La hora del capital privado paciente y perdurable
Existe la convicción de que los grandes fondos deben volver a los clásicos y de que buena parte del valor de una operación no se genera en la transacción
La tensión geopolítica y las incertidumbres económicas han condicionado la actividad empresarial de toda Europa en lo que llevamos de año. El desconcierto y la desconfianza se manifestaron en primer lugar en las Bolsas, pero desde la vuelta del verano la capacidad de inversión y el cierre de operaciones entre el capital privado también se ha resentido. Hay una creciente cautela entre los distintos tipos de fondos, porque la visibilidad a corto y medio plazo sigue anulada por la nebulosa internacional. Muchos plazos de captación de capital se dilatan en el tiempo o directamente se suspenden. Se han perdido casi todas las certezas, aunque la situación dista de ser desesperada y todavía esconde interesantes oportunidades.
A pesar de que la volatilidad es máxima, entre los private equity y las plataformas especializadas en conseguir financiación se mantiene cierta calma de fondo. Sigue habiendo exceso de liquidez, de manera que se espera un alto interés comprador, a pesar de que muchos vendedores no querrán asumir (todavía) descuentos sustanciales en sus valoraciones. Cuando se ajusten esas expectativas podrían cerrarse operaciones importantes. Hasta ese momento, se concentrarán en el middle market, un segmento que sigue siendo competitivo y con múltiplos razonables.
La actual volatilidad puede ralentizar determinados sectores, pero a la vez dinamiza procesos transversales. Por ejemplo, la transición energética o la digitalización se han convertido en cuestiones prioritarias, y en ambas la aportación del capital privado resulta decisiva. Estas dos megatendencias son movimientos simultáneamente estratégicos y defensivos, porque ayudan a incrementar la eficiencia, a escalar el negocio y a forjar alianzas nacionales o procesos de internacionalización de las compañías que se encuentran en las actuales carteras de participadas.
De hecho, la internacionalización también está adquiriendo su propio valor diferencial. Se va hacia compañías con enfoques paneuropeos, pero sin renunciar a la especialización multilocal. Conseguir la capilaridad europea en los distintos procesos puede suponer una diferencia cualitativa decisiva, porque también permite profundizar en el análisis de las oportunidades, en la creación de ecosistemas industriales más competitivos y en el seguimiento y optimización de la eficiencia.
De hecho, la mayoría de los expertos cree que los fondos van a concentrarse mucho en aplicar esos procesos, primero en las compañías que han adquirido durante el boom de los últimos 18 meses, y después mediante consolidaciones y adquisiciones. En un contexto difícil para las compañías, los fondos se concentrarán por un lado en asignar valor a sus porfolios, y las consolidaciones serán una de las fórmulas clave para conseguirlo. En paralelo, mantendrán el buy & build, que a posteriori tendrá como grandes aliados los procesos de racionalización, profesionalización y apuesta por el talento que se han generalizado en la mayoría de los sectores después de la pandemia. Eso sí, serán procesos mucho más selectivos, centrados en compañías líderes, con buenos flujos de caja y en sectores poco cíclicos. A la vez, se espera el aumento significativo de operaciones para pymes, especialmente en empresas familiares pequeñas y medianas que se plantean el relevo generacional. Son perfiles con importantes márgenes de desarrollo a través de plataformas disruptivas como Deale, capaces de trasladar el interés inversor hacia unos segmentos que, en general y hasta ahora, habían permanecido ajenos al circuito del capital privado. Además, en este ámbito pueden unirse pymes de actividades conexas y alto potencial de crecimiento. En ese tipo de alianzas es relativamente sencillo alcanzar ebitdas de dos dígitos y márgenes brutos muy relevantes, y a la vez generar valor industrial. Así que muy probablemente la forma en que se genera valor en estas operaciones sea una de las grandes sorpresas positivas de lo que queda de 2022 y el arranque del próximo año.
En este contexto, también conviene incidir en que los criterios ambientales, sociales y de gobernanza, habitualmente llamados ESG, serán el hilo conductor de las diferentes tendencias referidas hasta ahora. En los dos próximos años va a hablarse mucho de propósito y de responsabilidad. Se ha dado un paso más allá en la búsqueda del legado empresarial. Ya no se trata solo de ser sostenibles. Hay que ser también perdurables; es decir, sostenibles en el tiempo, lo que exige que el consejero delegado sea el primer convencido de esa necesidad, y que desde el primer momento la compañía sepa quiénes van a ser los responsables de aplicar los criterios. Estos aspectos van a ser determinantes en las nuevas operaciones que se cierren a corto y medio plazo.
Existe la convicción de que los grandes fondos y los distintos agentes sectoriales deben volver a los clásicos. Se ha tomado consciencia de que buena parte del valor obtenido en una operación no se produce en el momento de la transacción. Será previamente cuando tengan que identificarse sinergias, definir órganos de gestión eficientes, identificar best practices, tanto propias como sectoriales, impulsar la digitalización y potenciar estructuras que faciliten el liderazgo y el talento. Con buenos equipos siempre resulta más fácil afrontar los problemas. Muchos de los fondos están abriendo el foco. No quieren ser cortoplacistas, porque están persuadidos de que conviene volver a ganar perspectiva y concentrarse, ante todo, en la transformación y generación de valor. Una actitud que Carmen Alonso, de Tikehau, describió en la última edición de Capcorp como el capital paciente. Le tomamos prestado el término, porque desde luego ha llegado la hora del capital privado más perdurable y paciente que nunca.
Luis Guerricagoitia / Juan Carlos Burgos son Director Senior/ Gerente de Comunicación Financiera en LLYC