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La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sí, hay fondos impasibles a la corrección

A pesar del terremoto que socava los mercados, existen fondos de capital riesgo a los que no parece afectar la subida de tipos de interés

Mientras que la mayoría de los fondos líquidos sufren caídas superiores al 15%, la gran mayoría de fondos privados mantienen su valoración cercana al cierre del 2021. El caso más llamativo son los fondos que invierten en las fases más tempranas de empresas tecnológicas.

Los fondos tecnológicos de alto crecimiento con liquidez diaria corrigen entre el 20% y el 50%. Entretanto, los fondos de capital riesgo que invierten en empresas embrionarias parecen protegidos de toda perturbación por algún tipo de líquido amniótico. A mí me resulta difícil creer que las tecnológicas en su fase inicial sean inmunes a la subida de tipos, no sé qué pensará el lector. Creo que estos fondos mantienen la rentabilidad por la forma en que se valoran. Cuando una empresa de nueva creación o startup solicita dinero a cambio de un porcentaje accionarial (nadie la prestaría todavía) se obtiene un precio inicial, que cambia cuando pide una nueva ronda de financiación. Así, si las empresas en cartera de un Venture Capital, nombre de este tipo de fondos, no han solicitado más capital durante el 2022, no han actualizado su valoración. Pero es estupendo para el comprometido inversor, pues ojos que no ven, corazón que no siente.

En el año 2021 hubo un boom de inversión en startups en todo el mundo. Según PitchBook, la mayor base de datos de mercados privados, se levantaron casi 180.000 millones de dólares, un 70% más que en 2020, año en el que ya había batido récords. Hace diez años no atraían ni la décima parte de capital, pero las transacciones empezaron a crecer a buen ritmo y, tras la pandemia, el volumen subió en vertical. De 2012 a 2021, con los tipos sin parar de bajar y las tecnológicas sin parar de subir, los Venture Capital viven una época dorada, las rentabilidades doblan los retornos del decenio anterior.

La ingente demanda del 2021 habrá disparado la valoración de muchas empresas incipientes. Sequoia Capital, una de las gestoras de capital riesgo más antigua y reputada por haber invertido en las fases iniciales de Apple, allá por el año 78, y en Google en el 99, viene advirtiendo desde hace meses que la subida de tipos tendrá enormes implicaciones en las valoraciones y la captación de capital para las startups.

Si algún lector ha lamentado en el pasado no haber invertido en algún Venture Capital quizás le consuele pensar que pronto habrá buenas oportunidades. En mi opinión, es probable que durante los próximos dos o tres años se vean ajustes importantes en las valoraciones de muchas empresas incipientes, por lo que podrá comprar a buenos precios. Eso aumentará la probabilidad de acabar ganando, pues comprar en burbuja es arriesgado en mercados organizados y privados. Aquellos inversores que no quieran esperar y soporten la volatilidad tienen fondos de pequeñas acciones cotizadas, que ya han descontado en gran medida los efectos del aumento de tipos, por lo que actualmente su valoración es más atractiva.

Los fondos de capital riesgo, que acuden a la financiación de emprendedores a cambio de entrar en la compañía como accionistas, me parecen una forma estupenda para que los inversores privados puedan, si lo desean, apoyar la innovación y, si escogen bien, rentabilizar su inversión. Cuando una empresa todavía no factura, ningún banco les presta, y menos en las primeras fases, en las que puede tener tan solo una idea para usar un desarrollo tecnológico que quizás acabe teniendo beneficio económico o quizás no.

Los fondos de capital riesgo son un producto complejo para el regulador, entre otras cosas por la iliquidez. Para mí lo relevante es calibrar el riesgo de pérdida al final. Invertir en unas pocas empresas de nueva creación tiene muchísimo riesgo. La mayoría de estas empresas nacientes desaparecen y, con más de la mitad, se pierde todo el capital. A cambio, el pequeño porcentaje que tiene éxito empresarial puede multiplicar su valor por cinco, diez, veinte o más. Pero como muy pocas lo logran, la diversificación en este tipo de compañías me parece fundamental.

La falta de liquidez para muchos inversores lejos de ser un problema es una bendición. Una vez que adquieren el compromiso de invertir su dinero en este tipo de fondos, no pueden volverse atrás. Tampoco pueden vender para intentar volver a entrar a mejor precio. Esta es una diferencia esencial con los fondos líquidos, donde algunos partícipes están reembolsando ahora, con un mercado en descenso. Aquellos que tenían planificado invertir en líquidos esperan. Quieren ver si la situación económica mejora, pero cuando esto ocurra, posiblemente ya no será una oportunidad de mercado. En general, los inversores particulares, debido al comprensible componente emocional, no suelen comprar bien y pueden vender mal.

Recuerde que, tanto con líquidos como con ilíquidos, el riesgo de pérdida a diez años es bajo si se invierte de forma muy diversificada. Además, en diez años, con poco más de una TIR del 7% duplicaría su capital, y eso lo puede lograr con una diversidad de fondos líquidos. Si aspira a ganar más, o no soporta la volatilidad, tiene una creciente gama de productos de mercados privados, pues los ELTIF empiezan a llegar.

Decida lo que decida, intente sufrir lo menos posible por sus inversiones: tomará mejores decisiones. Yo recito el poema de Santa Teresa: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza…”. 

Marta Díaz-Bajo es directora de soluciones de inversión de Atl Capital

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