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El Santander divide a los inversores con su apuesta por el Reino Unido

El mercado duda si el banco quiere estabilizarse en el mercado británico o vender un negocio más grande

Álvaro Bayón

El Santander es quizás el banco europeo más aficionado a las sorpresas y los golpes de efecto. Unas veces es una reestructuración interna, otras un fichaje fulgurante o una gran operación. En la última categoría entra su movimiento más reciente, la adquisición al Sabadell de su filial en Reino Unido, TSB. Una decisión que ha desconcertado al mercado por completo, máxime cuando hace seis meses los rumores eran que estudiaba ofertas para vender todo el negocio allí. La duda ahora es si la toma de TSB es una confirmación de que no se plantea salir de Reino Unido o si, en realidad, su idea es hacer más grande su negocio de allí para después venderlo.

Hace tiempo que el Santander afrontaba problemas en Reino Unido. El mercado bancario británico tiene fama de especialmente complicado. Por un lado, por afrontar una mayor competencia que otros como el español, una vez ejecutada la intensa concentración bancaria tras la crisis. Por el otro, por la dureza del supervisor. Un ejemplo de esto último es la investigación sobre la financiación de automóviles, que obligó a Santander UK a provisionar 350 millones de euros.

Este último contratiempo encendió los rumores, a principios de año, sobre una posible venta del negocio británico. Así lo publicó Financial Times, que también informó de que la entidad española había recibido una oferta de NatWest. La propia Ana Botín ha negado insistentemente que en sus planes esté vender Reino Unido, sino que es uno de los países clave para el banco. El mercado, sin embargo, no se lo ha terminado de creer. La rentabilidad de la enseña —del 11,1% en 2024— está por debajo de la ratio del grupo (en el 16,3%) y es uno de los países más bajos, con la peor cifra de eficiencia (55%). Esto, en un banco en plena escalada bursátil, obligaba a mover ficha. La cuestión está en qué dirección. Las opiniones de unos y otros están totalmente encontradas.

“El Santander nunca venderá Reino Unido, aunque sea por una cuestión sentimental”, vaticina una fuente del mercado. Esa cuestión sentimental no es otra que Botín: antes de ascender a la presidencia del grupo tras la muerte de su padre, pilotó entre 2010 y 2014 la filial británica del banco. Más allá de las cuestiones del corazón, un asesor del Santander en varias transacciones internacionales ve buenas razones financieras detrás de la apuesta por Reino Unido.

“El mercado británico se ha roto un poco. Hay un par de bancos grandes y un montón de entidades muy pequeñas. El Santander estaba en medio y con la compra de TSB alcanza el tamaño necesario para competir con los grandes. Si no lo hubiese comprado, no tenía mucho margen para crecer por arriba, por lo que Barclays se ha equivocado al no hacer la operación por el precio que sea”, indica esta fuente. También apunta a que, una vez adquirido TSB, el tamaño del Santander en Reino Unido será tal que una adquisición por sus grandes competidores allí (Barclays o Natwest, fundamentalmente) plantearía problemas de competencia, por lo que sus opciones de desinversión de ese mercado se reducirían a una salida a Bolsa o la venta a una entidad que no esté presente en ese mercado. “Es una confirmación por Reino Unido”, completa.

Inversores y accionistas han presionado en el pasado para que el banco haga movimientos en algunas geografías, según indica una fuente interna de la entidad. En su opinión, esto estaba detrás de los rumores de venta de los meses pasados, en un momento en el que el banco acumula una escalada en Bolsa del 63% en el año. Para el Santander, recuperar oxígeno en Bolsa tras unos años de debilidad es clave y no es infrecuente que sus directivos se quejen por que consideran que el precio de los títulos no refleja el valor y el potencial del banco. Según estas fuentes, las reclamaciones de los inversores ya fueron atendidas con la venta del negocio polaco a Erste Bank por 7.000 millones, con la que ha financiado la operación de TSB. La presión ha aflojado y el Santander puede mirar más allá.

Otros no lo ven tan claro. “Pueden ser ambas opciones. Un activo es estratégico hasta que le ponen un buen precio. TSB y Santander UK son negocios complementarios y le puede servir para mejorar la eficiencia allí, pero una vez encauzado puede tener sentido hacer una venta de todo el negocio”, comenta un analista del sector.

En el equipo que el Santander ha designado para comandar la operación destaca un nombre, el de Juan Olaizola, jefe de operaciones del Santander en Reino Unido entre 2005 y 2017, cuando también comandó con éxito la adquisición de Abbey. Ahora volverá a hacer lo mismo con TSB y para muchos es una señal de que el Santander hará una operación exprés, en la que generará gran parte de los 400 millones proyectados en sinergias en el primer año. Y entonces exhibir unos números que permitan una venta a un mejor precio. Un ejemplo en el que se fijan algunas fuentes del mercado es su breve incursión, de unos pocos meses, en el mercado italiano en 2007, cuando vendió Antonveneta a Monte dei Paschi solo unas pocos semanas después de haberlo adquirido con la toma de ABN Amro.

Botín es ambivalente en su discurso. Hace tiempo que pone en la diana de grandes objetivos del banco crecer en México y en Estados Unidos. Sin embargo, también se afana en matizar que es el momento de Europa y que ve oportunidades en el proceso de reunificación del Viejo Continente para hacer frente a la ofensiva de Donald Trump. Un ejemplo de esto son sus operaciones en los últimos meses. Por un lado, vende la filial polaca, en un movimiento que muchos interpretan como una apuesta por crecer más allá de Europa. Pero, por el otro, cuando el mercado esperaba un gran apuesta en EE UU, ha optado por crecer precisamente en Europa. Sorpresas made in Santander.

Sobre la firma

Álvaro Bayón
Redactor de la sección de empresas especializado en operaciones corporativas, banca de inversión y capital riesgo. Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Periodismo UAM-El País, ha desarrollado toda su carrera en Cinco Días, donde trabaja desde 2016.
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