El reto consiste en descarbonizar toda la cadena de suministro
Hablar de emisiones cero de alcance 3 en las empresas es aún ciencia ficción
Las políticas ambientales han calado y despegado en el mundo empresarial. Ahora hace falta aterrizarlas sobre el terreno firme y en el corto plazo. Los muchos informes que hay sobre el tema coinciden: hay más voluntad que acción concreta. En el antiguo argot de evaluación educativa, las empresas progresan adecuadamente en su convicción frente al desafío sostenible, pero en el ritmo y medida real del impacto necesitan mejorar.
Por supuesto, diferenciando, y mucho, según sector y tamaño de la entidad; el 68,8% de las grandes compañías actúa para reducir emisiones de CO2 frente al 32,8% de pymes, según datos del Pacto Mundial de la ONU en España. Cristina Sánchez, su directora ejecutiva, afina el diagnóstico: “Solo cuatro de cada diez empresas españolas tienen un verdadero compromiso para emitir menos CO2 y únicamente un 16% cuenta con un plan específico contra el cambio climático. Son esfuerzos aislados, insuficientes para frenar el calentamiento global y disminuir un 55% las emisiones en 2030”.
Y todavía hay menos progresos si atendemos las de alcance 3, las producidas en toda la cadena de suministro, “entre el 70% y el 90% de toda la polución”, indican desde la plataforma de certificación sostenible EcoVadis.
Solo cuatro de cada diez firmas tienen un empeño real para emitir menos CO2
Desde la consultora McKinsey & Company también consideran que “el alcance 3 es el más relevante, por generar más emisiones y por el reto que supone su complejidad. No hay una taxonomía común, clara, científica y objetiva, cada empresa tiene su forma de medir y, en general, rudimentaria”, comenta Bruno Esgalhado, líder de McKinsey Platform for Climate Technologies en Iberia. Esto, para su compañero Ignacio Marcos, socio sénior que lidera sostenibilidad en consumo, “deriva en un gran desfase entre lo comprometido y lo factible, pero, a su vez, puede traducirse en un mayor impulso económico. Para ello, las empresas tienen que ver ese valor añadido, estar abiertas a la colaboración entre actores e incluso competidores e invertir más, con visión de retorno”.
España debería destinar 85.000 millones anuales a tecnologías verdes para alcanzar en 2045 el hito de las cero emisiones netas y poder llegar a las negativas en 2050, recoge el informe España cero neto: el polo de la descarbonización de Europa, de McKinsey & Company.
La economía circular y el uso de renovables, las medidas más populares
Centrándose en el Ibex 35, el Estudio sobre la acción y divulgación climática de las empresas de 2022 elaborado por EcoAct (Atos), y que lidera Telefónica, reseña que 20 de sus compañías ya incluyen en sus informes las emisiones de alcance 3 y que un 20% de estas ha logrado reducirlas en su cadena de suministro.
Otras medidas empresariales contra el deterioro del planeta, y más populares, son la aplicación de procesos de economía circular (implementados en el 51% de las empresas nacionales) y el uso de las energías renovables (en el 47%). “Se avanza, pero los problemas lo hacen más rápido. Hemos procrastinado tanto lo sostenible que ya solo cabe optar por el cambio disruptivo y que acelere. Ahora, a la crisis climática se le suman razones económicas y también de seguridad, y no solo energética, lo que condicionará el funcionamiento de las cadenas de valor. ¿El que paga manda, no?, pues que ese poder se haga efectivo por empresa y Administración en las exigencias comerciales y se fomente la corresponsabilidad de una vez por todas”, opina Víctor Viñuales, director ejecutivo de Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes).
‘Greenwashing’: stop a los oportunistas
Integridad. El ecopostureo o blanqueo ecológico se ha querido atar en corto en la COP27. Un grupo de trabajo de Naciones Unidas integrado por 17 expertos (como única española, Helena Viñes, consejera de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, CNMV) ha presentado un documento a modo de guía para evitar algunas de las prácticas más extendidas de ese falseamiento de lo verde que convierte la oportunidad en puro oportunismo.
Obligatoriedad. Del modelo voluntario se pide el paso a un marco prescriptivo que regule la neutralidad del carbono, especialmente para empresas e instituciones financieras. En este segundo caso se pondrá fin a cualquier inversión vinculada al petróleo, gas o minas de carbón, entre otras.