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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La política del BCE deja de nuevo más sombras que luces

Probablemente, la caída de la inflación vendrá más por el lado de la oferta que del de la demanda: la industria está parada

Allá por diciembre de 2021, la presidenta del BCE, Christine La­garde, insistía en que no subiría los tipos en 2022, a pesar del giro de otros bancos centrales por la inflación. Confiaba la presidenta en ese momento en que, durante 2022, los precios de la energía se estabilizarían: nada más lejos de la realidad.

Así, hace pocas semanas, el BCE anunció su primera subida de tipos de interés de los últimos 11 años, situándolos en 0,50%, la mayor de los últimos 22 años. Se esperan más subidas durante este año.

Recordemos que el objetivo principal del BCE es situar la inflación en un entorno del 2%. Durante los últimos años, el banco mantuvo los tipos en entornos cercanos, e incluso por debajo, de cero, para tratar de acercar la inflación a ese objetivo. A pesar de ello, la política monetaria no tuvo sus frutos durante ese periodo y la inflación apenas tocó el anhelado nivel. Y eso a pesar de la célebre frase de Mario Draghi, que Lagarde hizo suya: “Whatever it takes” (lo que haga falta).

Pues parece que la presidenta se ha olvidado de la mítica frase a la hora de subir los tipos. En diciembre negaba la subida y hasta julio, nada de nada. Es cierto que la subida del 0,50% es la mayor de los últimos 22 años, pero llega tarde y es escasa. El instrumento de subir tipos se supone que debería de reducir la demanda interna y con ello conseguir bajar los precios. Pero con niveles de inflación cercanos al doble dígito, el 0,50% poco va a conseguir.

Mientras Europa se lo piensa, las principales economías del mundo van a otro ritmo. En EE UU, la Fed va por su tercera subida de 2022, en Inglaterra llevan cinco subidas desde diciembre de 2021, en Canadá cuatro en lo que va de año y en China tres.

Está claro que el BCE quiere evitar un shock brusco de su ya maltrecha economía y que esta entre en recesión. Pero no se puede negar la realidad y hay que coger el toro por los cuernos. También es cierto que la salud económica europea es bien distinta a la que pueden tener en otras zonas, como, por ejemplo, EE UU. Mientras en Europa todavía estamos tratando de salir de la crisis provocada por el Covid, en EE UU los indicadores muestran mejorías, gozando por ejemplo de pleno empleo, con una tasa de paro del 3,6%. Se estima que, debido a la subida de tipos, la tasa se sitúe en 2024 en un entorno envidiable del 4%. En Europa, la tasa de paro se sitúa en el 7,6%, mientras en España está en un 13,1%.

Lo cierto es que la falta de agresividad del BCE tiene también algún efecto positivo, no sé si más por improvisación que por estrategia. El deferencial de intereses con EE UU debilita al euro y de esta forma hace más competitivas nuestras exportaciones. Pero un tipo de cambio cercano a la paridad también tiene sus efectos negativos, ya que encarece nuestras compras en dólares, fundamentalmente petróleo y otras materias primas, con su impacto negativo en la inflación.

Probablemente, el descenso de la inflación vendrá más por el lado de la oferta que por el de la demanda. En el sector manufacturero, el mes de julio muestra los peores datos en años. La industria está parada y los precios de las principales materias primas bajan a marchas forzadas. Asimismo, los datos de empleo en el mes de julio también empiezan a debilitarse. Encima, el precio de la energía y del petróleo seguirán disparados hasta que el conflicto geopolítico se disipe, y eso puede tardar años.

Con este panorama, huele a recesión en Europa más pronto que tarde, y no va a venir provocado por la vía de los tipos de interés.

Dicen que Lagarde aplica en su vida la frase de su entrenador, cuando fue parte del equipo olímpico francés de natación sincronizada: “Aguanta el dolor y no te olvides de sonreír”.

Lo de sonreír está muy bien, pero yo le diría que por favor nos den un analgésico, en forma de una política monetaria más agresiva, para no tener que soportar demasiado dolor.

Ricardo Zion es profesor de Finanzas de EAE Business School

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