Los inversores del ‘private equity’ se preparan para una crisis de efectivo
Normalmente, reciben más de lo que entregan a Blackstone y otros, pero no en una caída prolongada del mercado
Los inversores en fondos de compras no han tenido que preocuparse por las peticiones de efectivo durante un tiempo. Cuando Blackstone y otros les pedían capital fresco, podían encontrarlo en un flujo constante de beneficios de las añadas anteriores. Eso no funcionará en una caída prolongada del mercado.
Los mecenas del private equity, como los fondos de pensiones, se comprometen a aportar dinero cuando se lanza un fondo, pero solo lo entregan cuando los negociadores lo necesitan para comprar una empresa. Cumplir con esos compromisos de capital suele ser fácil, ya que los barones de las compras tienden a distribuir más beneficios de los fondos anteriores de lo que necesitan para nuevas apuestas.
Los gestores estadounidenses y europeos repartieron 2,7 billones de dólares entre 2011 y 2021, según Preqin, y solicitaron 2 billones. Los repartos superaron a las peticiones casi todos los años, lo que significa que los inversores podrían simplemente reciclar sus ganancias en nuevos fondos.
Pero esas cifras pueden desequilibrarse si el mundo entra en recesión. Los barones de las compras son comprensiblemente reacios a vender empresas en el punto más bajo del ciclo, lo que significa que los repartos pueden disminuir. También están deseosos de comprar en los momentos más bajos, conscientes de que los fondos de la época de crisis suelen obtener mejores resultados. La oleada de operaciones aún no ha comenzado, porque ha sido difícil conseguir financiación para la deuda. Pero eso puede cambiar. Thoma Bravo, por ejemplo, acecha al grupo británico de ciberseguridad Darktrace, de 4.100 millones de euros.
El resultado es que, pronto, firmas de private equity como Carlyle y KKR podrían pedir mucho más dinero del que reparten. En la última gran caída, en 2008-10, las peticiones de capital superaron de media las distribuciones en 43.000 millones de dólares al año, que equivale al 5% del total de activos bajo gestión de las firmas de capital riesgo, según Preqin. Ahora, un 5% de los activos gestionados implicaría una demanda neta anual de capital de 115.000 millones.
Los inversores se preparan para lo peor, ya que han vendido una cifra récord de 33.000 millones en participaciones de fondos en el primer semestre, según el FT, en parte para obtener efectivo para las peticiones de capital. Es una opción dolorosa, ya que las ventas secundarias suelen producirse por debajo del valor nominal. El Sistema de Jubilación de los Empleados Públicos de California (Calpers) vendió hace poco activos por valor de 6.000 millones, según Bloomberg, con descuentos que van desde porcentajes de un solo dígito hasta el 20%. Otras opciones, como apartar el efectivo ocioso o comprar coberturas que se pagan en caso de caída, también reducen el rendimiento.
Las tasas internas de retorno anunciadas por los fondos, que a menudo superan el 20%, no reflejan el impacto de estas crisis periódicas de liquidez. Los inversores parecen haber olvidado esta lección durante la última década, cuando los activos bajo gestión de los fondos de compras se duplicaron hasta los 2,4 billones, según Preqin. La inminente crisis de capital, mucho mayor que la de 2008, debería de grabarla en sus memorias.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías