El BCE alerta sobre los riesgos de estabilidad financiera y contagio en la zona euro ante el auge cripto
La creciente interconexión entre el ecosistema de activos digitales y las finanzas tradicionales es un peligro y la falta de transparencia en el sector limita una evaluación de riesgos exhaustiva, según la autoridad monetaria

Las criptomonedas se han convertido en un tema recurrente para el Banco Central Europeo. La preocupación de la máxima autoridad monetaria de la región es palpable, ante el auge de estos activos y el creciente interés de los inversores. Aunque la UE se ha dotado de la primera normativa que pone orden a este espacio, pocos países han legislado este mercado, y regular solo uno es como poner puertas a un campo, favorece el arbitraje regulatorio y no frena un posible contagio transfronterizo en caso de crisis. En su informe de Estabilidad Financiera, el BCE advierte de la volatilidad típica de estos activos y que su creciente conexión con las finanzas tradicionales genera riesgos de contagio. Y la escasa transparencia en parte del sector plantea desafíos a la hora de evaluar la magnitud del riesgo sistémico al que podría enfrentarse y los efectos colaterales para los bancos de la zona euro.
El BCE insiste en que los peligros para la estabilidad financiera de la zona euro son lo que más le preocupa. Aunque considera que por ahora son limitados, el rápido crecimiento del mercado podría pasar factura. La creciente relación entre el mercado de activos digitales y las finanzas tradicionales es ejemplificada por la oferta de criptoactivos por parte de los bancos (y entidades no bancarias), por la entrada de empresas del sector en los índices bursátiles tradicionales y por el creciente peso de las criptomonedas estables respaldadas por activos financieros tradicionales, como los bonos del Tesoro.
La exposición de los bancos de la zona euro al ecosistema cripto es limitada, según el BCE, aunque reconoce que está aumentando. “A finales de 2024, las tenencias directas de criptoactivos por parte de instituciones significativas de la zona euro eran limitadas (alrededor de 1 millón de euros, frente a los 66.000 euros de 2023). De igual forma, la exposición a derivados con criptoactivos como subyacente también aumentó entre 2023 y 2024, pasando de aproximadamente 400 millones de euros a 600 millones de euros”, se lee en el informe.
También hay que tener en cuenta la exposición indirecta de aquellas entidades que ofrecen servicios de custodia de activos digitales y captación de depósitos de empresas cripto. “Las instituciones más importantes de la zona del euro ofrecieron 4.700 millones de euros en servicios de custodia y productos de inversión relacionados con criptomonedas en 2024, frente a los 400 millones de 2023″, calcula el BCE. Para la autoridad monetaria, la alta dependencia o concentración de la financiación procedente de compañías cripto podría provocar riesgos de liquidez en situaciones de tensión, tal y como ocurrió con el colapso de Signature Bank. Si bien reconocen que a día de hoy los bancos mantienen cantidades limitadas de depósitos de empresas cripto, consideran que puede haber un cambio de tendencia: de hecho, el reglamento MiCA establece que los emisores de stablecoins mantengan parte de sus reservas en diferentes entidades financieras de la UE. Esto, según el BCE, llevará a un aumento de los depósitos en los bancos europeos.
Las stablecoins también contribuyen a achicar la distancias entre el mundo cripto y las finanzas tradicionales. De hecho, las monedas estables más importantes del mercado, como USDT y USDC invierten una parte significativa de sus activos de reserva en bonos del Tesoro estadounidense, sobre todo en letras del Tesoro. “El tamaño de sus activos de reserva es comparable al de los mayores fondos del mercado monetario del mundo que invierten en instrumentos de deuda soberana”, incide el BCE.
A estos, se suma la creciente disponibilidad de productos de inversión regulados y relacionados con activos digitales que podría incentivar la inversión de intermediarios financieros tradicionales, que ya ha aumentado de forma contante. Si en el cuarto trimestre de 2023 se contabilizaban 215 productos, en el mismo periodo de 294 aumentaron a 294. Además, crítica entre líneas la decisión de algunos países de acumular bitcoin en sus reservas. “Llevar a cabo estos planes podría enviar una señal al sector financiero tradicional de que bitcoin, al igual que otros criptoactivos, es una clase de activo de inversión convencional”, incide. No obstante, no lo es: “En 2024, los precios de bitcoin fueron el doble de volátiles que los del oro y casi tres veces más volátiles que los del S&P 500″.
Falta de transparencia
El BCE también alerta sobre los desafíos que plantea la escasa transparencia en parte del sector, debido a la falta de datos y el retraso en la presentación de informes de los intermediarios no bancarios. Si bien la regulación del sector bancario es estricta y ofrece una imagen completa de la exposición del sector a las criptos, no es lo mismo para el sector de instituciones financieras no bancarias (IFNB), también conocida como banca en la sombra, que incluye fondos de pensiones, compañías aseguradoras o hedge funds.
“La información, las normas prudenciales y la supervisión del sector de las IFNB de la zona euro no son tan exhaustivas como las del sector bancario”, aclara el BCE. Hasta ahora, todas las crisis en el mercado cripto han tenido implicaciones limitadas para la estabilidad financiera, pero el acercamiento al ámbito financiero tradicional, junto con estas lagunas, podría generar fuentes ocultas de riesgo. Por ello, insisten en que existen puntos ciegos que no permiten evaluar de manera exhaustiva los canales de contagio entre activos digitales y entidades no bancarias, y alertan de que las consecuencias podrían ser más graves de lo que los datos pueden reflejar, con posibles efectos colaterales entre los bancos.
Los temores del BCE no son baladí. El boom del mercado cripto es real: las valoraciones de los activos digitales alcanzaron un nuevo máximo histórico en 2024, con una capitalización de mercado que alcanzó los 3,7 billones de dólares. Bitcoin, la criptomoneda más importante, superó por primera vez la barrera psicológica de los 100.000 dólares. Se aprobaron productos cotizados en Bolsa de activos digitales y las stablecoins empezaron a ganar terreno en las transacciones. Mientras los países empezaban a regular el ecosistema, surgían nuevos proveedores de cripto, y el primer criptopresidente tomaba asiento en la Casa Blanca.