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Banca
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Oliu obliga a Torres a echarle coraje: oferta con ‘cash’, opa hostil o retirada

El consejo de Sabadell tendría que revisar una mejora de la propuesta, pese a su tajante negativa inicial. La pelota queda en el tejado de BBVA

Carlos Torres Vila, presidente del BBVA, durante una junta general del accionistas.
Carlos Torres Vila, presidente del BBVA, durante una junta general del accionistas.Fernando Domingo-Aldama

La tajante negativa de Sabadell a la propuesta de fusión de BBVA no se sale demasiado del guion previsto. Aunque no faltaba quien en el sector esperaba que el banco que preside Josep Oliu dejara en su comunicación al mercado alguna rendija abierta a reconsiderar la operación si cambiaban las condiciones de la misma, lo cierto es que el banquero de Sabadell, curtido en mil batallas, no iba a poner las cosas tan fáciles a Carlos Torres. Es ahora el exMckinsey quien debe actuar y demostrar que realmente quiere comprar la cuarta entidad del país. No debería esperar demasiado para mover ficha.

Fuentes próximas al Sabadell explican el proceso de toma de decisión de forma natural. La propuesta, “no solicitada, indicativa y condicionada”, como bien subraya el banco en el hecho relevante remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), “infravalora significativamente el proyecto” de la entidad. Es decir, una oferta basada en un intercambio de acciones, con una prima que el mercado prácticamente ya ha absorbido y sin un consenso previo sobre la misma, no entra en los planes de la compañía. Quiere más. Y ese más pasaría por un planteamiento que, al menos, implicara una parte de la propuesta en efectivo y con una prima mucho más fuerte. Se trata de una postura más que razonable en el caso de una entidad que, en los tres años y medio que van desde el último intento de BBVA por hacerse con ella, ha pasado de a un jugador débil al que todo el sector apuntaba como víctima de una absorción a posible comprador. Todo gracias a una gestión, la de César González-Bueno, que no solo ha creado valor para el accionista, sino que ha puesto sobre la mesa una estrategia de crecimiento creíble para el mercado.

Con su rotundo no, la pelota rueda hasta el tejado de Torres. Aunque es normal que, hasta ahora, el banco y sus asesores hayan rechazado cualquier posibilidad de mejorar la oferta, sería ingenuo pensar que esa necesidad no estaba sobre la mesa cuando arrancó el proceso. Tendría una opción previa, no obstante, casi utópica, que sería responder al plantón del Sabadell con una opa, hostil por supuesto. Requeriría enorme coraje. Hay que remontarse a 1988, cuando José Ángel Asiaín, al frente del Banco Bilbao, dinamitó el sector con una opa no negociada sobre el Banco Español de Crédito (Banesto), para encontrar un movimiento de ese tenor en el sector bancario. Fue todo un golpe de mano a la aristocracia financiera española. Nadie contempla hoy ni un alarde ni un incendio de esa envergadura.

Sí sería más factible pensar en la citada mejora de la oferta. De la misma forma que Sabadell rechazó ayer sin ambages el planteamiento que tenía sobre la mesa, tras analizarlo de forma “diligente y rigurosa”, según reconocen fuentes conocedoras de la deliberación, el máximo órgano de representación de la entidad tendría que recorrer el mismo camino si se modificara en algún aspecto la propuesta de fusión. Eso si, una nueva hoja de ruta abriría otros interrogantes. Por ejemplo, y en función de la cuantía que se planteara en efectivo, el movimiento podría obligar a BBVA a acometer una ampliación de capital para sufragarla, lo que incluso podría requerir la aprobación de los accionistas en junta.

Desde luego, no hacer nada dejaría a Torres en una posición sumamente incómoda. Cuesta pensar que eso suceda en este punto, sin más, por nolo contendere, tras tropezar dos veces en la misma piedra. Además, la transacción tiene sentido para el banco. Lo tenía hace un trienio y lo sigue teniendo. BBVA, que recibe un porcentaje muy importante de su beneficio de México y presenta un enorme nivel de exposición a una economía de riesgo como la turca a partir de su apuesta por Garanti, difuminaría esos peligros de manera radical. También le abriría una ventana de oportunidad para dar solución a sus problemas de gobernanza, actualmente lejos de las demandas del Banco Central Europeo (BCE), partidario de una división de poderes entre un presidente no ejecutivo (chairman, en términos anglosajones) y un consejero delegado. Hoy Carlos Torres ostenta poderes ejecutivos.

Los tiempos juegan. Oliu dilata los plazos en una partida en la que, por ahora, cuesta ver aristas políticas. No obstante, existen. Sabadell, hoy sin un núcleo duro de accionistas, tuvo en sus filas nombres ilustres de la burguesía catalana como los Lara, Andic o Folch-Ruiseñol. Oliu es el último mohicano de esa etapa, cuyo final no resta carácter señero a una entidad con unas raíces territoriales innegables. Poco extrañaría que fuerzas como Junts se movilizaran para evitar una absorción por el BBVA. En plena campaña electoral, el tema no ha sido un issue. Ahora bien, el mapa político de hoy no es el del lunes próximo. Para bien o para mal. Sin los apoyos de otras épocas, el calendario es un aliado para Oliu; la presión es para Torres.

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