Mercados emergentes: el peor golpe de la inflación y el menos sonado
Turquía es un ejemplo de qué ocurre si un banco central no actúa ante los precios
Mientras el foco mediático no pierde de vista el auge de precios en la Unión Europea o Estados Unidos, el resto del mundo también lidia con un encarecimiento que tiene efectos más graves allí. Un reciente informe elaborado por Axa Investment Managers pone esta cuestión de relieve al analizar el impacto de la inflación en los mercados emergentes. La principal conclusión es que el golpe es más duro, ya que a las presiones globales se le suman las características propias de este tipo de economías, agravando con ello el problema.
Para poner en contexto, los analistas repasan las cifras. “La inflación anual en Estados Unidos ya marcó en junio un récord de 40 años al alcanzar el 9,1%. En el conjunto de economías en desarrollo, excluyendo a China del análisis, está ahora en el 14%, máximos que no se alcanzaban desde 2008. En México, en junio, marcó un 8% y en Turquía se disparó al 78%; en ambos casos, es el mayor repunte en dos décadas”, detallan.
La relativamente superior vulnerabilidad emergente tiene una explicación lógica. La cesta de la compra varía de país en país, pero, atendiendo a las medias, tanto la energía como la alimentación, los dos factores que más se han encarecido a nivel global, pesan más en el gasto que efectúa un consumidor de un mercado emergente que en el que hace uno estadounidense. “En los mercados emergentes, el peso en la cesta de la compra de la energía ronda el 10% de media, frente al 8,7% de Estados Unidos. Por su parte, la comida supone un 27%, frente al 13,4% norteamericano”, explican.
Más allá de lo global, el documento identifica características particulares. Los auges en los salarios que se han producido en varios de los mercados emergentes estarían impulsando también el alza de precios, según Axa IM. Esto perjudica especialmente a las clases medias. “Los países del centro y este de Europa han llevado a cabo elevados repuntes del salario mínimo en 2022. Estos aumentos pueden causar mayores costes, incluyendo costes que soportarán aquellos que no se hayan beneficiado de la subida del salario mínimo. Con todo, dada la tasa de inflación, el salario mínimo real ha caído en estos países”, afirman los analistas.
Por otro lado, están los bancos centrales. Como la Reserva Federal estadounidense ha subido tipos de interés por la también disparada inflación en EE UU, el resto de bancos centrales de países emergentes se encuentran contra la espada y la pared. Si ajustan la política monetaria ponen en peligro el crecimiento económico, si no, puede pasar como en Turquía.
“Asegurar la inflación se ha convertido en la principal meta de la mayoría de bancos centrales. Se han subido los tipos de interés en un intento de mantener la credibilidad de la divisa en el conjunto de economías emergentes. En contraste, aquellos países que no han hecho estos esfuerzos han visto cómo la inflación se ha descontrolado, con Turquía como mejor ejemplo”, concluyen. De esta forma, las características del consumo en estos países y el menor margen de maniobra de los bancos centrales han complicado allí el impacto económico de la inflación.
Comprometida la capacidad de recobro de deuda
La inflación tiene otro efecto perverso. La amenaza de que se produzcan impagos también está siendo significativa en los mercados emergentes. Un informe elaborado por Allianz Trade, accionista de Solunion, identifica que préstamos por valor de 4,2 billones de dólares está en riesgo en los países más complejos.
"A medida que los bancos centrales a lo largo y ancho del mundo endurecen sus políticas moentarias para lidiar con la inflación, los costes financieros están al alza para las empresas, contribuyendo al regreso de las insolvencias. En este contexto, recobrar la deuda puede ser todo un desafío", arranca explicando el documento.
Tras analizar la facilidad del recobro de deudas en 49 países que representan el 90% del PIB mundial y el 85% de los flujos de comercio, los expertos concluyen que Suecia, Alemania y Finlandia son los tres mejores países a la hora de tratar de recuperar la deuda. En el lado contrario, Arabia Saudí, Malasia y los Emirátos Árabes Unidos se encuentran a la cola en cuanto a lo fácil que es para las compañías extranjeras recuperar su dinero.
España se encuentra en este ránking en el grupo de países en los que no es tan complicado recobrar. Si se observa la lista desde la perspectiva del desarrollo de las naciones, los países emergentes se llevan la peor parte.
"Identificamos 12 países con un alto nivel de complejidad a la hora de recobrar deudas en Europa (Bulgaria, Hungría, Polonia, Rumanía, Grecia, Italia). En África, Asia y Latinoamérica, más del 60% de los países están considerados como de riesgo muy alto o severo. Argentina, Colombia y Chile tienen esta categoría de riesgo severo", desglosan los analistas.