Los sindicatos proponen a Volkswagen un recorte de gastos de 1.500 millones para evitar cierres en Alemania
El grupo automovilístico aspira a una reducción mucho mayor, unos 17.000 millones, y apunta a bajar la persiana en tres fábricas
El poderoso sindicato alemán IG Metall le ha propuesto a la dirección del grupo Volkswagen un recorte de costes de 1.500 millones de euros para evitar el cierre de plantas en Alemania, la cuna industrial de Europa. La jefa del comité de empresa, Daniela Cavallo, pidió reducir dividendos y suspender parte de las bonificaciones de los trabajadores, ejecutivos y miembros de la dirección para llegar a esa cifra. Sin embargo, la compañía planea un recorte mucho mayor, de unos 17.000 millones, de los que la parte laboral es una pequeña parte, según ha explicado Cavallo un día antes de que se produzca el tercer encuentro entre los representantes sindicales y la compañía. Cavallo ha reconocido la necesidad de acometer recortes de personal, pero ha defendido que el cierre de plantas al que apunta Volkswagen (propone cerrar tres factorías en Alemania y una reducción de salarios del 10%) es evitable.
Tras las palabras de Cavallo, la automovilística reiteró su postura de mantener abierta la posibilidad de cerrar fábricas en el país. Del tercer encuentro de este jueves estarán pendientes los 120.000 trabajadores que emplea la compañía en Alemania, la mayoría de ellos en fábricas de la marca que da nombre al consorcio. La crisis del gigante automovilístico es un síntoma del mal momento económico e industrial que vive Alemania que ha empujado al actual primer ministro, Olaf Scholz, a convocar elecciones anticipadas para el próximo 23 de febrero, donde parten como favoritos los conservadores liderados por Friedrich Merz. En caso de no alcanzarse un acuerdo entre sindicatos y empresa, IG Metall mantiene su amenaza de huelgas para diciembre.
La situación actual de la compañía se debe al competitivo contexto del vehículo eléctrico, en el que Volkswagen está lejos de liderar una carrera en la que mandan la estadounidense Tesla y chinas como BYD, un gigante que es capaz de construir sus propios barcos para llevar sus coches donde sea, además de hacer sus propios microchips y diversas piezas para sus modelos, lo que le evita depender de muchos fabricantes de componentes. VW ha sido incapaz hasta la fecha de competir en costes y en tecnología con estas empresas y por ello está sufriendo especialmente en su principal mercado, China, donde el vehículo eléctrico es una realidad mucho más asentada que en la mayor parte de Europa o Estados Unidos. Allí, los clientes chinos están optando por sus propias marcas locales o por otras opciones como la mencionada Tesla.
El resto de grandes del automóvil alemán, BMW y Mercedes-Benz, también tienen una alta exposición a China, pero es menor que la de Volkswagen, que es el principal empleador europeo de China. Allí, la compañía alemana teme represalias del Gobierno de Xi Jinping tras la aprobación de Bruselas de los aranceles a los coches eléctricos producidos en China, que en algunos casos afecta a las propias firmas europeas: Cupra, marca del grupo Volkswagen, fabrica allí el Tavascan, su modelo eléctrico más caro hasta la fecha, el cual se está vendiendo a pérdidas por los aranceles.
Dentro del grupo, la firma que más está sufriendo es la propia marca Volkswagen, la de mayor volumen del consorcio alemán, con un margen de ganancia que bajó entre enero y septiembre al 2,1%, el peor número dentro de las marcas de volumen. Seat y Cupra, por ejemplo, si bien empeoraron su desempeño respecto al mismo periodo de 2023, lograron un 3,9% de margen, casi el doble que VW. La que mejor comportamiento registró fue Skoda, con un 8,3%. En el tercer trimestre, el beneficio de todo el grupo se desplomó un 68%, hasta los 1.212 millones, mientras que en los nueve primeros meses las ganancias ascendieron a 7.590 millones, un 33% menos.