Los empleados de bancos y plataformas cripto deberán probar sus conocimientos para vender bitcoin
Los profesionales que recomienden este tipo de inversiones deberán cumplir con una formación específica de 160 horas, que podrá ser aminorada si cuentan con experiencia previa

La volatilidad y el desconocimiento son el peor enemigo para los inversores. Y si se mira al mercado de criptoactivos, de muy alto riesgo, han sido la mezcla perfecta que ha llevado a muchos ahorradores a perder grandes sumas de dinero. Aunque el inversor en activos digitales suele ser minorista y tiende a autogestionarse, el auge de este mercado y la entrada de institucionales trae nuevas oportunidades en el ámbito del asesoramiento financiero. En este sentido, el regulador europeo (ESMA) acaba de publicar las directrices finales sobre conocimientos y competencias que deben de tener los empleados que informen o asesoren sobre criptoactivos.
MiCA, la primera normativa europea que regula el sector, exige que los proveedores de activos digitales cuenten con personal con conocimientos, habilidades y experiencia necesarios para proporcionar información sobre criptomonedas y los servicios relacionados: de las características de los activos al riesgo que suponen, del funcionamiento de estos mercados y de las obligaciones fiscales que se deben tener. Asimismo, exige a quienes ofrezcan asesoramiento sobre este tipo de producto a poseer conocimientos y competencias sobre evaluación de idoneidad del inversor, gestión de cartera y diversificación. En este sentido, la ESMA ha desarrollado el reglamento europeo con guías específicas, con un enfoque similar al que se siguió en 2018 con las directrices equivalentes para Mifid 2, la directiva europea para los mercados financieros, si bien con algunas diferencias, sugiere Beatriz Benítez, directora de Regulación Financiera de finReg360.
El regulador establece que quien informe a potenciales inversores sobre criptoactivos tiene que cumplir con al menos 80 horas de formación inicial (que equivalen a dos semanas de 40 horas laborales), a imagen y semejanza de Mifid, y tener experiencia de al menos seis meses bajo la supervisión de un empleado cualificado. No obstante, las directrices para MiCA son algo más flexibles porque proponen alternativas adicionales: las entidades, por ejemplo, pueden validar los conocimientos de los empleados sin esa formación si tienen experiencia de al menos un año en este ámbito. Además, cualquier profesional que haya recibido formación previa a MiCA en mercados financieros cuenta al menos en parte con la formación requerida y solo necesitaría una complementaria.
En cambio, bajo MiCA el personal que asesore sobre criptoactivos tiene que cumplir con requisitos más estrictos. Debe completar 160 horas de formación (en lugar de las 150 para instrumentos financieros y servicios de inversión regulados bajo Mifid 2) y al menos un año de experiencia en la prestación de servicios cripto. Ahora bien, también en este caso la ESMA ofrece alternativas: una empresa puede validar los conocimientos de un asesor sin esta formación si este cuenta con un título universitario en Economía, Derecho y Administración y Dirección de Empresas, o enseñanza secundaria o formación profesional de mínimo tres años y experiencia laboral de al menos un año en la prestación de servicios de criptoactivos bajo supervisión de un empleado cualificado. Aquellos empleados que cuentan con experiencia profesional de al menos dos años en la prestación de asesoramiento bajo Mifid 2, y experiencia previa de un año en el asesoramiento cripto, tampoco deberán tomar la formación inicial.
El regulador europeo destaca que MiCA no es Mifid y el mercado también es diferente. “La ESMA considera adecuado proporcionar directrices, incluyendo mínimos, sobre la cualificación profesional, debido a que la volatilidad de muchos criptoactivos parece superar a la de los instrumentos financieros tradicionales (como acciones o instrumentos de deuda) y porque MiCA no ofrece el mismo nivel de protección al inversor que Mifid 2”.
El mercado de los activos digitales, de hecho, está en constante evolución: por ello MiCA prevé que la formación de los profesionales sea continúa. Las directrices establecen 10 horas anuales de formación para quien informe sobre cripto y 20 para quien asesora. En este sentido, la normativa Mifid es más exigente, ya que la guía técnica de la CNMV fija un mínimo de 20 y 30 horas anuales de formación continuada, respectivamente.
Carlos García Ciriza, presidente de la Asociación Española de Empresas de Asesoramiento Financiero (Aseafi), considera positivas las directrices de la ESMA: “Es bueno que se pida cualificación y formación, porque una de las batallas que más libramos desde la asociación es la del intrusismo profesional”. Para el experto, obligar a los profesionales a formarse representa un escudo ante la proliferación de chiringuitos financieros o de aquellas personas que asesoran de forma ilegal, o sin preparación. “Es muy peligroso porque el inversor no tiene protección en caso de pérdidas”, advierte.
El también miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Asesores y Planificadores Financieros (EFPA), una plataforma que otorga certificaciones profesionales a estos profesionales, reconoce que el sector ha sido reacio a asesorar en criptos, porque requiere conocimientos más específicos que los activos financieros tradicionales. A esto se suma también la falta de legislación antes de la entrada en vigor de MiCA. “Siempre ha habido un poco de miedo. Pero poco a poco surgen instrumentos financieros aptos para asesorar, como los fondos, por ejemplo. Por ahora nuestros clientes no lo piden mucho pero los jóvenes se está incorporando y hay que saber de todo”, insiste.
Una encuesta de la EFPA publicada en abril revelaba que un tercio de los asesores financieros descarta recomendar inversiones en criptoactivos a sus clientes, mientras que el 43% solo lo consideraría para perfiles de riesgo elevado y en un porcentaje reducido. El desconocimiento es percibido como el mayor riesgo, seguido por la alta volatilidad, la elevada especulación y la incertidumbre regulatoria. El desconocimiento al que se refieren no es solo de parte del inversor, puesto que los profesionales reconocen su falta de preparación, lo que evidencia la necesidad de una formación especializada en estos activos: el 62% de los encuestados admite no sentirse lo suficientemente preparado para recomendar inversiones en criptomonedas, frente a un 11% que asegura contar con suficientes conocimientos.
Las directrices de la ESMA no entrarán en vigor de inmediato. Tras su publicación definitiva, hay que esperar que se publiquen las traducciones oficiales, probablemente después del verano. Las autoridades competentes de los Estados miembros contarán con un plazo de dos meses para notificar si las cumplirán y serán aplicables seis meses después.

