Basf espera saber “en los próximos meses” si avanza su inversión en Tarragona
El grupo reduce las ventas en España un 13% por la caída de la demanda de productos químicos
La filial española de Basf aguarda una decisión en su cuartel general alemán sobre una macroinversión que tiene guardada en el cajón, la construcción de una fábrica para reciclar baterías para coches eléctricos. Su director general, Carles Navarro, ha señalado este martes que el consejo de dirección del grupo químico podría tomar una decisión definitiva al respecto “en los próximos meses”. “No soy capaz de aventurar en qué sentido caerá”, ha dicho el directivo, quien ha señalado la existencia de “incertidumbres” al respecto, entre ellas la ralentización de las ventas justamente en el mercado de los eléctricos pero también la propia marcha del grupo alemán, que está inmerso en la elaboración de un plan de ahorro de 1.000 millones y ha puesto el freno de mano en algunas de sus inversiones.
Navarro ha evitado dar datos de inversión, aunque este diario desveló en febrero pasado que el proyecto podría requerir un mínimo de 500 millones de euros que podrían escalar, según diversas fuentes consultadas, hasta los 700 millones. Para sacarla adelante, la Unión Europea ha comprometido ayudas por 100 millones a las que se añaden las ofrecidas por el Ministerio de Industria y la Generalitat. “Es un proyecto que no tiene la aprobación definitiva”, ha subrayado Navarro, que también ha destacado que la aprobación del proyecto “sería una excelente noticia para el ecosistema de la movilidad sostenible en España” y que si se sopesa Tarragona es por “su ecosistema industrial, la infraestructura portuaria y el mercado interno del automóvil” de España.
Las nuevas instalaciones serían pioneras en Europa, aunque replicarían una ubicada en la ciudad alemana de Schwarzheide, que es de pruebas y que tendrá una capacidad de procesado cuatro veces inferiores a la proyectada en Cataluña. Esta estaría dentro del polígono petroquímico de Tarragona, dentro de una pastilla de 22 hectáreas que Basf tiene actualmente libre en el recinto.
Esa es la principal inversión que Basf en España tiene sobre la mesa, en un año en el que hay garantizadas inversiones por un importe de 45 millones de euros, igual que el año pasado. La situación es compleja para la industria química, que ha sufrido una reducción de los precios tras la escalada posterior a la pandemia, y que está sufriendo en sus carnes el enfriamiento de la economía alemana, locomotora europea. Esa evolución pasó factura a la filial española del gigante químico. Facturó 1.358 millones de euros, un 13% menos que un año antes (los precios bajaron un 7%). Navarro ha destacado que esa evolución fue menos contractiva que la del conjunto de Grupo Basf, cuyos ingresos cayeron un 21%.
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