Invertir en tiempos de guerra
La convergencia de tres grandes amenazas ha generado la oportunidad de conseguir altos retornos invirtiendo en negocios extraordinarios
No guardes tu dinero durante una guerra” (Warren Buffett). Es sorprendente cómo la influencia de ciertas personalidades puede cambiar el curso de la historia. Como argumenta Nassim Taleb, la vida es una acumulación de pocos sucesos de gran impacto (cisnes negros). A veces por suerte, y otras por desgracia, esos sucesos los provocan ciertas personas. A principios del siglo XXI acudimos a una de las mayores revoluciones en el mundo de la tecnología. El 9 de enero de 2007 Steve Jobs saltaba al escenario del Macworld en San Francisco para presentar al mundo un dispositivo revolucionario: el iPhone.
El lanzamiento del iPhone dio lugar al nacimiento de nuevas industrias y aplicaciones que cambiaron el mundo en el que vivíamos. Quizás una de esas aplicaciones que nacieron junto al smartphone de Apple y que han reestructurado nuestro estilo de vida son las redes sociales. Gracias a las redes sociales, el mundo de hoy es un mundo completamente interconectado. Como afirma Niall Ferguson, las redes sociales están permitiendo que el poder haya pasado desde la torre (reyes y élites políticas) hasta la plaza (los ciudadanos).
Tenemos más poder en nuestras manos que nunca. Y sin embargo, la historia la siguen escribiendo determinadas personas. El 24 de febrero de 2022 el presidente ruso, Vladimir Putin, decidió invadir Ucrania. Las consecuencias de ese acto aún no la conocemos, porque desgraciadamente el conflicto continúa. Lo que sí sabemos es que esa decisión va a marcar el futuro de nuestras vidas, tanto que hay quienes hablan de un nuevo orden mundial. La invasión de Ucrania ocurre, además, en un momento en que la economía mundial se estaba recuperando de otro desastre. Esta vez, no fue una persona la que cambió el curso de la historia, sino un virus. Un suceso poco probable, pero de gran impacto.
Entre las consecuencias socioeconómicas del Covid-19 podemos mencionar algunas como la aceleración digital de la economía (teletrabajo, videoconferencias, servicios en la nube, compras online, nuevos usos de las redes sociales como TikTok…) y otras, en este caso claramente negativas, como la fuerte disrupción en las cadenas de suministro globales. El shock de oferta ha sido tan drástico que la economía aún no ha recuperado la normalidad, lo que ha provocado un incremento de precios alarmante a nivel mundial, despertando a uno de los principales enemigos de los inversores y ahorradores: la inflación.
Los tres principales problemas a los que se ha enfrentado la humanidad a lo largo de su historia (epidemias, guerras e inflación) han coincidido para impactar al mismo tiempo. Y la solución no es fácil. Estamos asistiendo a una encrucijada en la que los primeros que no saben cómo actuar son los principales agentes económicos: los bancos centrales.
La rápida y contundente actuación de los bancos centrales por contener el impacto inicial del Covid-19 en la economía fue digna de admiración, tanto como digna de crítica está siendo la lenta y tardía respuesta a la alarmante inflación, que ya comenzó a dispararse con fuerza desde el segundo trimestre de 2021. Como consecuencia de unos estímulos enormes y permanentes y un shock de oferta que no se solucionaba, los precios no han hecho más que subir. El problema de haber reconocido el problema tarde es que la respuesta tiene que ser más rápida y contundente de lo que prefiere el mercado. En lugar de una respuesta gradual, estamos asistiendo a una actuación acelerada, cuyo efecto no se puede apreciar en el corto plazo. Pero el impacto será material sobre la economía. Los tipos de interés se han disparado en un momento en que la deuda también lo ha hecho. Para algunos países, este nuevo contexto es insostenible. De momento se mantiene gracias al crecimiento económico y la demanda. Pero la elevada inflación, el encarecimiento de las fuentes de financiación y el fin de los estímulos van a provocar un frenazo económico. Y el principal temor ahora es que la recesión económica que ya anticipan los indicadores adelantados llegue antes de que los bancos centrales hayan conseguido controlar la inflación. En otras palabras, la mayor preocupación ahora es la temida estanflación (estancamiento económico con inflación).
Y sin embargo, el mejor momento para invertir sea probablemente ahora. Los mercados financieros son eficientes en el corto plazo, pero muy ineficientes en el largo plazo. El motivo que justifica la ineficiencia de los mercados es la propia psicología de los inversores, que se mueven de un extremo (avaricia) a otro (pánico) de manera muy rápida. Estos movimientos irracionales son los que generan oportunidades de inversión. Y cuanto mayor sea el movimiento, mayor es la oportunidad a largo plazo.
Ahora bien, para garantizar buenos retornos a largo plazo no basta con invertir en el momento adecuado. Los dos motores que explican el retorno a largo plazo de las acciones son los múltiplos de cotización (influenciados por el contexto económico) y los fundamentales. A corto plazo, el principal motor es el de los múltiplos de cotización, pero, a largo plazo, el principal motor son los fundamentales. Es decir, para obtener retornos atractivos a largo plazo hay que invertir en negocios de calidad.
Los negocios de calidad son aquellos que gozan de tasas de crecimiento, márgenes y retornos superiores a los del resto del mercado, además de disfrutar de estructuras financieras más atractivas (endeudamiento escaso o nulo). Desde un punto de vista cualitativo, estos negocios suelen disponer de fuertes ventajas competitivas (una marca fuerte y reconocida, efecto red, patentes, ventajas de costes…) que permiten que esos resultados extraordinarios sean duraderos en el tiempo.
Estos negocios, por lo general, suelen (y deben) cotizar con prima (mayor múltiplo de cotización) respecto al resto del mercado. Y esa prima de cotización ha sido la principal amenaza para la cotización de estos negocios en un momento en que la inflación se dispara y los tipos de interés se incrementan con fuerza, ya que este incremento del coste de capital reduce fuertemente las valoraciones de los activos financieros, especialmente la de aquellos activos duraderos o de calidad.
Pero la prima de cotización de estos negocios se ha reducido tanto que sus múltiplos son, por primera vez en mucho tiempo, muy atractivos. De esta manera se activan los dos motores que explican los retornos de las acciones a largo plazo: múltiplos de cotización (bajos) y fundamentales (excelentes).
Han tenido que converger las tres grandes amenazas de la humanidad para que esta situación sea posible. No desperdiciemos la oportunidad de conseguir altos retornos invirtiendo en negocios extraordinarios.
Álvaro Jiménez es gestor de renta variable en Gesconsult