La irrupción de STC en Telefónica consagra el lento ocaso de las telecos europeas
La fuerte competencia de los últimos años impacta en la generación de ingresos de las operadoras. El deterioro de las cuentas hunde al conjunto del sector en Bolsa
La irrupción de STC en Telefónica ha sido el último hito del ocaso de las telecos europeas. El grupo, controlado por el fondo soberano de Arabia Saudí, con una inversión de 2.100 millones de euros, se ha hecho con un 9,9% del capital, pasando a ser el primer accionista. La decadencia se deja ver en las posiciones de las propias operadoras y, en el caso de Telefónica, es muy claro. En los primeros años de este siglo, el grupo llegó a tener participaciones cercanas al 10% en operadoras como Telecom Italia, Portugal Telecom o China Unicom. Ahora, pocos años después, es una empresa árabe la que adquiere un 10% de Telefónica casi a precio de saldo.
Hace una década, en septiembre de 2013, Telefónica cotizaba por encima de 11 euros, a pesar de que las matildes ya habían sufrido la corrección derivada de la crisis financiera. Ahora, los títulos cotizan en 3,85 euros, es decir, han perdido más de un 65% de su valor. Con 11 euros, la capitalización bursátil de Telefónica superaba los 63.000 millones de euros, por los 22.100 millones de la actualidad, con lo que, con su inversión de 2.100 millones, STC apenas habría podido adquirir un 3% del capital.
En la mayoría de las operadoras europeas la situación es similar. Vodafone, que en septiembre de 2013 vendió su 45% de la estadounidense Verizon Wireless por casi 100.000 millones de euros, ha perdido un 72% de su valor en Bolsa, y tiene una capitalización en la actualidad por encima de 20.000 millones (tras la venta, retribuyó a sus accionistas con cerca de 80.000 millones). El grupo británico ha visto como Emirates Telecom (e&), antigua Etisalat, entraba en su capital en mayo de 2022, convirtiéndose en el primer accionista con un 14,6% del capital. La teleco árabe, junto con otros inversores, provocó la salida del anterior CEO de Vodafone, Nick Read, a final de año.
BT también se deja un 67% en la última década, con una bajada del 50% en los últimos cinco años. La operadora puede pasar a manos del magnate Patrick Drahi, que se ha consolidado como primer accionista, con un 24,5% del capital, aprovechando este hundimiento en Bolsa. Orange se deja un 20% en el último lustro, mientras que Telecom Italia se hunde un 40% en ese periodo y hay quien no descarta que tuviera que ser rescatada por su alta deuda. La firma está en el proceso final para la venta a KKR de su red de fibra, en una transacción en la que dará entrada al propio estado transalpino.
A lo largo de los últimos años, Telefónica y el resto de las grandes telecos europeas no han dejado de reclamar cambios drásticos en la regulación, que frenasen el endurecimiento de la competencia, con la consiguiente caída de los precios y el impacto en los ingresos. De hecho, la fuerte competencia ha complicado a las telecos europeas el traslado del aumento de la inflación a sus tarifas. Las estimaciones de Moody’s apuntaban a que Europa sería la región del mundo donde la evolución de los ingresos del sector iba a ser peor en 2023, con un 0,5%.
Las operadoras han pedido que se facilite un proceso de consolidación, frenado casi en seco en la primavera de 2016, cuando la Comisión Europea, cambiando su propia doctrina, bloqueó la fusión de Telefónica O2 y Hutchison Three en Reino Unido, porque suponía una reducción del número de operadoras de red móvil. Ahora, el sector está pendiente de la decisión de Bruselas sobre la fusión de Orange y MásMóvil en España, que se puso en marcha hace ya un año y medio.
Las telecos, igualmente, han pedido igualdad en la regulación ante los grandes actores digitales, como Meta con WhasApp, que ofrece prácticamente los mismos servicios, sin tener las mismas obligaciones regulatorias. Además, las telecos quieren que los gigantes tecnológicos participen en la financiación de las nuevas redes, puesto que en su conjunto suponen más de la mitad del tráfico en las redes.
Tecnología
No se ha materializado nada y las telecos europeas, otrora puntas de lanza del desarrollo tecnológico y digital de Europa, han quedado relegadas a posiciones casi residuales frente a los gigantes tecnológicos de EE UU o China. Este escenario se ha vuelto en contra de la llamada autonomía estratégica del Viejo Continente.
Por el camino, según han insistido en numerosas ocasiones las compañías del sector, han hecho fuertes inversiones en los despliegues de redes de nueva generación, como la fibra óptica, además de participar en multimillonarias subastas de espectro para telefonía móvil de 3G, 4G y 5G, que han supuesto fuertes ingresos para los Estados europeos.
Alta deuda
Las operadoras europeas han acumulado un fuerte endeudamiento, que ha presionado sus ratings de solvencia, como consecuencia de esta situación de presión sobre los ingresos por la competencia y el esfuerzo inversor. El sector en Europa tiene en su conjunto cerca de 300.000 millones de euros de deuda viva calificada.
Las telecos del Viejo Continente también han acelerado las ventas de activos de infraestructuras para reducir deuda, primero con las torres, tal y como han realizado Telefónica, Deutsche Telekom o Vodafone, entre otras, y después con las redes de fibra óptica. En este caso, las operadoras han creado vehículos de despliegue de las infraestructuras en los que han dado entrada a socios financieros.
Ahorro
La pérdida de valor en Bolsa ha contribuido a penalizar el ahorro, dada la histórica posición de los fondos de pensiones en las grandes telecos, por sus tradicionales estrategias de remuneración al accionista con dividendos.
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