catedrático de la UCM relató cómo los que el gobierno chino promovió le han permitido estar “donde está” con un crecimiento del tamaño de las empresas nacionales muy significativo.Precisó que el “fair play internacional” entiende que estas ayudas en ningún caso deben de ser para nutrirse.

Comercio. Para Conde hace falta asentar los conceptos sobre la base de que uno de los resultados más importantes de cualquier economía es mejorar el comercio. En eso consisten las relaciones bilaterales o multilaterales, aun si uno de los dos “tiene una mejor ventaja comparativa”.


Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En