Una fusión en el petróleo pondría el foco en los inversores
Las bajas valoraciones de las europeas Shell, BP y Total plantean la posibilidad de que las compren Exoon o Chevron
Exxon Mobil y Chevron están haciendo caja. También Shell, BP y TotalEnergies, pero los inversores valoran mucho más a las grandes petroleras estadounidenses que a las europeas. Ello plantea la cuestión de si Exxon o Chevron podrían emprender una operación corporativa transatlántica.
La ventaja de valoración del dúo de EE UU es tangible, a pesar de que los resultados de Shell de 2022, publicados el jueves, mostraron que los beneficios se duplicaron interanualmente, igualando a los de sus homólogas estadounidenses. Obtuvo sendos récords de 40.000 millones en el año, y de 9.800 millones en el cuarto trimestre, gracias a una fuerte recuperación de las ganancias procedentes del gas natural licuado (6.000 millones); y superó las previsiones de los analistas, de un beneficio de 8.000 millones.
Como ya se había avisado, Shell elevó su dividendo un 15% en el trimestre. También anunció un nuevo programa de recompra de acciones por valor de 4.000 millones en los próximos tres meses, sin cambios respecto a los tres anteriores.
Pero Exxon, de 473.000 millones de dólares, y Chevron, de 331.000 millones, cotizan a 6 veces el ebitda previsto para 2023, el doble que la media de Shell, de 210.000 millones, Total, de 154.000 millones, y BP, de 109.000 millones. Una de las razones es que, a medida que los precios del petróleo se han disparado, las perforadoras estadounidenses parecen más atractivas que las europeas, que también están apostando por energías renovables potencialmente menos rentables.
Imaginemos que Chevron o Exxon adquirieran BP por 170.000 millones, teniendo en cuenta una prima del 30% sobre su capitalización bursátil, más la deuda. Los 19.000 millones de beneficio operativo neto después de impuestos previstos por el grupo británico para 2023, según datos de Refinitiv, implicarían una rentabilidad del 11% sobre el capital invertido. Una cifra muy superior al coste de capital de BP, que probablemente se sitúe en torno al 9%. Los analistas de Citi calculan que una fusión de este tipo podría crear sinergias de costes por valor del 10% de los 37.000 millones de gastos operativos de BP. Ello elevaría la rentabilidad al 13%. Parece que merece la pena. Otras combinaciones en las que participara Shell arrojan rendimientos menores, pero aún adecuados.
La financiación, sin embargo, sería complicada. Si Exxon estructurara la compra de BP como una operación en efectivo, su deuda neta se dispararía del 5% del capital total a un incómodo 39%. Mientras que el apalancamiento de BP se situaba en torno a ese nivel durante la pandemia, los inversores del grupo de EE UU podrían presionar para que se hiciera una operación con acciones, más conservadora, o una combinación de acciones y efectivo. Ello plantearía una serie de preguntas.
Una de ellas es si los accionistas estadounidenses quieren las molestias de una megaoperación en lugar de las enormes recompras y dividendos que reciben actualmente. Cualquier acuerdo transfronterizo supondría para Mike Wirth, de Chevron, o Darren Woods, de Exxon, una gran apuesta por la continuidad de los altos precios del petróleo, y también atraería la atención política. Podrían tener que deshacerse de los activos de las gasolineras británicas por motivos de competencia, y desprenderse de los activos solares y eólicos de BP o Shell que forman parte de los planes británicos de descarbonización. Mientras que los activos de BP en el Golfo de México deberían de resultar atractivos para un comprador estadounidense, otras partes no lo serían tanto.
La otra cuestión es si los inversores institucionales con sede en Reino Unido quieren poseer títulos de un perforador estadounidense menos centrado en desarrollar las renovables. Algunos se sienten realmente atraídos por la visión de Shell, BP y Total de ser los guardianes de la transición energética y, por lo tanto, podrían exigir una prima de transacción mayor o rechazar de plano una oferta. Pero incluso el jefe de BP, Bernard Looney, parece decepcionado con algunos de los rendimientos de las inversiones bajas en carbono, según el Wall Street Journal. Planea, dice el diario, reducir su apuesta verde (BP presentará sus resultados del cuarto trimestre el día 7).
Y a pesar de las ambiciones ambientales de los grupos europeos, los accionistas no les han recompensado con valoraciones más altas, lo que sugiere dudas de que puedan hacer una transición rentable para abandonar los combustibles fósiles. Por tanto, una oferta estadounidense podría poner a prueba la buena fe ecológica de los propios inversores.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías