De qué protege la regulación (y de qué no) al inversor en fondos
Los inversores están protegidos de ser timados con fondos regulados, pero no de acabar decepcionados con las expectativas de gestores y mercados
El colapso de uno de los mayores intermediarios de compraventa de criptomonedas, que se declaró en bancarrota el pasado noviembre, no debería sembrar dudas sobre el riesgo de fraude en fondos líquidos registrados en Europa. Millones de inversores están afectados por la bancarrota de varias plataformas de negociación de criptos. FTX, la que quebró el mes pasado, no era la primera con problemas, aunque sí de las más grandes. Esta entidad, que custodiaba el equivalente a miles de millones de dólares en criptodivisas, estaba regentada por un joven que aspiraba a hacerse rico con fines altruistas. O al menos eso decía él. Mientras se hacía lo suficientemente rico para empezar a repartir, usaba el dinero de sus clientes para comprar casas en las Bahamas, donde se había ido a vivir con otros amiguetes. FTX tenía su sede en un paraíso fiscal y no era un intermediario financiero regulado. Sam, el fallido emprendedor filántropo, declara ahora que no sabe muy bien qué ha pasado con el dinero. Sujetos como Sam van a seguir existiendo, si no fuera por el escaso contagio que está habiendo desde el mundo cripto hacia el sistema financiero tradicional, apuesto a que se estaba regulando ya a los intermediarios de estas monedas. Solo hay que ver lo poco que tardaron en coartar el proyecto Libra, la criptomoneda de Facebook. La iniciativa, al recabar el apoyo de otras grandes empresas, puso en alerta al Gobierno americano, que no permitió el riesgo que supondría para el sistema monetario.
Las leyes han surgido a veces tras un gran fraude o una gran crisis. Se legisla lo antes posible si ha afectado, o puede afectar, a muchos ciudadanos y es especialmente sensible con todo lo relacionado con el sistema financiero, que canaliza el ahorro hacia empresas u otros prestatarios y garantiza el sistema de pagos. Sin seguridad jurídica que otorgue credibilidad a nuestro moderno sistema financiero, sería inviable nuestro actual estilo de vida.
Volviendo a la seguridad de los fondos. En Europa, los que se comercializan a inversores no profesionales se tienen que registrar en el supervisor de cada país. En España es la CNMV. Los fondos líquidos, ya sean de gestoras españolas o extranjeras, están sometidos a la normativa armonizada europea de fondos colectivos, conocidos como UCITS. Estos fondos no pueden invertir en criptodivisas. Tienen que invertir en valores aptos, mayoritariamente cotizados en mercados organizados y regulados. Como máximo podrían invertir un 10% en valores ilíquidos. Adicionalmente, los valores en los que está invertido un fondo se depositan en un banco. Este banco custodio está, por ley, totalmente segregado de la gestora y de otros negocios bancarios. Por tanto, los valores que tiene un fondo solo se pueden tocar para ser comprados o vendidos en nombre del inversor. Finalmente, las gestoras y las empresas de servicios financieros, a través de las que se pueden suscribir estos fondos, están sometidos a regulación y a una continua supervisión.
A pesar de toda la protección que ofrecen las leyes y el conjunto de normas de obligado cumplimiento, así como las recomendaciones del regulador, un inversor en fondos puede sentirse decepcionado con los resultados de su inversión. La regulación no protege del riesgo de mercado. En 2022 se pierde dinero con casi todos los fondos líquidos, sobre todo si el inversor compara su valor con el que tuvo al final del 2021. El riesgo de mercado se minimiza con el plazo, como ya escribí en una tribuna anterior. Apenas hay fondos de renta variable global con los que se pierda dinero si se compara con el valor liquidativo de hace diez años. Tampoco hay muchos en renta fija corporativa, a pesar de los extraordinarios bajos niveles de rentabilidad que han ofrecido los bonos este decenio.
La regulación tampoco protege del riesgo gestor. Es decir: que un gestor lo haga peor que el mercado. Recordemos que hay fondos que replican los mercados y, con esos, se puede evitar. Según los datos, lo que más rentabilidad detrae al inversor no es el riesgo mercado, ni el riesgo gestor. Si no lo que se conoce como gap del inversor, o la rentabilidad que pierden los partícipes por saltar de un fondo a otro persiguiendo al que lo ha hecho mejor. Esto no ocurre solo al cambiar entre fondos de gestión activa, también ocurre por perseguir los mejores mercados de cada ocasión. Si el lector se reconoce en este comportamiento quizás le convenga medir cómo le ha impactado en su caso particular. Si intuye que le puede volver a pasar tiene otras alternativas, como fondos a vencimiento o los ilíquidos.
Los fondos de capital riesgo tienen menor protección, pero evitan el gap a los inversores inquietos. Algunos fondos de venture capital sí podrían verse afectados por la crisis en criptodivisas. Concretamente, aquellos que hayan invertido en startups americanas relacionadas con ellas. Si usted tiene un plazo amplio para su inversión y sus fondos están bien diversificados, puede comprometerse consigo mismo a mantenerse. En líquidos también podría multiplicar su dinero en diez años por dos, si tiene suficiente renta variable o bonos de alta rentabilidad. Solo necesita una combinación de activos con TIR esperada del 7,2%, que en mercados públicos ha sido frecuente a ese plazo.
Marta Díaz-Bajo es Directora de soluciones de inversión de Atl Capital