Los bancos estadounidenses quieren entrar en el negocio de las ‘stablecoins’
Las entidades financieras temen la competencia de las firmas cripto en los sistemas de pago y en la captación de depósitos. Estos activos pueden incrementar los márgenes de la gran banca de Wall Street

El mercado de la stablecoins no para de crecer. Desde principios de año su voumen casi se ha duplicado (crece un 90%) y alcanza ya una capitalización de 247.000 millones de dólares (unos 217.000 millones de euros). Las monedas estables son vistas como un puente entre los criptoactivos y las monedas fiduciarias, ya que su valor está vinculado a un activo de reserva, como el dólar o el euro, una especie de oasis en el Salvaje Oeste. El carácter más estable de estos activos está atrayendo la atención de los usuarios, que los utilizan como sustituto del efectivo en el mundo cripto: reserva de valor para huir del riesgo, vía para comprar y vender otros tokens en un exchange o como medio de pago. En este entorno de creciente demanda, las empresas cripto buscan ampliar su oferta, y los bancos estadounidenses no quieren quedarse atrás.
Esta semana el diario estadounidense The Wall Street Journal reportó que entidades como JP Morgan Chase, Bank of America, Citigroup, Wells Fargo y otros grandes bancos comerciales, están manteniendo conversaciones sobre la posibilidad de emitir una moneda estable conjunta. La decisión no es baladí. El auge de estos activos y la próxima aprobación del marco legislativo que los regulará en EE UU augura una adopción generalizada de las stablecoins, hasta ahora emitidas por firmas cripto. Esto inquieta a las entidades financieras, cuyo temor es una merma del negocio. De hecho, un análisis de Bank of America (BofA) destaca que la creciente adopción de estos activos representa “un riesgo potencial a largo plazo para la rentabilidad económica de los depósitos bancarios”.
A los analistas de la entidad no les preocupa tanto el rol de los bancos para retener depósitos o ser el proveedor principal de servicios bancarios cotidianos. Los riesgos están, según los expertos, en que la creación de valor futura ligada a los depósitos y pagos se produzca fuera de la industria bancaria, es decir, que las stablecoins empiecen a captar funciones que hasta ahora eran exclusivas de los bancos, como la gestión de pagos y transferencias, o incluso la canalización del ahorro. “Recientemente, lo hemos visto en el sector del crédito privado/préstamos directos (empresas no bancarias que prestan dinero), donde los inversores han otorgado múltiplos de PER (precio/beneficio) superiores a estas firmas, mientras que las acciones bancarias se han devaluado en relación con el S&P”.
Las monedas estables se usan como depósitos de valor o para comprar otros tokens: un usuario deposita dólares (o euros) a un emisor de estos activo, que a su vez entrega los tokens. En cualquier momento, el inversor puede recuperar sus fondos, pero, mientras tanto, el emisor puede utilizar esos dólares (o euros). En la mayoría de los casos están invertidos en activos líquidos y a corto plazo, denominados en dólares, como las letras del Tesoro.
Pero las monedas estables también se implementan como método de pago, especialmente en países con una moneda débil e inflación elevada. Por ello, Mike Cagney, CEO de Figure Technologies, en conversación con BofA considera que a medida que las stablecoins y la blockchain se integran en el sistema financiero, bancos y operadores de infraestructuras de pago, como Visa, Mastercard, PayPal, no deben subestimar el riesgo para sus fuentes actuales de ingresos, especialmente en áreas como las remesas transfronterizas.
Si bien los esquemas de pago permiten a las entidades operar de manera segura y rápida, presentan algunas limitaciones. “Los pagos con tarjeta siguen demorándose en ocasiones hasta tres días, teniendo que afrontar costes y comisiones de diferentes intervinientes. Los envíos de dinero internacionales en ocasiones siguen sin ser inmediatos y son muy costosos en comisiones”, reconoce Mariona Pericas Estrada, directora de regulación financiera de finReg360. En cambio, con las monedas estables y la tecnología blockchain los tiempos son inmediatos y los costes más bajos.
Cristina Carrascosa, CEO de ATH21, calcula que se procesan más de 30 millones de transacciones mensuales en stablecoins y el ritmo de crecimiento es altísimo. “Empresas como Visa ya se han dado cuenta de esto y están empezando a crear productos específicos para dinero tokenizado″, dice. Visa, de hecho, ya se ha asociado con plataformas criptos: un ejemplo es la tarjeta Visa de Coinbase, que permite a los usuarios gastar sus activos digitales en cualquier lugar donde se acepte.
No obstante, Ignacio Fuertes, director de inversiones de Miraltabank, recuerda que para un banco la tarjeta es un producto de pago con márgenes regulados y dependencia de terceros. La stablecoin, en cambio, es un pasivo líquido, generador de margen financiero y que además permite un uso 24 horas al día, siete días a la semana. “Este negocio generará pingües beneficios a los bancos, que envidian el modelo de Tether como generador de margen de intereses que con tan sólo 200 empleados genera los mismos beneficios que Goldman Sachs”.
Los bancos buscan hacerse un hueco en este negocio ante una competencia en aumento. El borrador de la ley Genius sobre stablecoins, que se está debatiendo en el senado de EE UU, incluye algunas restricciones para las empresas que cotizan en Bolsa, y que no pertenecen al sector financiero, a la hora de emitir un activo de este tipo. Sin embargo, no se lo impide. En este contexto, fintechs y empresas cripto —algunas ya han anunciado sus planes de emitir una moneda estable— buscan obtener licencias bancarias para operar de manera más parecida a las entidades financieras, poder aceptar depósitos y otorgar préstamos u emitir stablecoins. El pasado marzo, la fintech SmartBiz recibió la aprobación regulatoria para convertirse en banco, tras la adquisición de Centrust Bank NA, con sede en Northbrook, Illinois.
Con la vuelta de Trump al Despacho Oval y los cambios en la cúpula de los reguladores, las entidades financieras tienen ahora el camino allanado para ofrecer activos digitales. La Reserva Federal de EE UU revocó recientemente dos directrices que obligaban a los bancos a notificar y esperar la aprobación de los supervisores para poner en marcha actividades ligadas a los activos digitales. Ahora, en cambio, flexibiliza los criterios para que estas entidades puedan ofrecer estos servicios a sus clientes. La Fed se sumó así a la Oficina del Contralor de la Moneda, que regula y supervisa todos los bancos nacionales, las cooperativas de ahorro federales, y las sucursales federales de bancos extranjeros, que reafirmó recientemente que los bancos pueden ofrecer ciertos servicios cripto, sin la necesitad del visto bueno del supervisor.
Esta narrativa institucional más favorable hacia el ecosistema cripto también influye en la decisión de los bancos de entrar en este nuevo negocio, según Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano y del Centro de Estudios de Política Europea. “Los bancos están respondiendo a esa apertura regulatoria y al crecimiento del mercado cripto”, afirma. Y ven en la emisión de stablecoins una oportunidad para posicionarse como actores relevantes en áreas como la tokenización de activos.