Fernando Candela: El recetario de un matemático para fijar el rumbo de Iberia
El ejecutivo pondrá broche a su carrera diseñando, durante seis meses, el desarrollo de la aerolínea
En la sede de Iberia Express, desde la que se avista la terminal 4 de Madrid-Barajas y se intuyen los aviones de Iberia, la supervisión del minuto a minuto es tan importante o más que el control de los costes. En sus seis años años como presidente y consejero delegado de la low cost, Fernando Candela (Valencia, 1964) se declaró obsesionado con la puntualidad. Diez años después, Iberia Express despunta entre las aerolíneas más cumplidoras del mundo con el reloj, y Candela va a cerrar su carrera, entre julio y final de diciembre, como presidente de la matriz, una Iberia que brilla en la recuperación. Su puesto es interino, pero habrá que ver si acumula prórrogas.
Más que un premio en la recta final, su jefe Luis Gallego, CEO de IAG, habla de la necesidad de recurrir a un hombre con perspectiva para sustituir a Javier Sánchez-Prieto y trazar las líneas que seguirá la mayor aerolínea española de red. “Su solvencia hace de él la mejor persona para dirigir Iberia en los próximos meses”, defiende Gallego. Candela seguirá contando el paso del tiempo como los minutos que ganan o pierden sus aviones. Se trata de alguien que cree que la excelencia en cada proceso es el camino directo para llegar a la eficiencia.
Amante de las matemáticas, este ingeniero industrial las ha estudiado por hobby. De hecho, ejerce como docente en esa materia en la escuela valenciana de negocios EDEM, muy vinculada al presidente de honor Juan Roig. “Resuelve ecuaciones e integrales para relajarse”, aseguran desde un despacho cercano al suyo, “es meticuloso y tiene una cabeza muy ordenada”. Pero el directivo también tiene su perfil más emocional; el que le lleva a ejercer de valenciano cada fin de semana, cuando escapa de Londres rumbo al Levante para reunirse con la doctora que tiene como esposa y con sus dos hijos. Retirarse en Denia (Alicante), donde tiene una casa y practica el ciclismo de montaña, es uno de sus deseos confesos, dicen amigos íntimos, pero, de momento, va y viene. Es el sino de quienes mandan en el sector aéreo.
Cerca de cumplir los 60, lleva la mitad de su vida en el negocio. La ingeniería industrial la obtuvo en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), completando su formación en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) o en el Instituto de Empresa e IESE. Pocos reconocimientos le han llegado más hondo que el que le otorgó la propia UPV en 2018 como directivo del año. Se sentía profeta en su tierra y entre los de su especie.
Air Nostrum
Antes de entrar en contacto con hangares, aviones y aeropuertos, trabajó para Andersen Consulting. De hecho, su aterrizaje en Air Nostrum, y primera experiencia en el sector aéreo, se produjo por pura intuición del presidente Carlos Bertomeu: “Apareció como consultor de Andersen para montar el sistema de ventas de la aerolínea y encandiló a quienes le ficharon”, cuenta uno de los que vivió aquel momento en la segunda mitad de los noventa.
Su puesto en la compañía levantina fue el de director de Planificación y Control de Gestión, donde fue jefe del hoy presidente de Iberia, Sánchez-Prieto, y trabajó codo a codo con Luis Gallego. De esa etapa le quedan decenas de amistades e íntimos colaboradores, como las economistas especializadas en Big Data que siguen siendo conocidas en la empresa como las candelitas, en alusión a las horas que pasaban con el jefe.
De los años jóvenes, algunos allegados recuerdan que compartía lo que hoy se conoce como afterwork, e incluso fines de semana, con Gallego, Sánchez-Prieto u otros tantos. No era extraño verlos en el Volkswagen Golf GTI 16 válvulas, algo tuneado y cargado de kilómetros, que entonces conducía el muy aficionado al automóvil Candela: “Le encanta el motor, por su perfil de ingeniero, y el volante como aficionado a los rallys y a la Fórmula 1″, explica otra de las fuentes consultadas. Tiene amigos que juegan al golf y grandes futboleros alrededor. Él, ni lo uno ni lo otro, aunque es valencianista. Y sí puede decir que corrió algún rally en los ochenta.
Los tiempos del Volkswagen negro forjaron una amistad que se tornó en una exitosa colaboración en el mundo de la empresa. Quién iba a decir que esa generación de directivos de Air Nostrum mandaría algún día en la City londinense. Fernando Candela dirige desde 2020 la división de Transformación de IAG con la misión de fijar el rumbo de Iberia, Vueling, British Airways y Aer Lingus en el momento más difícil que ha vivido la aviación en toda su historia. El puesto fue creado por el consejero delegado como un traje a medida de su hombre de confianza. Gallego también traspasó a Candela la responsabilidad sobre la flota, hasta entonces bajo la tutela del departamento financiero.
Entre las fórmulas de gestión del que será presidente de Iberia está que “no se debe gestionar por cuota de mercado, sino mirando la rentabilidad”. Todo un principio que el levantino asumió en Air Nostrum, que siguió aplicando en Iberia Express y en Level, firma que resultó estratégica para IAG en el intento de frenar a Norwegian cuando la escandinava estaba dando un vuelco a los vuelos de larga distancia aplicando el modelo de bajo coste. Inmersa en una profunda crisis, Norwegian renunció a su revolución, mientras Level se mantiene y trata de recobrar brillo.
Lecciones del día a día
Además de un reloj siempre a mano, Candela tiene una calculadora en la cabeza. Cuenta millones de euros céntimo a céntimo, que es como se miden los ingresos y costes por viajero y asiento operado. También, comprobó desde su cargo en Iberia Express la importancia de la paz social para un sector que tiene en los pilotos y tripulantes de cabina de pasajeros sus caras más visibles. Todo un ejercicio de humildad para los ejecutivos.
Con la low cost recién fundada por Luis Gallego, Rafa Hoyos, Carlos Gómez o Valentín Lago, Candela vino de Valencia a Madrid para liderar la filial de Iberia y capear con un colectivo de pilotos de la matriz que se veía amenazado por un concepto nuevo, más flexible. No fue fácil; dolían los miles de despidos en una aerolínea que se desangraba en pérdidas.
El perfil de Candela es el de un hombre sencillo, muy cercano; el del jefe que tiene la corbata en el cajón (el código de vestimenta de IAG lo permite), y que actúa tal y como predica. Su coche de empresa suele ser de los grandes, pero nunca de lujo. Una consecuencia de su misión de apretar costes. En Valencia, Madrid y ahora en Londres hablan de él como “un generador de equipos, ético, profesional y con muy buen carácter, incluso divertido”. Para ser un ingeniero “sorprende su capacidad para comunicar”. Y para ser un alto ejecutivo, llama la atención su discreción. Es el sello de la actual IAG.
Candela busca poner broche a su carrera, pero sin descuidar “el crecimiento e incesante mejora de la compañía en todos y cada uno de sus negocios”, afirmó la semana pasada cuando le fue confiado el nuevo destino en Iberia. Le esperan el repago de 800 millones de deuda contraída para soportar el Covid-19; la defensa del proceso de adquisición de Air Europa; la búsqueda de fórmulas para volver a volar a Asia, etcétera.
“Los ingenieros llegamos a la rentabilidad en la empresa a través de la eficiencia”, dijo en una reciente entrevista con Valenciaplaza, “nos apasiona que se hagan las cosas bien, y el beneficio económico llega casi por castigo. Tenemos una ventaja competitiva en la formación científico técnica, y el desafío es acercar los retos prácticos de la sociedad y los de la empresa”.
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