Bruselas insta a España a iniciar ya la retirada de ayudas por crisis energética para limitar el gasto

La Comisión advierte de que las posibles futuras ayudas fiscales deberán ser asequibles y focalizadas

El vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea,Valdis Dombrovskis, junto al comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, en BruselasOLIVIER HOSLET (EFE)

La Comisión Europea ha recomendado este miércoles a España la supresión gradual de las medidas de apoyo a la energía para finales de 2023 y su eliminación total en 2024, al tiempo que ha animado a utilizar los ahorros correspondientes para reducir el déficit público y limitar el gasto. Además, apunta que en caso de que nuevos incrementos de precios hagan necesarias más medidas de apoyo, estas deberán ser fiscalmente asequibles y se destinen únicamente a proteger a los hogares y empresas más vulnerables.

En relación al regreso de las normas fiscales comunes -congeladas desde 2019 debido a la pandemia- que fijan un máximo de déficit público del 3% del PIB y una deuda del 60%, Bruselas ha instado al Gobierno español a garantizar una política fiscal “prudente”. En concreto, Bruselas recomendó a España que limite el aumento del gasto público primario al 2,6% como máximo en 2024 para lograr el recorte del déficit estructural del 0,7% que le pide para ese ejercicio, equivalente a 9.289 millones de euros.

Suponiendo que las políticas no varíen, las previsiones de primavera de 2023 de la Comisión prevén que ese gasto primario neto financiado a nivel nacional crezca un 1,4% en 2024, por debajo de la tasa de crecimiento recomendada. Bruselas también anima a España a preservar la inversión pública financiada a nivel nacional y garantizar la absorción efectiva de las subvenciones del fondo de Recuperación y Resiliencia y otras ayudas de la UE, en particular para fomentar las transiciones ecológica y digital.

Para el período posterior a 2024, el Ejecutivo comunitario pide que se siga aplicando una estrategia fiscal a medio plazo de saneamiento “gradual y sostenible”, combinada con inversiones y reformas que propicien un mayor crecimiento, a fin de lograr una situación presupuestaria “prudente” a medio plazo hasta 2026.

Según el programa, se espera que el déficit de las administraciones públicas disminuya gradualmente hasta el 2,7% del PIB en 2025 y hasta el 2,5% en 2026. Por lo tanto, se prevé que el déficit de las administraciones españolas disminuya por debajo del 3% del PIB en 2025 y que el ratio deuda pública baje del 109,1% del PIB a finales de 2024 al 106,8% a finales de 2026.

Asimismo, se espera que España mantenga el impulso en la aplicación constante de su plan de recuperación y resistencia y finalice rápidamente el capítulo de medidas energéticas con vistas a iniciar “rápidamente” su aplicación, además de garantizar la continuidad de una capacidad administrativa “suficiente” con vistas al aumento previsto del tamaño del plan, después de que España manifestase el pasado 28 de marzo su intención de solicitar 84 millones de euros de préstamo adicional.

Otras de las recomendaciones planteadas por Bruselas pasan por reducir la dependencia de los combustibles fósiles, acelerar el despliegue de las energías renovables, aumentar la disponibilidad de viviendas sociales y asequibles energéticamente eficientes o intensificar los esfuerzos políticos dirigidos a la provisión y adquisición de las cualificaciones necesarias para la transición ecológica.

Desequilibrio macroeconómico

En su informe posterior al procedimiento de desequilibrio económico (PDE), Bruselas destaca que la economía española superó las perturbaciones provocadas por la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y registró un “fuerte crecimiento” en 2022 que se espera que continúe a lo largo de 2023, con una previsión de crecimiento del 1,9%, acorde a las proyecciones de la Comisión, aunque a un ritmo “más moderado”.

El Ejecutivo comunitario también ha destacado que el saldo de las administraciones públicas españolas en 2022 ha mejorado, favorecido por el buen comportamiento de los ingresos, aunque advierte de que el déficit subyacente y la deuda pública siguen siendo “elevados”. Por otro lado, subraya que el sector bancario se ha mantenido resistente, ya que la calidad de los activos ha seguido mejorando y la rentabilidad aumentó notablemente en 2021 y 2022, pero se enfrenta a nuevos retos derivados de la elevada inflación y el endurecimiento de las condiciones de financiación.

El Banco de España ya advirtió en abril de que era el momento de retirar esos estímulos fiscales que, según las estimaciones de la institución, habrían ayudado a elevar el PIB un 1,1% adicional y ha evitado que la inflación de 2022 fuera un 2,3% superior a su valor final, en torno al 8,4%.

La invasión de Ucrania hizo que los Estados europeos desembolsaron 646.000 millones de euros –casi 41.000 millones de ellos provenientes del Gobierno de España– para paliar la crisis energética, según el observatorio económico Bruegel.

La retirada de estímulos podría ser compatible con algunas ayudas focalizadas en sectores determinados, indicó el Banco de España. De esta manera, y aprovechando el impulso expansivo en la economía gracias a los fondos europeos, la política fiscal nacional podría tomar un tono contractivo para reducir déficit estructural sin que ello dañe el crecimiento del PIB. Es por ello que el director general de economía y estadística de la institución, Ángel Gavilán solicitaba comenzar a pensar, “ya en el 2023″, en una retirada de estímulos fiscales.

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