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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La doctrina Volcker se impone en todo el mundo pese al riesgo de recesión

La firmeza contra la inflación es el mejor aliado del crecimiento sano, aunque el desierto sea inevitable

CINCO DÍAS

Los bancos centrales de todo el mundo han adoptado, para bien, la doctrina Volcker para gestionar sus políticas monetarias: lo primero es antes, y lo primero es velar por la estabilidad de precios en horquillas razonables, e impedir que la inflación destruya el ahorro presente y las rentas futuras. Paul Volcker dirigió la Reserva Federal de EE UU entre 1979 y 1987, designado primero por el presidente Carter y confirmado después por Reagan, y no le tembló el pulso para subir los tipos de interés cuanto fuese necesario para derrotar a la inflación, aunque ello supusiese dolor para los endeudados y parálisis para los nuevos proyectos de inversión. Al final, salió airoso y recuperó la economía para desempeñar uno de los más prolongados e intensos ciclos de crecimiento, bien es verdad que ayudado por los elevados niveles de apertura y globalización de la actividad en el mundo en los noventa.

El presidente de la Reserva actual, Jerome Powell, ha dejado también claro que ese catecismo volckeriano es de obligado cumplimiento, y ha advertido de que seguirá subiendo los tipos hasta donde sea menester para meter de nuevo la inflación en la jaula de la que nunca debió salir, y a la que en parte habían contribuido a engordar en los últimos años con decisiones de expansión cuantitativa desmedidas para sofocar la crisis financiera de hace diez años. A juicio de la Reserva Federal, y al parecer al del Banco Central Europeo e incluso el del Banco de Inglaterra o el de Japón, hay que sacrificar crecimiento y bienestar para doblegar un mal mayor. como es la inflación, que de no ser derrotada puede meter a las economías en una espiral mucho más destructiva que el simple encarecimiento de la financiación, por severo que sea.

El mercado descuenta ya que en esta espiral bélica contra el enemigo común EE UU llevará los tipos hasta el 4,5% este año y Europa al 3%, mientras que el Reino Unido los tiene ya en el 2,25%; y lo harán pese al riesgo cierto de recesión en todas y cada una de tales economías, que se ha intensificado con las decisiones militares de Rusia para prolongar el conflicto de Ucrania, y cuyo fin nadie se atreve a pronosticar. De hecho, la modesta subida de tipos en Suiza y la contumacia en tasas negativas en Japón han provocado que el dinero abandone a yen y franco suizo (en Japón han tenido que intervenir en defensa de su divisa por vez primera este siglo) porque la remuneración nominal del área dólar o del euro es imbatible, aunque en términos reales siga siendo a corto plazo pobre. Con estas actitudes puede apostarse que la inflación volverá a su sitio antes de lo previsto, aunque su naturaleza como fenómeno prolongado no la discute ninguna autoridad monetaria. La firmeza contra la inflación es el mejor aliado del crecimiento sano, aunque el desierto recesivo sea inevitable.

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