El replanteamiento de Snam es un reflejo de la nueva realidad energética de Europa
La prisa comunitaria por impulsar la seguridad energética podría suponer el riesgo de que tarde más tiempo en abandonar los combustibles fósiles
Las nuevas prioridades de negocio de Snam arrojan luz sobre las necesidades energéticas revisadas de Europa. El mayor operador europeo de redes de gas natural comunicó ayer que iba a aumentar el gasto en transporte y almacenamiento de gas para garantizar que mayores cantidades de ese combustible fósil puedan fluir de manera segura hacia Italia y Europa. La estabilidad de ingresos procedentes de estos activos regulados debería ayudar al nuevo consejero delegado, Stefano Venier, a alcanzar sus objetivos. Es un mensaje poco alentador para los partidarios de la transición energética de Europa.
El jefe anterior de Snam, Marco Alverà, que se marchó del grupo valorado en 16.000 millones de euros el pasado abril, había publicado un libro sobre la revolución del hidrógeno y era un firme creyente en el pronto advenimiento del combustible verde como sustituto del gas. Entre tanto, la invasión de Ucrania por parte de Rusia el pasado febrero obligó a las naciones europeas a moverse rápido para sustituir el gas exportado por Rusia. Por este motivo, Snam, que ya opera una red de 41.000 kilómetros de gasoductos en Italia y más allá, destinará unos 9.000 millones de euros de aquí a 2026 para instalar dos nuevas plantas de regasificación, mejorar su red adriática e incrementar su capacidad de almacenamiento de gas.
Sin embargo, la prisa de Europa por impulsar la seguridad energética podría suponer el riesgo de que tarde más tiempo en abandonar los combustibles fósiles. De hecho, Snam está reduciendo sus inversiones en proyectos verdes como hidrógeno y biometano hasta dejarlos en 1.000 millones de euros, cuando con el plan anterior se iban a invertir 1.300 millones. Para seguir siendo relevante en el largo plazo, el grupo italiano trabaja para garantizar que sus gasoductos estén totalmente preparados para transportar hidrógeno libre de carbono cuando la tecnología permita su viabilidad comercial.
El hecho de que Venier busque con menos ahínco los proyectos verdes indica que la transición energética de Europa podría desarrollarse a un ritmo mucho más moderado que antes de la crisis.
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